Los luddites catalanes y la quema del Vapor Bonaplata el día 5 de agosto de 1835. Cuando la chusma de Barcelona quiso quemar el «sincrotrón».

Extraemos de http://   negreverd.blogspot.   com.es/

Dentro de unos días se cumplirán 180 años de los hechos que culminaron conla destrucción de la Fábrica Bonaplata, Vilaregut, Rull y Cía, más conocida como el Vapor Bonaplata, un complejo fabril con hilatura y tejido impulsado por vapor y una fundición para fabricar hiladoras y telares mecánicos. La destrucción del Vapor Bonaplata detuvo durante 5 años la generalización del vapor como energía fabril.
Al igual que ocurrió en la Inglaterra, en Francia o en el centro de Europa a medida que avanzaba la revolución industrial, en Cataluña aparecieron los mismos o semejantes episodios de oposición violenta y de resistencia activa en la máquina.
Lógicamente esta resistencia se manifestó más tarde que en la Inglaterra, donde se inició la implantación del maquinismo, a principios del XIX. Una fecha relevante en el caso inglés son las ejecuciones de luddites los años 1812 y 1813 en Yorck y Lancaster, coincidiendo con el pico de la represión del movimiento.
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Si hacemos la media del retraso en la implantación tecnológica respecto Inglaterra de la hiladora Jenny, la máquina cardadora, la Water frame, la Mule Jenny, el telar mecánico y la selfactinas (21, 18, ​​24, 27, 25 y 17 años respectivamente) , nos da 22 años de retraso medio en la mecanización, entre Cataluña e Inglaterra. Es curioso constatar (y es algo kabalistic) que 1812/13 más 22 años nos da 1834/1835 una coincidencia con la crema del vapor Bonaplata en Barcelona, ​​el acto central del ludismo catalán.
El rechazo a la fábrica, el reloj ya la máquina (que sólo es un instrumento de imposición de la fábrica) fue el tema «central» de la revuelta de 1835, y con respecto a sus autores mucho más lúcidos que nosotros sus tecnoacomodats descendientes. Sin duda ellos supieron identificar claramente cuál era el adversario principal, cuáles eran los peligros y cuáles eran los riesgos que corrían. Mucho más aún, supieron pasar a la acción, a pesar de la oposición, a menudo armada, los trabajadores fabriles, del progresistas de la época y de los próceres del obrerismo, finalmente perdieron el combate y, ni siquiera, han pasado el panteón de la mitología obrera il • lustro … ni falta que les hace !!, ellos que no se resignaron a la condición de piezas de la megamáquina, tampoco querrían ser las molduras enbellidores para adornar un sistema que rechazaban. La crema del Vapor Bonaplata. Fuego al progreso !! «Sublevémonos contra esta escandalosa opresión y destruyamos ese monumento a la codicia de los ricos, hagámosles ver que estamos dispuestoen a tronar contra sobre obras y contra ellos MISMOS si Necesario Fuera. ¡Abajo la fábrica «. Discurso que, según el literato Manuel Angelón, pronunció un personaje mal vestido y con un garrote, momentos antes del incendio de la fábrica Bonaplata. Pasado ya el primer cuarto de siglo XIX, Barcelona es una ciudad sometida a todas las sacudidas políticas , tecnológicas, culturales y sociales que caracterizaron esta época. Es la Barcelona emprendedora y codiciosa de los primeros prohombres de la industria, liberales depredadores defensores del trabajo infantil por debajo de los 6 años, de la semana de 6 días y medio laborables, de los sueldos de hambre y los abusos y • limitados. Partidarios de la libertad de expresión y de asociación para su clase, y de la prohibición para las demás. La Barcelona cuna de la ideología catalanista, burguesa moderada, culta y barnizada de un cierto progresismo caritativo, en fraternal conjura ( disimulada) con los carroñeros del primer industrialismo y directamente conectada con los socilitzants intel • intelectuales progresistas de este año. La Barcelona impulsora de la cultura, del renacimiento, de Aribau, de Milán y Fontanals, de Rubió i Ors, de Lorenzale. .. (parece una lista de calles de Barcelona !! la Barcelona de los poderosos), la Barcelona que acabó desembocando en el modernismo, un modernismo, donde con la excepción de en Brossa, no hay figuras como las de Morris y sus compañeros, un modernismo de arte para la burguesía y, muy especialmente, la iglesia. Una Barcelona explotadora y sin inquietudes igualitarias, donde las innovaciones (ferrocarril, teléfono, red eléctrica …), a pesar de lo que la mitología del carácter emprendedor catalán profunda, vinieron de capitales, en muchísima buena parte, foráneos. Pero también la Barcelona bullanguera de los levantamientos populares (manipulados) contra el gobierno de turno, la Barcelona conspirativa de los liberales exaltados y de los primeros republicanos … Finalmente es también la Barcelona de las primeras revueltas contra la máquina social que debía sustituir la vieja máquina del antiguo régimen. A los insurrectos contra la megamáquina industrial, no se les alaba demasiado y prácticamente no se les recuerda. Dentro de la narrativa épica de la «Barcelona rebelde» no son más que unos predecesores prehistóricos, una especie de parientes lejanos cortos de entendederas. El olvido en que los tenemos es un indicador de lo terca que puede llegar a ser la cultura de izquierdas, esta cultureta que los catalanismo socializando al «anarcosindicalismo» historicista. De cuando la chusma quemó el sincrotrón. «Un asqueroso gitano, digno individuo de aquella tropa de chacales, mostraba a los espectadores una mano de la víctima, y en estúpida barbarie creía ser intérprete de un odio que no habia comprendido, mordiendo como un perro esa mano que habia empuñado con tanta Distinción la espada de los valientes «. Eduardo Chao, naturalista, historiador y político del Partido Demócrata, relatando la muerte del general Bassa y profundizando la intoxicación informativa contra la quema del vapor Bonaplata, con el añadido de detalles racistas inventados. E proyecto del Vapor Bonaplata, era un proyecto que iba más allá del simple desarrollo productivista, no era sólo del capital, los 3.264.000 reales, no eran sólo el talento y la tecnología aplicada y del proyecto de integrar la actividad textil con metal • gicos de la fabricación de máquinas, sino sobre todo del proyecto de una gran «locomotora industrial» que tenía que arrastrar al resto de empresas y sectores económicos. Para hacernos una idea de lo que supuso el Vapor Bonaplata, debemos pensar que los derechos de puertas de un año en Barcelona (impuestos sobre las mercancías que entraban, incluidas las de exportación) era de unos 8 millones de reales y que el presupuesto de la ciudad era en 1841 de unos 6 millones de reales y que en 1835 estaba en los alrededores del 4,5 millones. Con unos cálculos un poco atrevidos, y seguramente con un error muy importante, podemos decir que si el presupuesto de Barcelona de 2015 es de 2.370 millones de euros, el impacto de la inversión de en Bonaplata actualmente equivaldría (millón por encima millón por debajo) a una inversión de 1.700 millones de euros … si contamos que el sincrotrón Alba de Cerdanyola (otra proyecto industrialista que quiere ser una locomotora de la nueva economía) será de unos 200 millones de euros y que el magno proyecto del ITER (proyecto internacional con Japón, EEUU y Rusia como socios) movilizará 16.000 millones de euros en 10 años (1.600 millones al año) parece claro que el proyecto de Bonaplata, Vilaregut y Rull fue una algo muy grande en su tiempo. Pero no sólo era la inversión, el Vapor Bonaplata 1835 tenía entre 600 y 700 trabajadores, cuando unos años después, en 1841, el promedio de trabajadores en las empresas del textil era de 26 y que las más gordas no sobrepasaban los 300 trabajadores. El vapor tenía además el compromiso de tener las puertas abiertas y actuar como transferidor de conocimiento entre los sectores interesados ​​(fabricantes, artesanos, técnicos …). Para aumentar el factor de demostración de tecnologías, estaba preparado para tejer también lana y lino, aunque su actividad se centraba en el algodón. La fundición y el taller mecánico tenían el compromiso de poner en el mercado anualmente 200 telares y 40 máquinas de hilar. El clima social en la Barcelona del verano de 1835. La Barcelona del verano de 1835 era una sociedad en efervescencia, no sólo por el descalabro social y técnico que correspondía a la situación en toda Europa, sino también por la política local y estatal. Se estaba al inicio de la primera guerra carlista y el primer triunfo del liberalismo (del cambio), en este escenario se jugaban muchas partidas, partidas de España, catalanas y también europeas, partidas en las que ni el pueblo jornalero ni los «miserables» tenían ningún papel distinto al de carne de cañón. En Barcelona, ​​que todavía no era la rosa de fuego (la rosa de fuego era Paris), habían convergido varios personajes, unos aquí y muchos otros de varios países europeos. Especialmente exiliados italianos que llevaron con ellos el carbonarisme y de otras sociedades «secretas modernizadoras». Entre toda esta hilera de buscadores de la acción revolucionaria, está documentada la presencia de Louis Alibaud, que pocos meses de volver de Barcelona, ​​el 25 de junio de 1836 atentar contra el rey francés Louis Philippe y fue ejecutado en menos de un mes. Louis es un precursor del anarquismo francés de propaganda por el hecho, como el de Émile Henry (por cierto nacido en Barcelona). Es destacable que la sociedad secreta carbonato de Barcelona más allá de 1837 se llamara «los Vengadores de Alibaud». En la Barcelona revolucionaria del 35 no sólo había exiliados y hombres de acción de toda Europa, sino también ingenieros, tecnólogos y trabajadores especializados venidos sobre todo de Inglaterra … por ejemplo uno de los defensores, armas en mano, del vapor Bonaplata era un ciudadano francés, un tal Dejean, técnico de la factoría que resultó muerto durante el asalto. El Consulado de Francia abrió una suscripción pública para ayudar a su familia, y se obtuvieron un total de 619 pesetas, 2.476 reales, lo que no es poco, en un tiempo en que la mayoría de los trabajadores cualificados ganaban sobre los 50 reales semanales o menos, esto suponía más de un año de sueldo. El mes de julio se vivieron varias bullangas populares contra los frailes (partidarios del absolutismo y apoyo de los carlistas), en buena parte espontáneos por parte de un pueblo harto de abusos clericales históricos, pero también explotados y manipulados por la burguesía liberal emergente. Primero en Zaragoza el 6 de julio y después en Reus, el 22 de julios y de aquí en Barcelona el 25 de julio. Ironías del destino, la bullanga de julio de Barcelona comenzó el toril de la Barceloneta, de donde partió la «manifestación» que inició la quema de conventos. Esta plaza de toros era parcialmente propiedad de Juan Vilaregut, copropietario del vapor Bonaplata, que también participaba en su explotación como concesión de la Casa de Caridad. En total se quemaron media docena de conventos (algunos de los solares que dejaron » libres «fueron» recalificados «para construir los mercados de Santa Caterina y de la Boquería o el teatro precursor del Liceo, tal y como necesitaban los especuladores inmobiliarios del momento) y murieron 16 frailes y curas. La revuelta se extendió por toda Cataluña, Valls, Tarragona, Riudoms, Poblet, Sabadell, Mataró … En total fueron unos 67 muertos. Al ser bullangas promovidas por una de las facciones estatales en pugna (familias liberales), no hubo demasiado, o nada, de represión. En Barcelona el clima político seguía tensando y los «liberales radicales» preparaban un nuevo golpe, esta vez contra el estamento militar «no afecte», los generales conservadores Llauder y Bassa. Pero por debajo de la conspiración «oficialista» había otra subterránea, la de los «miserables» de Barcelona, ​​la que condujo al incendio del vapor Bonaplata y de otros edificios de la estructura de poder (poder de absolutistas, poder de moderados, poder de liberales exaltados … poderes progresistas … pero finalmente poderes capitalistas). Ya entrado en agosto de 1835 se preparaba un una mano contra los moderados y absolutistas emboscados, que culminó con la muerte del general Bassa y el acceso al poder de una Junta controlada (más o menos) por liberales «radicales». El día 5 de agosto coincidiendo con una manifestación popular frente al edificio del gobierno de la plaza Palau, un pelotón infiltra y mata al general sin que ninguno de los presentes interviniera. Después tiran el cuerpo por el balcón y este es arrastrado por la multitud y posteriormente quemado, al mismo tiempo se derribó una estatua de Fernando VII y en su lugar se col • loca un retrato de Isabel, hasta aquí se cumplían los planes de la burguesía liberal más radical, a partir de aquí comienza otra historia. Desde un días antes se tenían noticias de un malestar cada vez mayor contra la fábrica de vapor y las máquinas en general. Ya el día 26 de julio se había disuelto una concentración de personas «acaudillados miedo Algunos indivíduos de mala nota» donde se amenazaba a los ricos ya la fábrica de vapor; los rumores eran suficientemente amenazantes como para que los mismos radicales los desmintieran, el día 2 de agotar distribuyeron un folleto «que Quiere el pueblo» donde se decía «jamás el fiero bruto ha despedazado la teta que le da la vida, ni el errante salvaje El Bosque que le mantiene: que Barcelona no sería menos Agradecido que Aquellos; ni nunca la industriosa capital leído en desconocia sobre Propios Intereses «. El día 27 de julio hay un intento de incendiar del vapor Bonaplata mediante el lanzamiento de botellas incendiarias (precursores de los cócteles molotov …) desde la muralla, sin más datos se decía que participaron unos misteriosos extranjeros. La dirección de la empresa reacciona y arma a algunos de sus trabajadores, y Narciso Bonaplata, comandante de la primera compañía de la milicia de Barcelona, ​​pide, y obtiene el permiso para utilizar los hombres que comanda para defender su fábrica. En final del día 5 y la noche que va del 5 al 6 de agosto se suceden una serie de hechos que no formaban parte de los planes de los programadores liberales de la bullanga. La gente no se conforma con la muerte de Baja y la caída de la estatua de Fernando VII, esto eran migajas ante las amenazas de la industrialización, y pasa a la acción contra las instituciones de Control y de fiscalidad , a partir de la muerte de Baja la bullanga deja de ser política y deviene social. También cambia la composición de los participantes, si en la primera parte hay sobre todo artesanos y muchas personas acomodadas, en la segunda aparecen los marineros, gitanos y la «hez de la Sociedad». La fase social de la bullanga se «feminiza» aparecen las «mujeres desmelenadas», las «mujerzuelas», «Harpías desgreñadas», «hediondas mujeres, verdaderas Furias» … que, como actoras negativas (negativas para los liberales) igualan en rechazo entre los escritores del sistema a los gitanos. Con un sentido práctico abrumador, una multitud de mujeres, al grito de «viva Cristina y venga harina !!» asaltan los almacenes de los derechos de los golpes, el convento de San Sebastián. Los derechos de los golpes era un impuesto sobre los cereales (exclusivo de Barcelona) que se cobraba en especies. Del saqueo por supuesto pudieron comer, durante días, muchas familias de la «chusma». asalta y se quema el contenido de la sede central de la policía y las oficinas de los comisarios, el mismo se hace con el Contaduría Principal de Propios y Arbitrios (órgano fiscal del estado) con la Procura del Monasterio de Montserrat (una especie de oficina que cobraba alquiler, censos y derechos varios los frailes), el tribunal de rentas, las garitas de los burots en la entrada de Barcelona (donde se percibía el derecho de puertas), en Gràcia las de los arrendatarios de las gabelas del vino y licores (concesionarios de la recaudación del impuesto sobre el alcohol) … y no se sabe muy bien porque (o quizás si como veremos aquí un poco) la sede de la Sociedad de Amigos del País, asociación de prohombres liberales / progresistas … Seguramente despuntaba ya el aspecto más social. En la Barceloneta y el puerto la insurgencia es aún más violenta, el comandante del puerto ha de pedir asilo en un buque de guerra y se queman y saquean diversas instituciones relacionadas con la administración del puerto, como la Capitanía y Sanidad del puerto. También son atacados, al igual que en el resto de la ciudad, las odiadas instituciones fiscales, la caseta de la aduana, las instalaciones • instalaciones de los pesadores de leña y carbón, la barraca de la pescadería donde se recaudaban derechos de las monjas de San Pedro de Puel • las y los monjes de Montserrat … y finalmente instala • instalaciones ligadas a las tareas de los trabajadores del mar, concretamente el gremio de pescadores y el gremio de San Telmo (descarga de mercancías), que controlaban al incipiente proletariado portuario. Vemos pues que es en la Barceloneta donde la revuelta comienza a adquirir un carácter social. En oscurecer los habitantes de la Barceloneta y los trabajadores del puerto entran en Barcelona, ​​posiblemente su papel ha sido sobrevalorado, pero parece claro que fue muy importante importante … decisivo, y que junto con jornaleros y miserables tomaron la iniciativa a los políticos liberales. Podemos así leer al insigne escritor y político Victor Balaguer: «Al anochecer de aquel día una multitud de marineros y gitanos, varios de ellos enmascarados, comenzó a recorrer tumultuosamente la ciudad, blandiendo algunas malas armas y enarbolando una bandera negra, á la cual precede un tambor Batiendo marcha. Como impelida por una mano oculta, y VENDIDA Quiz á un oro de origen misterioso, esta turba prendió fuego á la fábrica de Bonaplata «; o la carta de un testigo liberal, Pau Piferrer: «al anochecer entraba toda la chusma de la Barceloneta. ¡Ojalá no hubieran entrada! Ellos han deshonrado Nuestros puros sentimientos (…) recorrieron estos pillos Todas las calles de Barcelona, ​​agregósele toda la pandilla de pícaros de ésta «,» no ha Sido el pueblo de Barcelona, ​​sino la chusma de la marinería y la escoria de los arrabales » ; el historiador progresista Antonio Pirala dice «el crimen de agosto no el FUE del liberalismo (…) cometiolos una turba desenfrenada y ebria, un bando de incendiarios que, llamándose liberales y aclamando la libertad, la profanaban cono sobre impuros labios». Ben estrado la noche se concentra una multitud frente a la fábrica, los defensores hacen fuego dos veces provocando algunos muerte. Aparecen los políticos que habían diseñado y dirigido la primera parte de la bullanga, intentando hacer volver la cosa por el camino marcado, y casi lo consiguen! !. El principal orador es un joven Pedro Mata, médico, que fue uno de los precursores de la psiquiatría en Cataluña, un introductor del control social de «rostro humano», y que ejercía de director del periódico liberal radical «el Propagador de la Libertad» . A pesar de los esfuerzos de los recuperadores liberales, finalmente la multitud asalta la fábrica y la crema. En total hay unos 15 muertos entre los defensores, los propietarios huyen protegidos por la compañía de lanceros de la Milicia (la más burguesa, en Vilaregut era uno de sus oficiales). A lo largo de esa noche se destruyó también la fábrica Munné , notable simpatizante carlista de Barcelona, ​​y en Gracia el blanqueo Vilaregut, uno de los socios de Bonaplata. También fueron incendiados algunos conventos fuera de las murallas, en el Valle de Hebron, en Sant Martí y Horta. Ya la mañana del día 6 una buena parte de la multitud se dirigió a los depósitos de la aduana, donde había depósito de mercancías y dinero, a pesar de ello los alborotadores, en lugar de ir directos al saqueo, se entretuvieron en tirar los papeles a la calle para quemarlos y uno se disfrazó con el sombrero, la casaca y el basto del administrador de la aduana todo haciendo burla, parece que en este caso (sin descartar el afán de ceñirse con algo) nos encontramos también con una manifestación de odio de los trabajadores del mar contra las instituciones que los oprimían. Las autoridades habían rehecho y el cuerpo de lanceros de la milicia e infantería del ejército los disolvieron, produciéndose media docena de muertos y muchos detenidos. La Junta revolucionaria hizo cerrar las murallas y patrullas de soldados, milicianos y un somatén de «vecinos honrados «que a lo largo de las semanas anteriores habían sido armados por las autoridades, bajo las órdenes de los alcaldes de barrio, procedieron a detener a todos los sospechosos de haber participado en los hechos de aquella noche, en total unas 200 personas. El ataque a la propiedad privada no se podía perdonar, tampoco se podía tolerar que los miserables salieran de su sitio y aún menos el ataque al progreso, y por tanto el ataque al capitalismo, que supuso el incendio del vapor Bonaplata . Así que, al contrario de lo sucedido con bullanga de julio (más de sesenta muertos), y los hechos de la mañana / tarde del 5 de agosto, un tribunal militar se formó rápidamente y Narciso Pardinas, marinero, acusado de encabezar el asalto al Vapor y en la aduana fue fusilado el 7 de agosto, junto con un preso carlista de Sarrià, Mariano Garrich, detenido meses antes, que hizo el papel de vuelve. Pasados ​​unos días, fueron ejecutadas 4 personas, Pedro Blas Cornet, Aleix Brell, Josep Prat y Juan Gualda acusados ​​de los mismos crímenes, no se conoce demasiado de su situación, sólo queda claro el hecho es que no disponían de ningún apoyo entre el mundo político barcelonés (ni exaltados, ni moderados, ni estatutistes, ni carlistas …) y que no despertaron ningún tipo de compasión … Se dice que algún también estaba vinculado a trabajos portuarias, pero todos eran chusma, no tenían ningún papel en el teatro social y político, su irrupción, como la del espontáneos del mundo taurino, estaba penada por la ley … con la pena de muerte .. Unos días más tarde fue ejecutado también «Estudiante Pícaro», Miquel Arcas, acusado también de participar en los incendios y de ser un agente provocador carlista (al igual que el desgraciado Caralleu) y de ser un antiguo confidente de la policía del Conde de España. El poder se empeñó en adjudicar al carlismo y oscuros poder extranjeros (sobre todo la «Pérfida Albion») la revuelta de la noche del 5 de agosto de 1835, tanto en Caralleu, como, seguramente, Estudiante Pícaro en fueron víctimas col • laterales. La fábrica textil quedó destruida en un 85%, en cambio la máquina de vapor y la fundición sólo fueron levemente dañadas, aproximadamente en un 38%. Al liquidar la sociedad la parte de la metal • Metalurgia se la quedó uno de los socios minoritarios, en Valentín Esparó y constituyó el embrión de la «Maquinista Terrestre y Marítima», que se fundó en 1855 con la fusión de varias empresas y con un capital de 80 millones de reales (una cifra astronómica para la época). Los fabricantes, a pesar de quedar asustados y congelar la introducción del vapor, aprovecharon la ola represiva del gobierno liberal para recortar los sueldos de los trabajadores (que menos !!). Concretamente decidieron incumplir las bases pactadas sobre la longitud de las piezas tejidas. Se trabajaba a destajo, a tanto por pieza, alargando la pieza se rebajaba el coste de la mano de obra. El gobernador civil del momento, cómplice de la patronal, emitió un bando amenazando a los trabajadores que intentaran protestar: «Todo operario que moviese Cuestión en la fábrica o fuera de ella pretexto de que el fabricante no cumple el Mandado en los Artículos 1º y 2º, sufrirá la primera vez la pena de 8 días de arresto (…) y si Habiendo sufrido la pena por la primera vez fuese reincidente, será expelido de esta ciudad como hombre díscolo y perjudicial en la sociedad se circulará aviso a todos los fabricantes para que no lo admitan en sobre Fábricas, y si miedo sobre Hechos Dier Lugar en tumultos o asonadas será entregado al tribunal competente como perturbador del orden público «y ya hemos visto cómo las gastaban los tribunales competentes en aquellos momentos. En aquellos meses el Gobernador Civil era José Melchor Prat y Solà, cultísimo prócer barcelonés, liberal destacado, médico, escritor, traductor y presidente, en diferentes períodos , de la Real Academia de Ciencias y Artes (1847-48 y 1854-55), de la Real Academia de Buenas Letras (1835 a 1837) y de la Sociedad Barcelonesa de Amigos del País (la sede de los Amigos del País fue incendiada la noche del 5 de agosto, quizá ahora podemos entender un poco el porqué). La Real Academia de Ciencias y Artes fue una institución pionera en la introducción de máquinas y muchos de los empresarios maquinistas fueron miembros. Para vaciar la ciudad de jóvenes sin trabajo, las semanas posteriores se constituyeron unos cuerpos francos «los Voluntarios de Isabel «donde se enrolaron los jóvenes jornaleros a cambio de una paga (5 RALET al día), y fueron enviados a los frentes de guerra en la Cataluña interior, a que los mataran. Mientras la Milicia y los Urbanos (miembros de las clases acomodadas y propietarios) se quedaron en Barcelona ejerciendo la represión y participando en las conspiraciones entre tendencias liberales. Pero «la escoria de los arrabales», demostró que era mucho más lista que aquellos trabajadores que, con las armas en la mano, pagaron con sus vidas la defensa de la primera fábrica de vapor, del primero de los monstruos que han devorado a un sinfín de descendientes sus ya nosotros mismos. La gente de mar en la revuelta contra la fábrica Bonaplat. Entre los participantes en la quema de la fábrica Bonaplata y en los hechos de agosto de 1835 destaca el grupo formado por lo que genéricamente llaman marineros y habitantes de la Barceloneta. Sin duda, muchos de los cronistas, quieren sacar así responsabilidades en habitantes de Barcelona, ​​a los obreros honrados de la ciudad, a los menestrales, artesanos y los liberales, seguramente escasos entre la «pillería de la marina» y la «hez de la Barceloneta». A pesar de que el protagonismo de toda la gente vinculada al mar hay que tomarlo con reservas no se debe olvidar que el primer ejecutado, Narcis Pardiñas, era marinero de oficio y que en la Barceloneta y las instalaciones • instalaciones del puerto se vivieron algunos de los momentos de más violencia de la revuelta . La vida de la gente de mar era seguramente mucho más difícil que la de la gente de tierra, las condiciones de vida de marineros y pescadores eran especialmente duras. Además eran objeto de presiones estatales que no sufrían otros estamentos, estaban sometidos para poder trabajar, a la matrícula de mar, que era un registro de la gente de oficios vinculados al mar, pescadores, marineros, carpinteros de ribera y varios trabajadores de astilleros y puertos, sometidos en caso de ser requeridos, al servicio obligatorio por la marina de guerra de la Corona. Así pues la vida de la gente de mar estaba totalmente militarizada y podían ser movilizados en cualquier momento. La matrícula ponía bajo control de la marina de guerra las tareas de los diferentes oficios sometidos a ella. La matrícula, como los antiguos gremios, favorecía a determinados estamento del monte portuario y dejaba sometidos a otros, los «privilegios» de los trabajos del puerto (sin competencia, con control de algunos «trabajadores» de las tarifas …) no llegaban al numeroso contingente de los de abajo, especialmente la marinería. La matrícula no fue abolida hasta el 1873 (durante el trienio liberal estuvo abolida temporalmente), finalmente cuando la marina militar dispuso de otros mecanismos de reclutamiento y la tecnología hizo menos necesaria la competencia de oficio, el capitalismo mercantil conseguir abolir los «privilegios» de los trabajadores de los puertos y los escasos de la marinería y pudo actuar «liberalmente» en estos sector económico. De todos modos el gremio de los bastaixos de rodete y mozos (los actuales estibadores) resistió todavía mucho tiempo a la liberalización del oficio (un aplauso !!!) ya su inclusión en los dominados proletarios del resto de sectores. Tampoco hay que olvidar que permanecía en la memoria las numerosas campañas navales de la preguerra del francés, de la guerra del francés propiamente dicha y de las campañas de las guerras de independencia americanas, todas ellas acompañadas de desastres navales como las batallas de Finisterre o la de Trafalgar, con la hilera de muertes, mutilaciones y sufrimientos de los marineros. Los pescadores estaban sometidos a una fiscalidad feudal, en manos mayoritariamente de la iglesia, que suponían entre el 5 y el 10% de las capturas, y que para poder trabajar en domingo o festivo (fundamental en la captura de especies de paso o de temporada como el boquerón o la sardina) había que pagar una licencia a la iglesia. Hay toda una larga historia de resistencia a estos impuestos, desde la edad media hasta su abolición a finales del siglo XIX. La renovación tecnológica que provocó la introducción del arte del toro hizo de la pesca una actividad más necesitada de capital y proletarizó los pescadores. Así los armadores y los patrones aumentaron la distancia con los simples marineros, deviniendo ya empresarios. No es pues de extrañar que en plena revuelta el pueblo de la Barceloneta destruyera varias instala • instalaciones vinculadas a la matrícula de mar y la represión del contrabando (complemento económico imprescindible para los trabajadores del mar). La Barceloneta era un barrio iniciado en 1753, en un principio pensado para los damnificados por la construcción de la Ciudadela, pero que finalmente fue habitado por gente relacionada con el mar y personas procedentes de las barracas del portal de mar, desalojadas por la construcción del puerto. En 1835 aún no se había iniciado la industrialización que posteriormente experimentó con la Maquinista, los Talleres Vulcano y los talleres Alexander. Quizás sea hilar muy delgado, pero ya en 1834 se había vaporizado el viaje de Barcelona a Mallorca con el vapor » el Balear «y empezaban a despuntar las aplicaciones en las descargas (los descargadores del Grao, en Valencia, destruyeron una grúa a vapor) … sea como sea la gente de la Barceloneta fue la avanzada, en aquellos momentos, de la lucha contra la sociedad industrial El pacto patriarcal de los hiladores. «Hay labores inherentes a super naturaleza (la de mujer) que en buena Relación con el capital, podrian desempeñar Según super posición social, siéndo productiva y acreedora a la vez, en el que por derecho corresponde al ser humano que da vida a las Sociedades con el sudor de super rostro «. Publicado en el diario socialista moderado «el Obrero» el 09/10/1864. Aparte de ralentizar la mecanización de las fábricas (por el miedo de los empresarios e inversores), la revuelta de 1835 tuvo, creemos, unos efectos colaterales (y contrarios) muy importantes. Una parte de los actores obreros, bajo los auspicios de la patronal y los sectores asociacionistas oficiales (ligados al liberalismo), adoptaron la máquina como seña de identidad … masculina. A partir de ahí se consolidó un pacto no escrito a favor de la máquina y del patriarcado. Hay un pacto patriarcal a toda la actividad productiva, que aparece con el trabajo asalariado y se mantiene hasta la actualidad y que hace, entre otras cosas, que la retribución tenga un sesgo de género. Este pacto entre hombre-patrón y hombre-asalariado (hombre en el sentido genérico).