[Porto Alegre, Brasil] Afiches callejeros para que el miedo no sea el único estímulo

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Porto Alegre: Desobedezca: Viva!

Frente a las crecientes medidas de excepción por el Covid-19, en Porto
Alegre salimos a colar unos afiches, para que el miedo no sea el único
estímulo en las calles.

Porque sabemos que cuando el poder dice preocuparse por nosotros,
necesitamos urgentemente desconfiar de él.

La normalidad que defienden, en estos tiempos de pandemia, saldrá
triunfante de ella, con un control propio de un estado de guerra,
impuesto en nombre de la salud y seguridad. Así, para nosotrxs, lxs
anárquicxs, es imposible defender esa normalidad, no defenderemos una
vida de miseria. Por eso, no retrocedemos al colmo de fomentar
plataformas alternativas, consumos alternativos, espiritualidades
alternativas, lecturas alternativas, sumisión alternativa que ayuden a
pasar la cuarentena online.

Algunos recuerdos urgentes sobre nuestras decisiones y acciones
anárquicas.

Para quien se pregunte por qué lxs anárquicos no podemos simplemente
aceptar las órdenes de seguridad y prevención del Covid-19, queremos
recordar que:

Lxs anarquistas, hace casi un siglo, decidimos no alimentarnos con la
industria de muerte del consumismo, e aprendimos con nuestrxs compañerxs
sobre vegetarianismo o naturismo. Prácticas que fuimos reforzando,
después, con el veganismo, y aun con nuestro rechazo y combate contra
los agrotóxicos y la comida industrial. Así, el FLT (Frente de
Liberación de la Tierra) y el FLA (Frente de Liberación Animal)
irrumpieran destrozando mataderos, granjas, criaderos, carnicerias… Y
lxs anárquicxs atacamos supermercados y restaurantes como Mc Donalds,
consientes de que eso no era alimento sino mercadería que nos envenena
e debilita.

También decidimos y hace mucho tiempo, rechazar el control que el
sistema de salud del Estado quiere constantemente imponer sobre nuestros
cuerpos, uniformizando nuestras formas de nascer, de curar, de
«higiene», de alimentación. También nos negamos a aceptar, indiferentes,
el sistema de «salud mental» de la psiquiatria, consientes de que esas
son armas siniestras de la industria farmacéutica que controla buena
parte del mundo, colaborando para formar una masa trabajadora medicada e
conformada con la vida que le imponen. En respuesta, siempre tuvimos
acciones, desde lienzos hasta ataques contra farmacias y farmacéuticas,
que marcaron nuestro afán de librarnos de la «industria de salud».

Lxs anarquistas, desde que comenzamos a nos decir anarquistas,
cultivamos un sentido crítico que nos impide creer en los medios y voces
oficiales de la dominación o de los falsos críticos, consientes de que
estos mensajes no rechazan a la autoridad, que es nuestro rumbo, sino
que llaman a la obediencia y a la normalidad. Con el pasar de los
tiempos aprendimos pues, a desconfiar también de las nuevas tecnologías,
de las «redes sociales» y de la avalancha desinformativa. Y,
consecuentemente, atacamos sus antenas y canales de televisión, sus
radares, los que nos controlan y vigilan día a día.

Nosotrxs nos negamos profundamente a obedecer, porque no reconocemos
amos ni dioses ya que sabemos que su Dios, el dictador eterno, unido a
los que dominan, es uno de los motores de la sumisión de la obediencia,
de la falta de reflexión y decisión individual. Así, hace siglos que
venimos quemando iglesias para liberarnos, con fuego, de ese dominio que
adormece con esperanza a los que son explotados.

Y aún más, lxs anarquistas deseamos que el orden imperante se acabe y
hicimos nuestra parte desde el magnicidio hasta la detonación de
edificios.

Y al hacer una barricada, un día cualquiera, al quemar máquinas, bancos
o unos carros de lujo, decidimos insistentemente, romper el flujo del
capital, ese flujo que, los que aman el lucro, hoy día defienden a
sangre, un flujo que sabemos garantiza el funcionamiento de la máquina.

Y mientras unos quieren que la máquina no pare, nosotros necesitamos
destruirla porque es ella la que nos mata y enferma.

En resumen, porque los anarquistas decidimos atacar la dominación, hoy
como ayer, no solamente alejamos nuestros cuerpos de sus venenos,
nuestras mentes de sus manipulaciones y mentiras, sino que también nos
preparamos para resistir. Como resistieron nuestros compañeros, años de
aislamiento en las cárceles del F.I.ES. (régimen de aislamiento en
España), en las cárceles de los Estados Unidos y en todas las cárceles.
Nos preparamos para resistir las torturas, como nuestros compañeros del
caso «red» y Ilya Romanov en Rusia. Nos preparamos para resistir
persecuciones eternas como Marco Camenish y Gabriel Pombo da Silva. Nos
preparamos para combatir con todas nuestras fuerzas la vida de miseria
que quieren imponernos, como combatieron, por casi 4 meses en las
calles, los compas en Chile.

La paralización y la muerte del orden imperante es algo que siempre
soñamos provocar, que el miedo no nos desconcentre. Las migajas del
Estado no dejan de ser migajas a base de reformas en tiempos de crisis.

Por eso todo, y ciertamente por muchas más, por demasiadas razones de
odio contra los que dominan, lxs anarquistas por la anarquía, no
solamente llamamos a desobedecer, negándonos a retroceder frente a esta
«crisis» globalizada. Llamamos a la desobediencia por la guerra social.
Y estamos llamando, desde diversas partes del mundo, sin coordinaciones
ni mandos, a desobedecer y no quedarnos en prisión domiciliar, pero
nunca para que retorne la normalidad ni para defender ninguna
institución del estado, comercio o iglesia. No queremos una vida rendida
al control, sino la vida libre que decidimos vivir, la que implica alto
riesgo, la que nos hace correr la sangre en las venas. O sea, estamos
llamando a desobedecer para estar donde siempre estuvimos: en defensa de
la libertad y contra toda autoridad.

Desobedezca! Viva!

Anarquistas por la anarquia.