Porque vivimos en una epoca de guerra social. Individualidades anarquicas de Euskal Herria
Extraído de: https:// claudicarnuncarendirsejamas. noblogs.org
El pasado 16 de diciembre el estado español volvió a asestar un golpe represivo, bajo el nombre de Operación Pandora, deteniendo a 11 personas; represión que no nos es extraña en estas tierras donde el estado se ha cebado de manera especial durante los últimos 40 años.
Mediante este texto pretendemos -a la par que mostrar nuestro apoyo y solidaridad a las detenidas- analizar qué es el estado y por qué necesita (cuál es la función) de la represión, especialmente a los movimientos antagonistas a él.
El estado no es sino la cara pública, la burocracia, del capitalismo. Las representantes del estado -políticas (tanto las que están en el gobierno como la “oposición”), jueces, fiscales, asesoras, consejeras, policías, etc.- son quienes hacen las leyes y se encargan de hacerlas cumplir, quienes castigan a las “infractoras” -mediante multas, desahucios, encarcelamientos…-, quienes gestionan lo que se puede o no hacer. La otra cara del capitalismo son las empresarias, accionistas, ejecutivas, banqueras, etc., que se encargan de la explotación-esclavitud salarial, (re)venta de mercancías, entretenimiento-espectáculo-ocio… Aunque no debemos olvidar que apenas existe una separación-demarcación real entre las élites económica y política, puesto que estas personas suelen pasar de un ámbito a otro a lo largo de su vida.
Resumiendo, el estado (las personas que lo conforman), junto al capital forman parte de la élite privilegiada; son quienes tienen el poder (dinero y poder se retroalimentan) y son quienes oprimen al pueblo, oprimido, explotado y desposeído, carente de ningún tipo de privilegio.
Es esta condición de privilegio-poder la que lleva al estado a defenderse de quien osa ir en su contra, sean individuos aislados o sean colectivos de gente. Y como la mejor defensa es el ataque, el estado no duda en reprimir.
Con este ataque “defensivo” buscan y consiguen, a su vez, dos cosas: bien detener a las responsables directas de alguna acción o delito, bien retirar del juego a las personas más activas de algún movimiento (de liberación nacional, libertario, de defensa del territorio…). A veces las dos estrategias se funden, deteniendo a personas que no son autoras de aquello que se les imputa pero que sí son muy activas. Esto es lo que generalmente se llama montaje.
Pero la represión no tiene como objetivo único deshacerse de ciertas personas, no. Va más allá.
Un objetivo principal del ejercicio de la represión es el miedo. Generar y extender el miedo en aquellas que participan del movimiento-colectivo corriente ideológica o de pensamiento de las detenidas. Y es que el miedo es un arma poderosa e incontrolable -quien siente miedo rara vez puede controlarlo- que utiliza el estado-capital para mantener sus privilegios y su poder.
Miedo que tiene dos vertientes. Por un lado está el terror cotidiano implantado, de manera más o menos consciente, en la mente de la población en general. Terror formado por una cadena de miedos que incluyen el miedo a perder o no encontrar trabajo, que conlleva el miedo a no poder pagar la hipoteca, el miedo a perder la vivienda, el miedo a la incertidumbre… Este terror es el que mantiene a la inmensa mayoría de personas sumisas a una forma de vida esclava.
Por el otro lado, las personas implicadas en luchas pueden verse invadidas por el miedo a la represión, miedo creado por la misma represión en un circulo infinito.
Esta represión genera otros efectos además del miedo en sí mismo. Uno de estos efectos es desviar, incluso frenar, los esfuerzos, las actividades, llevadas a cabo por las personas reprimidas y su entorno, conduciendo esas fuerzas a la inactividad, a la difusión de lo sucedido o/y a la solidaridad para con las detenidas.
Entonces tenemos que el estado, como enemigo del pueblo por su papel de privilegio-poder, ejerce la represión para defenderse de sus enemigas atacando (aprovechándose de su poder) y para generar-extender el miedo-terror con el objetivo de paralizar toda actividad antagónica.
Por eso, lo único que podemos hacer es continuar en nuestros frentes de lucha, día a día, con la autocrítica, la reflexión, el debate, la acción directa, el entrenamiento físico y mental… como nuestras armas; siendo conscientes de que el enemigo, el estado-capital, atacará cuando se sienta atacado, o de manera “preventiva”
Porque vivimos en una época de guerra social permanente, destruir a las opresoras es el camino hacia la libertad.
Solidaridad con las compañeras detenidas y encarceladas, aquí y en todo el planeta.
Individualidades Anárquicas.