¡Que venga el caos! – Albert Caraco
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Que venga el caos, la muerte es nuestra única certeza, siempre sabemos que vamos a morir, no importa cuando, no importa donde y no importa la manera. La vida eterna es un sin sentido, la eternidad no es vida, solo la muerte es el reposo al que aspiramos, vida y muerte están ligados, aquellos que demandan otra cosa piden lo imposible y no obtendrán mas que humo como su recompensa. Nosotros que no nos contentamos con palabras, consentimos en desaparecer para siempre y nos consideramos afortunados de no sobrevivir en ninguna parte, yo no elegí nacer, la vida me fue impuesta, la vida llena de preocupaciones y dolores y de alegrías problemáticas. Que un hombre sea feliz, ¿qué demuestra? La felicidad es un caso particular y nosotros observamos sólo las leyes del género, razonamos a partir de ellas, sobre ellas meditamos y profundizamos, despreciamos a quienquiera que busque el milagro y no estamos ávidos de beatitudes, nuestra evidencia nos basta y nuestra superioridad no se encuentra en otra parte.
Cuando los humanos sepan que no hay más remedio que la muerte, bendecirán a aquellos que los matan, para no tener que matarse a ellos mismos, hacer todos nuestros problemas insolubles y con nuevos problemas agregándose sin cesar, será necesario que el horror de vivir en el que nos consumimos se agote y que la destitución acabe con el optimismo criminal, que me parece la vergüenza de estos tiempos. Pues, la prosperidad de los países ricos no duraran eternamente, en el seno de un mundo que se hunde en la miseria absoluta y como es demasiado tarde de sacarlos de ahí no tendrán mas opción de exterminar a los pobres, o de ser pobres a su vez, ellos mismos no evitaran ya el caos y la muerte, así que por más que se esfuercen no llegaran más que al horror.
Yo no creo ya en el futuro, nuestros descendientes deberán recuperarse sobre el caos en el que nosotros vamos a desaparecer, odio a este mundo lleno de insectos humanos y aquellos que juran que estos son seres humanos, mienten, la masa nunca ha sido de hombres si no solo de condenados, y desde cuando un autómata sonámbulo debe ser mi prójimo, si este debe ser mi prójimo yo digo que mi prójimo no existe, y mi deber es el de no parecerme en nada a él.
La caridad no es más que un engaño y los que me la enseñan son mis adversarios, la caridad no salva al mundo repleto de insectos que no hacen más que devorarlo manchándolo con su basura, no es necesario ni prestarles asistencias ni curar las enfermedades que los diezman, mientras más mueran será mejor para nosotros, pues no tendremos que exterminarlos nosotros mismos. Entramos en un futuro bárbaro y debemos armarnos, debemos golpear hoy a aquellos que nos golpearan mañana y esos que nos imploran hoy, pronto nos castigaran por haberlo olvidado.
Una vez que la gente sea persuadida de que sus hijos serán mas infelices que sus padres y que sus nietos aun mas infelices, una vez que sean persuadidos que la ciencia no hará milagros y que el cielo esta tan vacio como su bolsa y que todas las religiones están repasadas de modas y que todos los religiosos son unos impostores y que todos los gobernantes son estúpidos y que todas las políticas son impotentes, entonces se decantaran a la desesperación. Sin la desesperanza los hombres no consentirán nunca el volverse estériles, las mujeres menos todavía, es el optimismo que nos mata, y el optimismo es el pecado por excelencia. Incluso aquellos que quisieran despoblar el mundo antes de que sea demasiado tarde, no se atrevan hablar abiertamente sobre esta necesidad y por eso nadie denuncia las causas del caos y apunta a las consecuencias inevitables de la sobre población.
El único remedio para acabar con la miseria es la esterilidad de los miserables, no se debe tolerar mas que a las familias sin niños, que sabemos que son escasas, toda familia pobre es criminal por el solo hecho de su existencia.
Nuestros intelectuales no sabe más que hablar y nuestros religiosos no saben más que mentir, ninguno sueña con repensar el mundo, todos desean hacer carrera y se admira el arte con el cual se utilizan los unos a los otros sin jamás herir las conveniencias, nos volvemos cada vez más conservadores y llegamos a mantener las tomas mas catungas, nuestras revoluciones son puramente verbales, solo cambiamos las palabras para tener la sensación de que cambiamos las cosas. Tenemos miedo a todo cambio y miedo de nosotros mismos. nos oponemos a nada y lo toleramos todo, es el triunfo de la mediocridad.
El mundo ya no puede ser salvado, la idea de la salvación no es más que una idea falsa, debemos pagar nuestros innumerables errores, es demasiado tarde para reparar lo que sea, la hora de las reformas ha expirado, los más felices morirán combatiendo, y los más miserables morirán amontonados en el fondo de las cuevas o en hogueras, el mundo no será más que un lugar de dolor donde los más puros entre los hombres no tendrán otro remedio que matarse los unos a los otros para no despreciase ellos mismos, el caos final vendrá mas pronto de lo que se piensa, de un día al otro seremos arrojados al precipicio y de ahí nos despertaremos solo para sentir que morimos y entonces veremos lo que los conquistadores del nuevo mundo vieron, cuando a su llegada tribus enteras se tiraban de lo alto de las montañas para evadir el horror de la esclavitud inevitable engañando así a la muerte con la muerte misma.
Vamos hacia la catástrofe final y el mundo está lleno de gente que la desea para parar al orden impuesto, un orden cada vez más absurdo, el orden público. el orden esta premiado de su muerte porque está cada vez mas caótico y cada vez mas carente de razones de ser, el orden publico es criminal, el orden al que servimos necesita productores y consumidores, no hombres enteros. Los hombres enteros lo incomodan. Pero el hombre no está aquí en la tierra para producir y consumir, se trata de ser y sentir que uno existe! El resto nos rebaja al nivel de las hormigas.
Rechazamos ser insectos sociables a los que las ideologías de moda nos condenan, preferimos el caos y la muerte, y sabemos que ya está en marcha, mientras las ideologías se jactan de instaurar el paraíso perdido sobre la tierra, nos encontraremos sobre la tumba de las masas de perdición. Las religiones son los canceres de la especie humana, son pestes y los poderes que las apoyan son conspiraciones de envenenadores, nuestra espiritualidad no es más que una masturbación de nuestras facultades mentales, todos los religiosos están obsoletos, no hay ninguna diferencia entre los hechiceros y los sacerdotes, ir a consultar a uno de ellos y tenerles respeto es despreciable, las leyes de la naturaleza se burlan de los exorcismos y de las oraciones. Ahora que se sabe más sobre cómo se formaron las religiones es criminal ser religioso aun, si nos negamos a hacer sacrificios a los dioses y de honrar a sus sacerdotes por eso ya nadie muere como castigo, el hombre común es cada vez mas indiferente, ya se siente satisfecho cuando la industria de la diversión le procura las apariencias de la felicidad aunque sean de manera pasajera, en adelante necesitaremos todos nuestros recursos si queremos recrear al mundo. Un mundo donde el hombre sea el único amo de su vida y de su muerte, para renovar al mundo la catástrofe es necesaria, la catástrofe es deseable, si el mundo no se renueva el mundo deberá desaparecer junto al hombre que lo infecta, no podremos cambiar nuestras ciudades más que aniquilándolas aunque sea con todos los hombres adentro, y vendrá la hora en que aplaudiremos este holocausto, cuando los hombres sepan que el único remedio es la muerte bendecirán a aquellos que los matan para no tener que matarse ellos mismos, y los supervivientes de la próxima destrucción llamaran mundo invertido al mundo al que habitamos ahora, un mundo cada vez más absurdo.