Lecciones dejadas por los antiguos: La batalla del “Pequeño Gran Cuerno”
Articulo tomado de la revista Regresión número 3.
La batalla del Pequeño Gran Cuerno o “Little Big Horn”, fue uno de los episodios más penosos para el ejército estadounidense, episodio histórico enmarcado dentro de las llamadas “Guerras Indias”. En la batalla, los nativos americanos liderados por el jefe Siux Tasunka Wikto o Caballo Loco, el jefe espiritual Lakota Toro Sentado, el jefe Dos Lunas de los Cheyennes, entre otros, lograron una derrota aplastante en contra de los invasores blancos; lo que viene es un rápido recorrido de una de las tantas historias de resistencia a muerte en contra de la civilización y el progreso, la cual, nos deja una muy buena lección.
Pequeño Gran Cuerno era llamado a un rio dentro de los territorios del estado de Montana, Estados Unidos, la zona vecina de Black Hills había sido ocupada mayoritariamente por colonos blancos al encontrar en sus cercanías, minas repletas de oro. En el año de 1876, el gobierno estadounidense intentó comprar las tierras para su explotación, lo que molestó a muchos nativos que aun vivían en la zona. El decreto del gobierno se difundió por esos territorios, dando solo dos opciones a los ancestrales dueños de esas tierras, o vendían sus tierras para ser asignados en una reserva o serian infractores de la ley, muchos eligieron la segunda. Fue así como la resistencia comenzó a consolidarse.
El gobierno dio a los aborígenes un plazo para que abandonaran sus milenarias tierras, al expedirse la fecha y desobedeciendo los mandatos, unidades militares comenzaron a desalojar por la fuerza varios campamentos, la gente de Dos Lunas y de Caballo loco resultaron agredidas y tuvieron que abandonar sus posiciones, fue cuando acudieron al quien en ese entonces se le consideraba el gran jefe espiritual, con mayor influencia en toda la comunidad nativa, Toro Sentado.
Este jefe Lakota hizo un llamamiento a la unidad de otros clanes para defenderse de la amenaza europea, así un tipo “Tlatol” se celebró al mando de mencionado jefe tribal, según las crónicas unos quince mil naturales asistieron a la reunión.
Se dice que Toro Sentado al ver a tanta gente reunida levantó una plegaria, en donde le pedía a Wakan Tanka (según la cosmovisión de los Siux, el Gran Espíritu), que la cacería fuera buena para su pueblo, y así los hombres fueran fuertes e imbatibles. Para que esto llegara a suceder, Toro Sentado hizo la Danza del Sol, en la cual danzó dos días y dos noches sin comida ni agua, orando y observando los movimientos solares. Al final de la danza, el líder espiritual tuvo una revelación, veía una gran cantidad de soldados blancos y nativos caer del cielo, según él, los soldados caídos eran ofrenda para Wakan Tanka, por lo que los guerreros nativos debían asesinarlos pero sin tomar sus armas, caballos o cualquiera de sus pertenencias, de hacer caso omiso a esta regla, los nativos la pasarían mal.
Con el ánimo incandescente, los jefes tribales como Caballo Loco reunieron a sus hombres y partieron en busca de la ofrenda para Wakan Tanka, para al mismo tiempo defender sus tierras de las cuales no se irían sin dar batalla. El 16 de Junio un grupúsculo de guardias nativos divisó de entre las montañas una columna de 1,300 hombres blancos e indios aliados cerca de su campamento en la zona de Rosebud, quien dirigía a los soldados era el teniente George Crook.
La defensa comienza y los hombres se arman para pelear, si los invasores se acercaban más, había la posibilidad de que hubiera bajas de niños y mujeres entre el combate.
Por la madrugada del día siguiente, el jefe Caballo Loco con mil de sus hombres emboscó inesperadamente a los enemigos, fue así como las tropas occidentales se dispersaron y en una rápida estrategia de guerra, la horda de salvajes se dividió en pequeños grupos a la caza de aquellos que se separaron de la columna, haciendo más fácil el asesinato de los soldados norteamericanos, después de haber frenado a los invasores, los nómadas acamparon a las orillas del rio Little Big Horn.
El 25 de Junio de ese año el teniente coronel George Armstrong Custer (héroe estadounidense por su participación en la guerra civil, considerado como el general más joven del ejercito de aquel país en toda su historia, consentido de la prensa y apodado “General Niño”), junto con su columna de 600 soldados dividida en tres grupos, intentaron emboscar a los guerreros que habían desmoralizado al coronel Crook y a sus hombres unos días antes.
Un grupo de los tres, disparó directamente a los tipis frontales del campamento, los guerreros al grito de Hoka Hey (que en Lakota quiere decir: Hoy es un buen día para morir”), respondieron a la agresión con sus arcos y flechas, con sus hachas y sus escopetas, e hicieron huir a los soldados que cayeron muertos sobre el rio.
El segundo grupo comandado por Custer, decide atacar desde otro flanco el campamento nómada, durante la refriega el jefe espiritual Toro Sentado cuida de las mujeres y de los niños, mientras tanto las estrategias de los salvajes hacen caer en la locura a los soldados, quienes se ven indefensos por la huida de sus caballos, los cuales fueron asustados por los nativos. En cuestión de minutos los enemigos fueron reducidos y sitiados, y desde las colinas altas los hombres de Caballo Loco gritaban palabras de guerra, mientras los aterrorizados estadounidenses asesinaban a sus propios caballos que les quedaban para usarlos de escudo. La batalla fue encarnizada y caótica, según cuentan las crónicas, se podía ver a los guerreros asesinando a los soldados en lucha cuerpo a cuerpo o desde sus caballos, con flechas y hachas, disparándoles a quemarropa en un ambiente de humo de pólvora, se escuchaban gritos, aullidos y detonar de armas. Al terminar la batalla, el gran coronel Custer yacía muerto con disparos en la cabeza y en el pecho, sus hombres fueron destrozados. Los salvajes nativos desnudaron los cuerpos, cortaron sus cueros cabelludos y los castraron, además de llevarse sus pertenencias, cosa que el jefe espiritual Toro Sentado les había dicho que no hicieran, desobedecer tal indicación seria visto después por los nativos como un mal preludio, ya que después de esta batalla se ganarían el odio de un gran sector de la sociedad occidental y serian masacrados y cazados como animales por el ejército estadounidense.
El tercer y último grupo se había reunido a lo lejos junto con los pocos sobrevivientes del primero, este pidió apoyo y más soldados fueron llegando, Caballo Loco no podía exponerse a perder más hombres por lo que ordenó que el campamento se levantara y se fueran con la victoria entre las manos. La última gran estrategia que trazaron los antiguos guerreros, fue que se dividirían en pequeños grupos, pues así no sería focalizado todo el grupo mayor, muchos pequeños grupos era más difícil de encontrar que uno solo. Fue así como todos partieron en direcciones distintas.
Hay varias lecciones aquí que hay que aprender de esta pelea contra la civilización:
La primera: La estrategia es muy importante cuando se trata de salir victorioso en una lucha o una batalla, en este caso, la lucha individualista contra el sistema tecnológico debe ser tratada con táctica e inteligencia, sabemos muy bien que al decir esto no se pretende tomar en cuenta ganar o vencer totalmente a este sistema pues eso no está en nuestras manos, pero en la medida de nuestras posibilidades, dar golpes a la mega-máquina que se transformen en victorias individuales y salir sin recibir alguna herida o sin ser detenidos, esa debe de ser la finalidad durante los ataques tanto de sabotaje como terroristas.
La segunda: Viendo el ejemplo de lucha arriba expuesto de los antiguos unidos contra un único objetivo y defendiendo su modo de vida con la naturaleza, la fiereza jugó un papel muy importante y aunque durante la batalla hubo heridos y hasta muertos, el punto focal recae en que la lucha contra la civilización y el progreso debe ser a muerte, encarnizada y desbordada, es decir, extremista. Las medias tintas no se incluyen en esta guerra, aquellos que están dispuestos a matar y morir defendiendo su naturaleza de humanos aun no-robotizados totalmente, y defender la naturaleza salvaje que queda indómita, deben detener eso en cuenta. Caballo Loco fue asesinado un año después de que liderara a los nómadas salvajes contra el ejército estadounidense, murió bajo una lluvia de disparos de indígenas aliados del enemigo, su cuerpo quedó agujereado por el plomo de la civilización, pero su orgulloso ejemplo guerrero se quedó como un legado vivo para las venideras generaciones que así como el, se defienden y resisten ante la avanzada de lo ajeno.
La tercera: Caer sobre el enemigo cuando menos se lo espera es otra de las lecciones, para ser efectivos y salir ilesos de un ataque no es muy práctico atacar durante una fecha en la que las autoridades pueden estar informados de la amenaza. Por ejemplo, cada 8 de Agosto el Tec de Monterrey se encuentra en alerta pues si se recuerda, ese día pero del año 2011 el grupo eco-extremista “Individualidades tendiendo a lo salvaje” envió un paquete bomba con la ya conocida historia de los dos tecnólogos heridos, ese día en especial, llevar a cabo algún atentado contra la misma institución académica seria tanto un peligro para quienes la ejecuten como un posible acto frustrado, ya que se monta un dispositivo de seguridad especial pero muy discreto. Aunque a mí en lo personal me gustaría ver otro atentado de las mismas condiciones (sino es que de más) en la misma institución y ese mismo día, que funcione y que burle todo ese dispositivo de seguridad, aunque no resulta muy pertinente.
La cuarta: Algunos insensatos han preguntado con anterioridad y sin conocer nuestras posturas: ¿Usarán las armas del sistema para enfrentarse a él?
Los nativos americanos que citamos arriba llegaron a enfrentarse con todo lo que tenían a la mano, arcos y flechas, hachas y macanas, caballos y rifles, dichas armas fueron útiles a la hora de caer sobre los blancos e indígenas aliados. ¿Qué hubiera pasado si esos mismos nativos hubieran rechazado las armas de los blancos y se hubieran aferrado a sus antiguos utensilios de caza y pelea? Quizás no hubieran salido victoriosos en la batalla de Pequeño Gran Cuerno, u otras más.
Las bajas del ejército fueron mucho más que las del lado de los naturales, uno de los factores que contribuyó a esto, fue que los guerreros llevaban rifles de repetición (es decir, podían tirar una seguidilla de balas sin recargar) los cuales se los habían robado previamente al enemigo y con los que ganaban tiempo y disparar a diferentes blancos en cuestión de segundos, mientras que los estadounidenses y aliados llevaban rifles de mono-tiro (solo podían tirar una sola bala y después volver a recargar). Esta lentitud en sus armas provocó que los nativos dispararan mientras corrían con sus caballos directamente a los soldados arrinconándolos mientras estos intentaban recargar sus armas.
Aquí queda respondida la pregunta que se abordó en esta cuarta lección, no podemos limitarnos a las antiguas herramientas de guerra solo porque criticamos este sistema tecnológico, debemos utilizar las armas del mismo sistema para combatirlo. Así como los nativos americanos, participes de la matanza del Little Big Horn no se detuvieron en la utilización de esos rifles de tiro repetido, que a nosotros no nos detenga utilizar alguna arma moderna que pueda causar bajas al enemigo.
Es así como termina este texto, cada quien que saque sus propias conclusiones.