Respuesta al escrito “Presismo y anarquismo…”

Extraído desde barcelona.indymedia.org

Cuando la lucha anticarcelaria, se convierte en una lucha de egos, hasta la náusea. Respuesta al escrito “Presismo y anarquismo…”  

“Hoy en día, la primera condición de toda crítica es la autocrítica. El primer policía que hay que matar sigue siendo el que todos llevamos dentro…”

La frase con la que se inicia este escrito, pertenece al texto “Presismo y anarquismo. La lucha anticarcelaria en el gueto hasta la campaña contra el FIES”. Este es un texto de una crítica acérrima, pero sin pretensiones autocríticas. Señala en lxs demás, lo que adolece unx mismx.

El largo escrito, aparte de algunas graves imprecisiones, es una continuada serie de descalificaciones en abstracto, sin centrarse más que en las propias disquisiciones metafísicas de su autor. No hay nada concreto, sólo que los anarquistas son un grupito de “adaptados narcisistas” que habitan un “gueto” al que llaman movimiento, pero que tal movimiento no existe, pues son incapaces de organizarse y asumir una línea de acción, y su “activismo” sólo sirve para contribuir a la sociedad mediática y espectacular y a perpetuar sus espacios personales, en un continuado pacto con su enemigo.

Su autor, como si fuera un omnipresente dios que lo ve y lo sabe todo, maltrata por igual a toda la diversidad anarquista, salvo contadas excepciones que, por lo que parece, ni vale la pena mencionar. En el escrito, si algo se entiende perfectamente, es una profunda aversión hacia todo lo que proviene de lo que considera el “gueto” anarquista.

Aunque el texto se llama “Presismo y anarquismo…”, en buena parte del escrito, lo único que hace es arremeter contra las que califica “miserias del anarquismo”, que a tenor de lo escrito, parecen ser infinitas. Gran parte de sus argumentos se asientan en lo que considera el “gueto anarquista”, al que culpa y maldice por su falta de análisis crítico y falta de organización. Pero veamos qué tipo de crítica se propone con toda esa larga serie de apelativos, calificaciones y descalificaciones.

Wilhelm Reich venía a decir que todo análisis crítico y radical, debería de preguntarse, no por qué el hambriento roba, sino, por qué no lo hace. En el texto mencionado, aunque se propone como un análisis crítico, no aparece ni una sola mención a ese “por qué” que nos planteaba Reich. Es decir, aunque pretenda ser un análisis crítico y radical, no lo es. Más bien parece la airada y contrariada expresión de un “dolor” que arremete contra todo, con razón, sin ella o aleatoriamente dando palos de ciego. Las y los anarquistas lo hicieron todo mal, y si hizo algo bien no merece la pena mencionarlo porque probablemente “se equivocaron”. El anarquismo, las y los anarquistas, son el mal, y gracias a él, “el bien” y su orden mundial son hegemónicos. Relato esta irónica parodia, porque esa percepción “maléfica” del anarquismo, no es tan distante de aquella visión de Bush sobre el eje del mal. El anarquismo es lo que hay que destruir. ¿Por qué…?, ¡vaya usted a saber…!

En el texto no hay ningún tipo de rigor, pues casi nada más empezar ya parte con una serie de imprecisiones y falsas conjeturas, que se utilizan como argumentos para justifican sus posteriores conclusiones.

En el 36, como una de las primeras medidas tomadas desde abajo en la revolución que hizo frente al alzamiento militar, los anarquistas abrieron las cárceles. En el 36, los anarquistas abrieron las cárceles, pero no las derribaron, sino que las reutilizaron y con ello dejaron pasar una importante oportunidad.

De esa experiencia libertaria lo que podríamos aprender es que, si lo que se desea es la desaparición del sistema penal (una de las partes importantes que sostienen la injusticia social), habría que destruir las cárceles para que, si se volviese a repetir la situación, quienes tuvieran ansias de poder no pudieran utilizarlas contra quienes luchan y se resisten al poder*. Si hay algo que se ha sostenido desde el movimiento anticarcelario, incluso más que las 4 reivindicaciones de la lucha contra el FIES, ha sido precisamente el “abajo los muros de las prisiones”. Las y los anarquistas, tal vez no tengamos “capacidad de análisis ni de organización”, pero sí una visión que nos permite anticipar ese mundo nuevo que decimos que llevamos en nuestros corazones. Si ese “mundo nuevo” es el “gueto”, bienvenido sea.

Mi pregunta ahora se dirige hacia otro de esos fundamentos descalificadores del texto: me refiero al supuesto “gueto”.

¿Qué problema hay con el “gueto”? Imagino, porque sólo me está permitido eso, que al autor del escrito “Presismo y anarquismo…”, no le gusta el “gueto”. A mi personalmente lo que no me gustan, son las personas que hacen que el “gueto” sea “gueto”, y volviendo a lo que nos señalaba Reich, me atrevo a decir que el “gueto” no lo hacen sólo las personas que lo habitan. Es más, afirmaría que los principales creadores del “gueto”, son quienes lo repudian. ¿En qué me baso o cómo lo argumento? Pues con un ejemplo que me parece ilustrativo: el estigma de las personas diagnosticadas con alguna enfermedad mental.

Veamos quién crea el estigma. ¿Es la supuesta enfermedad mental? Se trata de una categorización que establece cuáles son los comportamientos “normales”, sin correspondencia biológica, y cuáles se salen de la “norma”. Es decir, existe toda una suerte de “jueces de la normalidad”, en su mayoría psiquiatras, que determinan qué comportamientos son, y cuales no, patológico. Es decir, el estigma parte de esa categorización que diferencia entre “enfermo mental” y “sano mental”, y de la alarma social que los creadores de normas, hacen de la llamada locura.

¿Es la persona diagnosticada la responsable del estigma? En parte, puede ser así, pero sólo porque acaba interiorizando esa “no normalidad” que socialmente le aseguran que tiene. Es decir, que si no existieran las categorizaciones, ese estigma no le afectaría o por lo menos, no lo haría como lo hace ahora.

Tenemos que en el estigma puede intervenir la persona afectada por un diagnóstico en salud mental, pero que principalmente se debe a esos “jueces” y a una sociedad normativizada (alienada) que interioriza la supuesta “peligrosidad” que le dicen esos “jueces”.

Si esta lógica crítica de preguntarnos el “por qué no” de Reich la aplicamos de la misma manera al “gueto”, vemos que es cierto que quienes componemos ese espacio, tenemos una suerte de responsabilidad, pero la existencia del “gueto” sólo es posible por la existencia del “no gueto”, y no es tanto el mal el que crea el bien, sino el bien el que genera el mal para preservarse y desearse, para seguir siendo codiciado y objeto de deseo. El “gueto” no es más que el daño colateral, y cuando alguien lo juzga, sin un análisis y reflexión previa del “por qué no”, se está planteando el conflicto de manera tan equivocada como perversa. Si desaparece el “no gueto”, el “gueto” ya no tiene motivo de existencia. Pero claro, esto es lo mismo que pasa cuando vamos a la seguridad social porque el trabajo nos provoca estrés. Nos recetan medicaciones neuroléptica y dependiendo de cómo reaccionen, vuelta al trabajo. En casos como este no somos nosotrxs lxs enfermxs, es la sociedad la que nos enferma, pero no actuamos en contra de ella sino de los síntomas que nos produce. Esa es la lógica neoliberal de la producción y esa es la lógica que se utiliza para el “análisis crítico” en el texto “Presismo y anarquismo…” ¿Los motivos…?, ¡vaya usted a saber…!

Las apreciaciones y conjeturas sobre el “gueto”, no son más que una serie de fantasías tan espectaculares que sólo pueden ser comparables por su estilo, con cualquier “teoría de la conspiración”, y si no, veamos una breve muestra: El “gueto” ha servido “como laboratorio para procedimientos de manipulación y recuperación, utilizado por la izquierda partitocrática, por la “sociedad civil”…”

No he continuado con el desarrollo de la frase, porque a mi entender, sobran palabras…, eso sí, por lo menos reconoce que hay “muchas cuestiones importantes de las que durante mucho tiempo no se ha hablado más que en el gueto…”, aunque luego contrarresta esa afirmación diciendo que eso “no quiere decir que sea allí donde se están planteando o vayan a plantearse realmente”. Es decir, el “gueto” es el único lugar en el que se han hablado muchas cosas importantes durante mucho tiempo…, y para nada. No sé si esto lo podríamos mirándolo desde otra parte diciendo que hay otros lugares en los que nunca se hablan cosas importantes, pero se resuelven. Es todo como bastante absurdo y contradictorio, pero el texto “Presismo y anarquismo…”, no lo es menos. Ese “gueto”, manipulado y recuperado por la “izquierda partitocrática” y por la “sociedad civil”, es el único lugar en el que se hablan todas las cosas importantes que no se hablarían en otra parte.

También se asegura que las asambleas son un “ritual” de consensos ajenos a la lucha social, pactados de antemano entre “camarillas dirigentes”, “militantes centrales y militantes periféricos”. No puedo estar seguro de lo que voy a escribir ahora, pero a mi me parece que el entorno anarquista asambleario, es tan amplio y disperso, que difícilmente podría producirse algo similar a lo que señala el texto, como si el autor tuviera un extenso conocimiento y participación, y una visión permanente de todo lo que se mueve en ese informal y difuso territorio de las asambleas. Es decir, disponer de esos atributos tan omnipotentes que sólo están reservados a los dioses.

El texto me recuerda bastante, a partes de algunos escritos de Pio Moa, por su capacidad para desvariar y decir un montón de sandeces sin reflexión alguna. Por ejemplo, y obviando las teorías conspirativas, el “gueto” anarquista, plagado de jóvenes narcisistas, “recoge una parte de la herencia en descomposición de la extrema izquierda político-sindical”. En la mayoría de las ocasiones que recuerde, se nos ha descalificado como “gueto”, precisamente porque no aceptábamos esa “herencia de la extrema izquierda político-sindical”, y aunque se asegure que nunca en el “gueto” se dio “una verdadera crítica del izquierdismo…”, quisiera matizar que salvo lo de “verdadera”, que es un término más para creyentes de alguna religión o ideología totalitaria, la crítica a ese izquierdismo político-sindical ha sido y sigue siendo sostenida desde eso que llaman “gueto”. No voy a extenderme mucho en esta cuestión, pues de todos y todas es conocida la deriva de personas cercanas a entornos libertarios hacia el apoyo de candidaturas políticas, colaboraciones con las instituciones o la participación parlamentaria, y que ante la crítica por sus actuaciones, se ha respondido, no pocas veces, alegando que “había que abrirse y salir del gueto”. Es decir, el “gueto” se crea en parte para justificar y legitimar las incoherencias de quienes dicen no pertenecer a él.

Entre muchos de los desvaríos que se mencionan, voy a destacar alguno: “…dispuestos a negociar con la dominación las condiciones para el mantenimiento de un lugar a su sombra…” Pudiera parecer que en esa “negociación con la dominación”, algunos son tan “narcisistas” como “necios”, pues parece que dice que negociaron años de cárcel “para el mantenimiento de un lugar a su sombra…” Es decir, las personas anarquistas encarceladas, las desalojadas, las represaliadas por cada una de las luchas abiertas…, fueron golpeadas, detenidas, encarceladas…, como resultado de sus negociaciones para mantener su “chiringuito” y poder seguir viviendo a la sombra de este sistema. Se podrían decir muchas verdades al respecto, algunas incluso incómodas para sostenerles la mirada, pero lo que se afirma en el texto sólo se me ocurre definirlo como una aberrante y falsa barbaridad.

Esa lógica tan propia del positivismo, afirma que “otro de los aspectos de esa idiosincrasia guetista …/… es cierto “malditismo”, una tendencia a adaptarse a las condiciones de esa marginación …/… que nos dejan y considerarlo “nuestro”, para luego negociar las condiciones de su propiedad, entrar en un tira y afloja con el enemigo”

Es decir, la okupación no es una lucha contra la propiedad y su especulación. La lucha anticarcelaria, no pretende acabar con las prisiones…, sino que son juegos con los límites que lo que buscan, es negociar con “el enemigo” ese espacio y que sigan existiendo las cárceles y la especulación, para así preservar eternamente esos espacios de lucha. Y sí, es cierto, alguien podría pensar que es de ingenuos e ingenuas el combate con esta desproporcionalidad frente el sistema y que nos mueven objetivos inalcanzables, y es así… Inalcanzables porque son utópicos, pero no imposibles, y en los que lo importante no es tanto llegar, como el camino recorrido.

Y eso es algo que no entiende y desprecia el autor del texto “Presismo y anarquismo…”, que reclama a los demás, “acontecimientos históricos”; mientras que por otra parte les acusa de “…ciudadano consumidor al servicio de la megamáquina explotadora…” y que “no abren un campo para su libertad, no crean su mundo, ni luchan por ello, solamente sobreviven…”

Y cuando dice todo eso y mucho más que no voy a reproducir, unx, sea parte de ese “gueto” al que le relegan las “élites” o sea parte de otra parte, debería de preguntarse en qué mundo vive el autor del texto. ¿Tal vez él sí ha conseguido crear las condiciones que conforman su mundo, no vive asalariado, ni explotado por la “megamáquina”, ni tampoco sobrevive…? ¿Recordamos la frase que nos decía sobre la crítica y la autocrítica…? Parece que él se haya más allá de ese “bien” y ese “mal” a los que invoca.

El regalo de todos los adjetivos propios e impropios del “gueto” parecen de otra galaxia, no por la extravagancia de su lógica, sino por la imposibilidad material de llevarse a la práctica en un contexto en el que, quien más y quien menos, no vive de rentas o del sustento de sus padres, sino de tener que trabajar en las actuales condiciones de precariedad laboral, a penas sin tiempo ni para repensarse unx mismx… Si he tenido la posibilidad de escuchar a alguien que haya expuesto la necesidad de un cambio total y radical en las relaciones, esas han sido personas anarquistas. Si he visto ese esfuerzo para el cambio en las relaciones, ha sido en entornos anarquistas, y no pretendo decir que todas las y los anarquistas estén en la misma sintonía y que no hayan muchos y muchas que con sus actitudes perpetúan este sistema. Pero es cierto que, si en ámbitos anarquistas hay poco, en otras partes hay poco menos que nada.

Más allá de algunas grandes verdades sobre la poca efectividad de nuestras luchas como anarquistas, el texto parece más bien una reacción visceral, un vómito cargado de prejuicios.

¿En qué me baso para decir que el escrito está plagado de prejuicios?, pues en que no sólo hay falsedades, sino en lo que me parece que son interesadas imprecisiones para reafirmar sus argumentos.

No soy historiador, ni tampoco estudioso, ni nada que acabe en “or” u “oso”. A pesar de ello, he leído más bien poco, he visto algunos documentos y he escuchado con atención los relatos de personas que sí vivieron la experiencia colectiva y revolucionaria de ciertos momentos. De todo ello, saco mis conclusiones e interpretaciones, evidentemente tamizadas por el cedazo de mis ideas, de mis deseos y de conformar el mundo-mi mundo con ellas.

Como no tengo la suficiente edad como para haber vivido la historia revolucionaria, interpreto que en el 36, cuando varias personas anarquistas asumieron posiciones de poder y de gobierno, no pocos y pocas anarquistas reconocieron esos hechos como un tremendo error. Puede que las organizaciones de las diversas tendencias comunistas no estén de acuerdo, pero entiendo que en ese momento, la burguesía más liberal catalana y las organizaciones de la izquierda autoritaria, metieron en una encrucijada al movimiento libertario y, diversas personas de la CNT con gran influencia en la organización, decidieron asumirla colocando a todo el movimiento libertario en una tremenda contradicción que, como más tarde se pudo constatar, desembocó en un callejón sin salida y en el fortalecimiento de las fuerzas contrarevolucionarias de la reacción, favorables a la República.

De uno de estos anarquistas, García Oliver, que asumió la máxima responsabilidad del ministerio de justicia, se afirma que hay quienes aseguran que fue el “inventor de los campos de concentración”. Quienes dicen esto, lo sostienen o lo difunden, ellos o ellas sabrán por qué lo hacen, pero la historia de los campos de concentración señalan su creación allá por el siglo XVIII y el término moderno parece que se adoptó en la guerra española contra la independencia de Cuba. Es decir, 40 años antes de que García Oliver ocupara ese cargo ministerial.

Este espectacular “despiste”, no contradice el relato de la colaboración de anarquistas en el encierro, ajusticiamiento y ejecución de “elementos” considerados fascistas o colaboradores, pero lo que habitualmente se olvida señalar casi siempre que se alude a estas circunstancias, es el contexto revolucionario, en un principio, y el contexto de guerra después.

Pero más allá de los contextos, los crímenes pueden entenderse pero nunca deberían ser justificados, y buena parte de las y los anarquistas se opusieron y denunciaron estos asesinatos. La historia de Felipe Sandoval, y su muerte en la cárcel, nos podría poner en situación sobre el papel de estos “verdugos de la revolución” y el desprecio que hacia ellos sintieron muchos de las y los anarquistas. Y sí, ellos, tampoco son el “mal”…, aunque también hubieran anarquistas que miraban hacia otro lado.

En los años cercanos a la muerte del dictador Franco (no se debería nunca olvidar que Franco fue un dictador, y el texto no lo recuerda), la participación de las y los anarquistas en la lucha contra el sistema penal, al contrario de lo que a veces se afirma, no fue “tan poco relevante”, lo que sí que se podría entrar a discutir, sería su efectividad o su difusión. Es cierto que a veces hay cierta despreocupación cuando se trata de cuestiones penales, pero muchos y muchas anarquistas, en los años 70, desde nuestra incipiente e ilusionada juventud, participábamos en la lucha contra la dictadura y parte de esa lucha tenía como objetivo la libertad de las personas presas, políticas y comunes también, un clamor que no fue aceptado por toda “la extrema izquierda político-sindical”. Recordar que en esos años había publicaciones de tendencia ácrata que publicaban en casi todos sus números, artículos sobre la lucha de los presos en la COPEL, o de antipsiquiatría, por mencionar los que se relacionan con lo que se habla.

Hay quien confunde a las y los anarquistas con la CNT-AIT, así como también hay quien confunde a las y los militantes y sindicatos de la CNT-AIT, con la CNT-AIT. Y pudiera parecer que todo es lo mismo, pero hay importantes y sutiles matices, y es por ello que por la CNT-AIT han pasado tantas y tantas personas, muchas de ellas decepcionadas o contrariadas, sí, pero estuvieron allá en algún momento luchando por lo que deseaban, porque allí encontraron el espacio. Y me parece que eso tampoco habría que olvidarlo, de la misma manera que se recuerda muy a menudo que esta CNT-AIT de hoy, no es la del 36, y ni tan siquiera la de los años 70, en los que fue una de las pocas organizaciones con capacidad de convocatoria y lucha que no firmó los Pactos de la Moncloa. De aquellas tormentas y esos olvidos y amnesias, hoy tenemos estos lodos.

Para legitimar su discurso, el texto nos regala algunas partes de las luchas de los presos en los años 80, mencionando a la APRE, y muy anteriores a la creación del FIES. A lo que me quiero referir es que NO se puede culpar de “indiferencia” a quienes apenas sí habían “nacido”, y de “que no alzaron la voz ni una sola vez en su defensa…” (refiriéndose a las luchas de la APRE). Además, en el texto mezcla cuestiones que sólo tienen relación causal. Confunde la lucha anticarcelaria y la de solidaridad con la lucha de las personas presas, una es consecuencia de la otra, pero no son lo mismo. De la misma manera que los grupos de anarquistas no son todos iguales como para meterlos en el mismo saco y soltarles semejante golpiza dde insultos y descalificaciones. La crítica no es un insulto, y tal vez alquien se quiera justificar diciendo que llamar narcisistas a las y los jóvenes anarquistas no es un insulto, sino un rasgo de personalidad, pero debo insistir en advertir que ese tipo de categorizaciones colectivas, son las generadoras del “gueto”. Alguien puede tener características que se ajusten a las que se describen con la categoría de narcisismo, pero no existe una categoría de “narcisismo colectivo”, y lo que el texto señala, es una “cualidad” inventada que afectaría a todos los jóvenes anarquistas.

Y continuando con lo que conozco de experiencia propia*, en Catalunya, a finales de los años 70, la CNT-AIT estuvo presente en muchos frentes de lucha contra el sistema carcelario. Hay suficiente documentación gráfica que así lo confirma, pero más allá de esa participación de la CNT-AIT, lo que hay que rescatar de la memoria, es que muchas y muchos anarquistas no pertenecíamos a la CNT-AIT, y participábamos activamente en la solidaridad anticarcelaria.

Cuando se habla de esos años y de las luchas desde la cárcel, la COPEL es siempre el más importante referente. Otra cuestión que quiero enfatizar, es que esa lucha también tenía su lugar en las calles, y muchas de las personas que nos organizábamos ahí fuera, éramos anarquistas y, tal vez, lo que dificultaba los “análisis estratégicos” en ese momento, fue que en la mayoría de las ocasiones, con quienes nos organizábamos desde nuestra autonomía, no eran anarquistas y nuestro objetivo principal era la lucha contra la dictadura.

El “pretenciosamente llamado movimiento anarquista”, sería “pretencioso”, pero era multitudinario. Decir lo contrario es hacer un revisionismo de la historia que falta a la verdad documental. ¿Cómo se explica sino la multitudinaria convocatoria del míting de Montjuic. Sí, alguien podría decir que vinieron muchos autocares de otros lugares, y es cierto, pero eso no resta credibilidad a la capacidad del movimiento libertario que quedó plasmada en jornadas libertarias como las del Parque Güell o el Saló Diana. Nadie, desde entonces, ha conseguido nada igual, con excepción de las convocatorias en Euzkadi. Y no me refiero a la asistencia, sino a su combatividad y creatividad. El tan repetido caso Scala sólo es posible concebirlo desde una estrategia de contrainsurgencia de los servicios secretos del estado español, promovida desde las altas instancias del poder. Y esas estrategias no se desarrollan sin el “enemigo interno”.

Cuando se afirma que la presencia de anarquistas “apenas” se ha notado “en la crítica práctica de la maquinaria social punitiva”, lo que se dice es una falsedad. Otra cuestión es la trascendencia de esa crítica a nivel mediático y espectacular, como señala el texto “Presismo y Anarquismo…”, pero parte de esa crítica sin “autor”, fue recogida por diferentes colectivos anárquicos e incluso por abogados que denunciaron las continuas reformas del código penal o la misma situación carcelaria. En todo caso, el gran vacío en el “movimiento anarquista”, tendría lugar en la incapacidad de articular estrategias comunes a medio y largo plazo y en ocasiones, el querer imprimir un tipo de respuestas de acción directa a todo el movimiento, sin entender que la lucha se lleva a cabo a muchos niveles y que todos son necesarios y pocos imprescindibles.

Casi a la mitad del texto se hace referencia a la llamada “lucha contra el FIES”…” diciendo que “la “lucha anticarcelaria” se limitó en “sus espacios” a la mera propaganda: carteles, charlas, programas de radio…” Como iré explicando, veremos que no es cierta esa afirmación del límite a “sus espacios”, pues esa lucha nació precisamente para que trascendiera más allá de los muros carcelarios y del ámbito anarquista, y quien señale esa falsedad demuestra un profundo desconocimiento de la realidad de esa lucha, y referirse a ella como “testimonial” y “rutinaria” es ignorar la persecución y encarcelamiento de compañeros y compañeras, así como las habituales represalias contra las personas presas.

En una ocasión escuché, en un programa de una radio libre, a una persona que había pasado más de 20 años de prisión, la afirmación de que en la asamblea anticarcelaria en la que yo participaba, habían carceleros. Ese tipo, pues no me merece otro nombre, jamás se había pasado por la asamblea, y debo suponer que eso lo decía porque, por graves cuestiones, habíamos rechazado vincularnos con el “centro social” que él había okupado.

Apunto esta desagradable anécdota porque es muy parecida a lo que afirma el texto cuando dice que “muy temprano, esa especie de marketing político entró en una relación ambigua con el clientelismo asistencialista de la extrema izquierda…”, haciendo referencia a lo que él llama “coordinadora de organizaciones de solidaridad con las personas presas” (CESPP). Así como puedo suponer los motivos por los que aquel sujeto llegó a mentir gratuitamente ante los micrófonos de la radio libre, debo decir que desconozco por qué se hace esta afirmación que en modo alguno, no es cierta.

A decir verdad, un colectivo de dicha coordinadora (CESPP) fue el que inició la denuncia contra el FIES a los pocos años de emitirse la circular para la creación de esos departamentos en las prisiones. El frente que abrieron, iba más enfocado al terreno jurídico y asistencial, pero siempre individualizado, y haciendo de los casos individuales una denuncia colectiva. Los y las anarquistas no estábamos plenamente involucrados en esa lucha, pues apenas era conocida. Fue a raíz del libro de Xosé Tarrío y de la salida en libertad de Patxi Zamoro, que en los entornos anarquistas se empezó a tomar conciencia sobre esa situación. El movimiento anticarcelario anarquista todavía no existía, y no fue hasta que en el año 1999 que, tras un escrito de los compañeros italianos presos en el FIES de Jaén II, en el que reclamaban apoyo para dar a conocer sus reivindicaciones, que se empezaron a formar asambleas y grupos de lucha anticarcelaria, consiguiendo una informal coordinación a nivel de todo el estado. Y es precisamente cuando algunos colectivos de la CESPP son criticados por instrumentalizar la lucha de los presos, que en una asamblea de dicha coordinadora (CESPP) en Madrid, se decide no apoyar a los grupos anarquistas, y sólo unos pocos colectivos de esta coordinadora siguieron manteniendo relaciones con la coordinación anticarcelaria anarquista, en la que es falso que participara la CNT, aunque sí algunos grupos de las juventudes libertarias.

Es tan falsa esa “relación ambigua con el clientelismo asistencialista de la extrema izquierda”, que esa lucha, desde la perspectiva estratégica anarquista, se asumía como colectiva, mientras que la CESPP la planteaba individualmente preso a preso. De ahí otro de los conflictos que se produjeron al convocar las personas presas una huelga de hambre indefinida, al tiempo que la CESPP, lanzaba una propuesta de asesoramiento y seguimiento judicial para todos los FIES en las que se les exigía que renunciaran a las propuestas de lucha, por lo que los presos en lucha acabaron denunciándola como “propuesta de desmovilización”. Quiero decir que por mucho que los presos convocaran a todos los que quisieran apoyar de alguna manera su lucha, ellos iban haciéndose una situación muy clara de dónde estaba cada cual. Toda esa “relación ambigua” que se afirma, no es más que pura invención y se asemeja más a esos relatos de trasnochada conspiración, que a lo que sucedió. En Barcelona, se constituyó una asamblea a la que asistieron el primer día, dos colectivos que integraban la CESPP. A la segunda asamblea, sólo asistió uno de ellos y semanas después este colectivo abandonada la CESPP, tras el penoso comunicado interno de no apoyar a los colectivos anarquistas.

Otra invención es la referente a que “la lucha contra el FIES coincidió con un relevo generacional en el gueto, con el consiguiente enfrentamiento entre dos grupos de edad…”

En muchos lugares no había existido lucha anticarcelaria hasta entonces, por tanto, ¿a qué relevo se refiere…”. Es falsa esa pugna del relevo generacional y la división por edad de “esos dos grupos”. La CESPP existía desde los años 80, y fuera de la CESPP se formaron diversas asambleas y grupos que que se coordinaron, apenas sin relación con la CESPP. Las pugnas surgieron especialmente por cuestiones de dirigismo y capitalización de la lucha, y dentro de esa informal coordinación anarquista, había grupos que, con independencia de la edad, asumieron su interpretación de propuestas de lucha informal del insurreccionalismo, y quienes no asumieron esa forma informal organizativa. Es decir, unos no estaban en una lado y los otros en el otro. Ni lxs “más jóvenes” eran más informales, ni “los más viejos” eran más legalistas. Aquí el autor se deja llevar por otro de los tópicos prejuiciosos de que la juventud es más rebelde e insurrecta, y los mayores, más legalistas… Antes de la llegada de esa llamada “moda insurreccional”, ya estaba creada la informal coordinación anticarcelaria anarquista, y algunas de las personas de esa coordinación, se vieron influenciadas por las ideas insurreccionales, pero no todas y tampoco eso supuso una ruptura, sino planteamientos diferentes que nos llevaban a debates, pues aunque se hablara de informalismo, también participaban en algunas asambleas formales.

Otra visión tan sesgada como distante con la lucha anarquista anticarcelaria, se puede identificar cuando afirma que: “dieron lugar a la faceta “anticarcelaria” de esa propaganda ideológica que constituía casi su única actividad, aparte de la ocupación…” Como podemos leer, habla de “ocupación” sin “k”, cuando entre una y otra hay abismales diferencias que, probablemente por esos mismos prejuicios, su sensibilidad de análisis no puede reconocer. La lucha anarquista anticarcelaria se vio implicada en más luchas además de la okupación. La lucha de las y los solidarios de Itoiz, la lucha contra el TAV, contra la globalización o contra la explotación carcelaria y las empresas que se beneficiaban de ella, así como diversas propuestas de salud que afectaban a personas dentro y fuera de las prisiones, fueron luchas paralelas, como también el apoyo a otras luchas de presos a nivel internacional.

Es cierto que en ese contexto, no sólo se tuvo que luchar contra las instituciones del estado, sino que también nos enfrentamos contra algunas estrategias reaccionarias y la incomprensión de sectores de la CESPP, y es por eso que ese espacio abierto, a mi modo de entender, fue lo suficientemente importante como para que el estado y su gobierno, echara a rodar su maquinaria represiva y contrainsurgente.

Las valoraciones personales y adjetivaciones de las diferentes estrategias de lucha que se dieron en la organización anticarcelaria anarquista, “formal” e “informal”, no dejan de ser eso, valoraciones personales. Los montajes “mediático-policiales”, cuando los hubo, deberían recordarnos lo anteriormente dicho sobre el caso Scala y “el enemigo interno”. No fueron ni casuales, ni accidentales. Juzgar si se estaba preparado o no, o valorar criterios estratégicos para ese tipo de actos, independientemente de que se compartan o no, me parece un ejercicio gratuito de arrogancia suprema, de soberbia de “juez” que determina qué es lo adecuado y qué no lo es.

Afirmar que “los “anárquicos” carecían de cualquier discurso o estrategia que no fuera la nueva retórica “insurreccional” ibérica”, es otra invención gratuita para hacer pasar a las y los anarquistas como estúpidos y meros imitadores. Esos discursos anticarcelarios que posteriormente todos tenían en la boca y aparecían en las publicaciones o se escuchaban en las emisoras de radios libres, no salían de otro lugar que de las luchas anticarcelarias anarquistas, y de compartir opiniones con otros compañeros y compañeras de otras realidades, de dentro y fuera de las cárceles. Recuerdo muy especialmente la reflexión de compañeros y compañeras de Francia que nos alertaban de que, con las tecnologías existentes, los estados podrían llegar a ser promotores de la desaparición del encierro carcelario, viendo como al poco tiempo se iban imponiendo los equipos de control telemáticos.

En aquellos días, en muchas publicaciones se podían leer textos escritos por anarquistas de dentro y fuera de las cárceles, y afirmar que “carecían de cualquier discurso”, es una burda mentira, pues probablemente aún se puedan encontrar dichas publicaciones y como es habitual en las ocasiones que se comparten escritos, los de fuera nos nutríamos de los de dentro, y los de dentro se nutrían de los de fuera. La dirección no era únicamente en un sentido, pues, lo que más se enviaba desde dentro, eran comunicados reivindicativos o poniendo al día la situación de las personas de alguna prisión, y sin embargo, desde fuera, la comunicación era mucho más en el sentido de las ideas, pues como ya aclara el texto, la mayoría de presos no eran anarquistas. Era desde fuera que se enviaban libros de contenido anarquista, y no al revés.

Otra de las grandes “verdades” que se difunden, y que sólo es una verdad a medias, es que en esa lucha “no hubo ni debate, ni autocrítica, ni balance de ninguna clase, aparte de los comunicados de algunos presos y la crítica “anarquista” del presismo. No se aprendió nada”.

Lo que pediría es que nadie hable por las y los demás, y que si esa ha sido la circunstancia o situación de alguien en particular, no la haga extensible al resto, pues por lo menos esa visión a mi no me representa. Por lo que me concierne, ese debate que se dice inexistente, en mi entorno si que se produjo en diversas ocasiones a lo largo de todo el proceso de lucha, y no sólo con personas de mi asamblea y de mi localidad. En esos debates y análisis, se hablaron cuestiones que sólo a quienes estábamos allá nos competían y no eran para hacerlos públicos. Como consecuencia de esos debates, reflexiones y autocríticas, apareció ACOPS, que en realidad era el nombre de una publicación, sino el de un grupo que, formando parte de la asamblea anarquista, también tenía vida propia al margen de ella. Posteriormente y como consecuencia de ulteriores debates, y precisamente por proponerse planteamientos y visiones estratégicas diferentes, la lucha tomó un giro más insurreccional, formándose grupos de apoyo a presos concretos por afinidad y que participaban de la lucha contra el FIES.

El comunicado que un compañero anarquista preso escribió haciendo énfasis en la necesidad de un debate, un balance y una reflexión sobre “la lucha contra el FIES”, propició un espacio de debate más amplio y abierto acerca de esa lucha. Este debate es cierto que, en su amplitud, hubiera sido necesario mucho antes, pero no es menos cierto que los grupos y colectivos que formábamos parte de esa coordinación anarquista anticarcelaria, no estábamos sujetos a ninguna “obligación”, y funcionábamos más entre nosotros por afinidades, y era con esos grupos más afines con los que debatimos.

Tampoco es cierto que a las aportaciones que hicieron los compañeros presos, no haya habido ninguna respuesta desde fuera. ¿Cómo lo sabe quien afirma eso, acaso él controla los correos de los compañeros y los nuestros?. Esa es otra de las fantásticas invenciones que aparecen en el texto, que no es lo mismo que afirmar que esas contribuciones de fuera, no se han hecho públicas o no hayan llegado a todos los presos. Esa es una queja de algunos compañeros presos, o de las personas que se comunicaban con ellos, pero esa fue la consecuencia de ese cambio estratégico hacia la afinidad, que en unas ocasiones funcionó y en otras no.

Si formar parte del “gueto” es difundir la lucha entre los familiares de los presos o llevarla hasta las personas de los barrios que nutren las cárceles y que por ello tienen muy presente la cárcel, o hasta quienes ni tan siquiera se acuerdan de la existencia de las prisiones y que hay personas dentro…, entonces, efectivamente, la lucha fue “de consumo interno”.

El texto “Presismo y anarquismo…” es una larga disertación en la que se van descubriendo más prejuicios, según avanza el desprecio. Alguien podrá estar en desacuerdo con una estética determinada o con otra, o con estética alguna, pero cuando en el texto hace referencia a una “sumisión a una estética barata”, está haciendo un evidente juicio de valor, “barata”, hacia la estética. Es decir, a quien escribe esto probablemente no le debía gustar la estética de ese “movimiento juvenil” de “ímpetu subversivo” y “narcisista”. La estética ha sido siempre otro de los tópicos más recurrentes cuando se ha querido descalificar a algún grupo o colectivo subversivo. También es un recurso de aquellos que, queriendo formar parte de ese grupo, no están dispuestos a asumir esa estética y por ello se pueden sentir “desplazados”, “no incluidos”, cuando seguramente nadie le está excluyendo. Se puede entender como un querer estar, sin ser.

Leer todo este texto me ha generado esa extraña sensación que ya en otros momentos he vivido, y que todavía me pregunto a qué es debido esa reacción. Lo que sí que puedo asegurar, es que esa lucha, la lucha contra el FIES, se dio. Es cierto que, como se ha señalado en numerosas ocasiones, no se consiguió ninguna de las reivindicaciones, y eso algunos lo recuerdan de una manera crítica y otros autocrítica, dependiendo desde qué lado de la lucha se estuviera.

En mi opinión, la importancia de ese momento que duró poco más de año y medio, estriba en el planteamiento colectivo de la lucha dentro de la cárcel, que hasta ese momento se venía haciendo desde la denuncia individual. Otra de las cuestiones que me parecen importantes, es que se empezó a hablar del FIES de una manera menos restringida, y no sólo en el “gueto”, haciéndose eco muchos medios aunque fuese para crear alarma social con los presos más peligrosos o con los anarcoterroristas. Otra de las cuestiones que desde hacía muchos años no se producía, fue la respuesta de la solidaridad internacional. Esa dimensión internacional era impensable en el inicio de la lucha desde la informal coordinación anticarcelaria anarquista. También tomó una nueva vitalidad la difusión impresa, con la aparición de numerosos fanzines y publicaciones en las que en su mayoría, se recogía y difundía la situación carcelaria del FIES… Me parece un total despropósito y una completa desconsideración y falta de visión, considerarlo un “intento de lucha fracasada”.

Ese momento de lucha, parece que no cambió nada, pero sí lo hizo, y lamentablemente no pudo tener continuidad, ni ha sido posible reproducirlo. Tal vez estas hipotéticas críticas que aluden a la impotencia, tengan razón; sólo que me parece que hablan desde su frustración y de su propia impotencia para reproducir una lucha como esa. No fue tan “grande” como para pasar a la “historia”, pero fue desde abajo y ya sabemos que la historia siempre la suelen escribir desde arriba e ignoran esas osadas resistencias de quienes en algún momento intentaron plantarle cara con su rebeldía.

Calificar de “mirada afilada” al texto “el fin de las cárceles es el fin del presista”, no deja de ser paradójico, pues el texto fue escrito por compañerxs que participaban de esa lucha anarquista anticarcelaria, y que, como todos los textos al respecto, hablaba de alguna parte de la realidad, pues no podía hacerlo de todas. Ese texto fue colgado en alguna web, y aunque se quiera hacer creer que no hubo respuestas, sí las hubo y hasta alguno de los compañeros que lo escribieron, acabó reconociendo la salida de tono.

Todo el texto “Presismo y anarquismo…”, de la misma manera que es un retrato sembrado de prejuicios, también lo es de arrogancia, hasta el punto que él solito se atreve a sentar las bases desde las que inexorablemente debe partir, y sin discusión alguna, “ese debate sobre objetivos y medios en la lucha contra el poder punitivo del Estado”. El texto no opina, sentencia constantemente lo que es y lo que no es, lo que sucedió y lo que no sucedió, Como tiene que ser y cómo no; como si con su visión “universal” y “panóptica” lo hubiese observado todo. Hasta su discurso está un tanto desfasado y caduco. Afirma que “la cárcel es más vulnerable desde dentro que desde fuera, precisamente en la medida en que la tecnología penitenciaria no logre imponerse sobre la rebeldía de los presos…”, ignorando que hace tiempo las y los anarquistas han venido señalando algunos factores que han conseguido desmovilizar las luchas en el interior de las prisiones. Uno de ellos, la gran proporción de personas migrantes y el perfil tan distinto de las personas presas, al que había en los años 70, 80, 90… Otro factor mucho más importante para esa desmovilización, es la utilización de los fármacos o drogas legales y módulos terapéuticos, que crean la falsa realidad de “otra cárcel”. También se podría criticar que hasta ahora nadie ha denunciado dicha situación, pero hay documentos publicados y difundidos hace algunos años, que demostrarían lo contrario.

Esta lucha no era una lucha de protagonismos, sino, como dijo un compañero preso, el punto de partida. Es cierto que posteriormente los intentos de continuación, a pesar de las intenciones previas, han sido muy desiguales, pero viendo las elevadas expectativas que algunos se hacían después de la lucha contra el FIES, no es tan sorprendente el resultado.

Cuando en el texto “Presismo y anarquismo…”, afirma que “los autodenominados anarquistas mitifican a los presos como una especie de vanguardia de la rebeldía social o sujeto revolucionario sustitutivo”, lo que demuestra es que no superó esa etapa de incubación de la lucha contra el FIES. Ese fue uno de los primeros debates que tuvimos en nuestra asamblea y en otras partes, cada cual con sus conclusiones. La CNA-Madrid, se planteó el apoyo exclusivo a presos políticos, mientras que en otros lugares decidimos mostrar solidaridad “con los presos en lucha”, de ahí que a partir de un momento, se asumiera dicha cuestión y se hablara siempre de “presos en lucha”, en vez de solo presos. Eso más que una “mitificación”, fue el reconocimiento de una realidad.

Decir que se les hizo creer a los presos que existía un “movimiento anarquista que les apoya”, es como pensar que los presos son tan estúpidos como los anarquistas. Nadie podía preveer, ni dentro ni fuera, el alcance de la lucha, y si bien es cierto que en las primeras etapas, por las respuestas en la calle, se magnificó, tras los primeros golpes represivos, lo que se dejó entrever, fue que ese movimiento que se había conseguido, no era del todo real en algunas partes, y en ese aspecto de consolidar lo que se tenía, también se trabajó. Esa fue otra de las autocríticas que salieron de algunos colectivos de la calle.

Y mientras había, según el autor del texto, de dos narcisismos producto de la alienación, el de dentro y el de fuera, que se necesitaban y alimentaban mutuamente; de no se sabe qué parte, aparece otro tercer narcisismo alienante en escena, para decirles a los otros lo narcisos que son. El texto “Presismo y anarquismo…”, insulta y descalifica de mil maneras y formas la lucha anticarcelaria anarquista, con la falsa excusa de una supuesta crítica a la lucha contra el FIES.

Para concluir, de momento, recordar que en la publicación de la CESPP, la revista Panóptico, en su número 4 del año 2002, apareció un dossier sobre movimientos sociales y cárceles. En dicho dossier, uno de los artículos, “La Calle”, hace un recorrido por ese momento de lucha y aparece escrito por gente anónima “ex-AAPPEL”. Comentar que a pesar de los intentos de la CESPP por capitalizar e invisibilizar la lucha anarquista anticarcelaria, no tuvieron más remedio que reconocerla a regañadientes, y como muestra, las respuestas de personas de esa CESPP a ese escrito, en el posterior número de la revista Panóptico.

Aunque en algunas cuestiones relacionadas con la CESPP, ambos textos coinciden, en lo que se refiere a la informal coordinación anarquista anticarcelaria, no. Quienes escribieron el texto de “La Calle”, pues fue un texto colectivo, formaban parte de la lucha anticarcelaria anarquista en diferentes lugares. Pese a que el texto “Presismo y anarquismo…” arremete contra profesionales, políticos y académicos, cuando su lenguaje es una fiel reproducción de esos discursos que critica, contrastando claramente con el lenguaje mucho más accesible de quienes formaron parte de ese espacio de la práctica de lucha y su forma de expresión anónima. Eso también nos habla cómo se han acercado unas, unos y otros, y qué los distancia.

ANEXO
“Presismo y anarquismo. La lucha anticarcelaria en el gueto hasta la campaña contra el FIES”
http://to kata.info/presismo%E2%80%88y%E2%80%88anarquismo-la-lucha-antica/

La Calle. Gente A-nonina (desde ex-AAPPEL), pág 189. Panóptico nº 4 2º semestre del 2002. “Dossier sobre movimientos sociales y cárcel”.
http://www.virus editorial.net/paginas/pdf.php?pdf=panoptico-4-2a-epoca.p  

La info original, aquí:

http://bar celona.indymedia.org/newswire/display/499674/index.php