[Itlia] Tiempos y memoria

Extraído de infierno urbano

Era de esperar que, con motivo del vigésimo aniversario de las calurosas jornadas de Génova de julio de 2001, se organizara una miríada de recurrencias desde muchos frentes. Para recordar, para dar testimonio, para no olvidar. Es más difícil imaginar que los más rápidos en este sentido hubieran sido ellos, los torturadores del Estado. Ni siquiera esperaron a la llegada de 2021 para celebrar la matanza que tuvo lugar en aquel lejano verano en la cárcel de Bolzaneto, habiéndola conmemorado ya el 6 de abril de 2020 en la prisión de Santa María Capua Vetere, cuando más de un centenar de carceleros masacraron durante horas a los presos que protestaban. Si hace veinte años los guardias enfadados gritaban «¡aquí no tenéis derechos!», hoy sus colegas gritan «¡somos el Estado!». El concepto, como puede verse, no ha cambiado.

¿Y si, habiendo aprovechado el impulso, diéramos otro salto atrás de 20 años? Uno se arriesga a recordar que el 28 de diciembre de 1980 estalló una revuelta en la prisión especial de Trani. Fue reprimida al día siguiente por los Carabinieri del GIS, que invadieron los rayos al grito de «¡tenemos carta blanca, podemos mataros a todos!». Fue otro baño de sangre. El general Enrico Galvaligi, subcomandante de la Coordinación de los Servicios de Seguridad de las Instituciones de Prevención y Castigo, les había dado carta blanca.

El 31 de diciembre de 1980, unas horas después de la masacre, el general Galvaligi se encontró de repente en presencia de su Dios mientras regresaba de la misa vespertina. No se sabe si Dios le perdonó, sólo se sabe que su encuentro había sido preparado por militantes de la organización armada más notoria de la época. Tenían prisa, estaban furiosos.

Parece que nosotros no. El infierno de los demás puede esperar, contentémonos con el nuestro.