Reflexiones sobre las posturas apolíticas, la irrupción del fascismo, y el “todo vale” en los movimientos animalistas

EL ESPECISMO NO ES UNA ISLA

Asumiendo que no existe un movimiento animalista como tal, sino una gran variedad de individuos y grupos con diferentes tendencias, metodologías, e incluso objetivos, queremos poner sobre la mesa algo que creemos que es común y fundamental para cualquier persona que se preocupe por la situación de los demás animales en nuestra sociedad: preocuparse por una situación injusta, posicionarse al respecto y emprender una lucha activa para cambiar esta situación supone, de hecho, adoptar una postura y una práctica política.

En el caso antiespecista, esta postura se traduce en dar prioridad a cuestiones fundamentales como el respeto hacia la vida y la libertad de otros individuos, por encima de cuestiones arbitrarias, y por encima de leyes y privilegios.
En este sentido, nos preocupa contemplar cómo en determinados ámbitos se tolera de forma acrítica o incluso se acepta abiertamente que personas con ideologías y prácticas autoritarias participen en la lucha animalista, bajo la justificación de que “no nos importa su opción política mientras ayuden a los animales”. Muchas veces, para explicar nuestro rechazo hacia la masacre de los demás animales, la comparamos con lo que ha sucedido en otros momentos o lugares a grupos humanos, como el ejemplo del Holocausto
nazi. Sin embargo, al darle la vuelta, nos parece que la defensa de los demás animales no tiene nada que ver con las problemáticas humanas, y toleramos que alguien que justificaría el Holocausto defienda a los demás animales a nuestro lado. Defender a los animales es hacer política, y adoptar una postura política diferente para un grupo y para otro, es discriminación.
Puesto que los animales humanos, independientemente del color de nuestra piel, el género en el que se nos clasifique, nuestra tendencia sexual o nuestro lugar de nacimiento, también merecemos respeto y consideración, nos resulta incompatible sostener un discurso antiespecista y defender los derechos de los animales, con el hecho de admitir a nuestro lado a personas y grupos que mantienen posturas fascistas, sionistas, sexistas, homófobas, xenófobas, etc. El especismo no es un hecho aislado del resto de formas de discriminación y opresión que existen en nuestra sociedad. Tiene su origen y se fundamentan en valores que, si se abordan de manera sesgada y no se rechazan por completo, seguirán existiendo, reapareciendo, y tomando nuevas formas.

Que una persona de ideología fascista salve a un animal no humano es una buena noticia para ese individuo no humano, no cabe duda; pero la ideología de esa persona es una terrible noticia para millones de animales humanos a quienes no acepta dentro de su círculo de consideración; una terrible noticia para el avance de la igualdad, para el arraigo de unos valores contrarios a la discriminación y la opresión. En definitiva, una terrible noticia para quienes deseamos, para todos los animales sin distinción, la libertad
y el cambio hacia un mundo mejor.

Si defendemos lo que es justo no podemos tolerar a quienes defienden la injusticia.
Debería ser obvio, pero ya está sucediendo.
EJEMPLOS DE FASCISMO EN LOS MOVIMIENTOS ANIMALISTAS
“El mundo del futuro será vegetariano”.
Firmado: Adolf Hitler.

Esta es una de las frases de presentación del blog del grupo PECTA (Patriotas Españoles Contra la Tortura Animal). A esta idea, más bien mitológica y desde luego irrelevante, de que el líder del nacionalsocialismo seguía una dieta vegetariana, se adhieren numerosas agrupaciones que dicen defender los derechos de los animales, al mismo tiempo que sostienen un discurso de extrema derecha y utilizan abiertamente sus símbolos. Este es el caso, por ejemplo, de Vegan Nationalism, Straight Edge España, o DANR (Defensa Animal Nacional Revolucionaria), vinculado a la formación Nueva Derecha y la agrupación Resistencia Cristiana. Aunque de momento no son demasiado visibles en el panorama animalista, existen pruebas de la participación de algunos de estos grupos en convocatorias antitaurinas o campañas de gran alcance mediático como la que se llevó a cabo para tratar de detener el asesinato del perro Excálibur en octubre de 2014.
Lo mismo comienza a suceder con otras organizaciones, de discurso más o menos ambiguo, que se abren camino con sus banderas y enfoque patriótico de la cuestión. No es nuestro objetivo aquí señalar una por una a estas personas y siglas, ni profundizar en sus conexiones políticas, puesto que la observación y una búsqueda rápida por Internet pueden aportar suficiente información a quien se interese en conocerla. Sí queremos, al menos, dejar constancia de su existencia, y alertar sobre las consecuencias que puede traernos acogerles, tal y como ya ha sucedido en otros lugares del territorio europeo. En enero de 2013, en el Estado italiano, un joven perteneciente a un movimiento de derecha estudiantil reconoció varios ataques a la industria láctea. En este Estado, varios grupos vinculados a formaciones políticas de extrema derecha, como Cento per Cento Animalisti o La foresta che avanza, se han hecho un hueco y van tomando fuerza en el entorno animalista. Los ataques de 2013 habían sido firmados con las siglas ALF, facilitando la manipulación mediática y la conveniente conexión del ALF y de las acciones por la liberación animal con las ideas filofascistas.

En Francia, según los testimonios del grupo Panthères Enragées, que trabajan en la cuestión desde una perspectiva libertaria, la escisión en los movimientos animalistas es más que evidente debido al poder y el apoyo que obtienen algunas personalidades de la extrema derecha. En el International animal Rights Gathering celebrado en 2013 en el refugio Animaux En Péril, en Bélgica, este grupo fue expulsado por denunciar la relación del santuario con la activista fascista Nathalie Krier, y por promover un boikot a la proyección de “ALF: la película”. Dicho film cuenta con apoyo y financiación de la fundación de Briggite Bardotte, quien ha sido condenada en varias ocasiones por odio racial y homofobia, aparte de apoyar abiertamente a Marie Lepen. También existen pruebas que vinculan directamente al director de la película ALF con Nathalie Krier, y a ésta última con Esteban Morillo, responsable del asesinato de un joven antifascista en junio de 2013.

En Reino Unido, a finales de 2014, tuvo lugar una campaña contra la pastelería vegana “Cakes ´n´ Treats”, por la conexión de su dueña con un grupo fascista italiano. Finalmente, el establecimiento tuvo que cerrar.
Consideramos que estos hechos no son anecdóticos, sino síntomas de que en los movimientos animalistas es necesario un debate y un posicionamiento hacia otros tipos de discriminación y opresión. Una de las consecuencias más directas de la aceptación acrítica de esta “infiltración” es la división en el movimiento, señalando muchas veces como agitadoras a aquellas personas que rechazan de lleno a los grupos fascistas, en lugar de señalar y expulsar a los propios fascistas. Por otro lado, se abre la veda a que, a través del rechazo a las prácticas de la explotación animal, se difundan valores racistas u homófobos. En las redes sociales de estos grupos, por ejemplo, se insulta a personas que maltratan animales como “homosexuales reprimidos”, o se da prioridad a noticias en las que la explotación o el maltrato animal vienen de mano de personas de etnia gitana o “raza” negra, dando relevancia a estos hechos arbitrarios. La tercera consecuencia es que, al abrirles la puerta de nuestra casa estos individuos, estamos facilitando la represión hacia el movimiento.

LA REPRESIÓN Y LA POLICÍA “AMIGA DE LOS ANIMALES”
Lo que es legal no se corresponde con lo que es justo. Esto es un hecho fácil de comprender para cualquier persona que observe la situación en la que están los demás animales en nuestra sociedad, y su estatus legal como propiedades. Las Fuerzas de Seguridad del Estado, como su propio nombre indica, existen para defender al Estado y sus leyes. Son, por tanto, quienes ejecutan dichas leyes, sean injustas o no. La policía fue quien permitió a la fuerza que se llevaran a Excálibur para asesinarle. La policía es quien a la fuerza nos impedirá detener una corrida de toros o quien protegerá a un laboratorio de experimentación animal si intentamos salvar a sus víctimas. La policía es quien, incluso, nos impide muchas veces repartir información a las puertas de un circo. La policía es quien saca a nuestras compañeras y amigas de sus casas, muchas veces a través de montajes, y las mete en la cárcel. La policía es quien lleva años infiltrándose en los movimientos sociales para desestabilizarlos, manipularlos y desactivarlos. La policía que de vez en cuando salva a un perro, también es la que los lleva a morir a las perreras, y la que echa a la gente de sus hogares,  la que nos apalea en las manifestaciones… Los policías amigos de los animales nunca podrán ser nuestros amigos, porque pertenecen a una institución que es, por naturaleza, nuestra enemiga. Y, si pertenecen a una institución que nos dificulta la defensa de los animales, no pueden autodenominarse defensores de los mismos. Por tanto, cualquier gesto que nos acerque a esta institución, ya sea apoyarles directamente, poner un “me gusta” en las redes sociales, permitir despreocupadamente que sus valores empapen los nuestros, es ponérselo fácil para seguir infiltrándose, haciéndonos montajes, criminalizándonos y reprimiéndonos. El especismo, como señalábamos antes, no es un hecho aislado, sino una forma más de dominación y autoridad, como lo son el fascismo y la represión del Estado. Creemos que, si queremos acabar con él, tenemos que ser conscientes de este hecho y nunca dejar de cuestionar la autoridad en sí misma.

Asamblea Antiespecista de Madrid