[EE.UU.] Información de la segunda semana de #PrisonStrike con balance tibio
Extraído de Indymedia Barcelona.
Así lo muestra el reportaje publicado por Alice Speri el 16 de septiembre en ‘The intercept’: La mayor huelga en cárceles de la historia de Estados Unidos entra en su segunda seman.
La mayor huelga de la historia en cárceles de Estados Unidos lleva en marcha desde hace una semana, pero es muy probable que el lector no haya oído hablar de ella. Durante meses, los presos en docenas de las distintas cárceles del país han estado organizándolas a través de teléfonos móviles clandestinos, redes sociales y los aliados que apoyan desde el exterior. Su esfuerzo culminó en una negativa masiva a presentarse en los talleres de prisión el 9 de septiembre, aniversario del levantamiento de Attica en 1971.
«Llamamos al combate contra la esclavitud en Estados Unidos», han escrito los organizadores en un comunicado que desde hace semanas circula dentro y fuera de las cárceles en todo el país, y que resume la reclamación principal de los huelguistas: poner fin al trabajo penitenciario sin salario. «Cuarenta y cinco años después de Attica, las olas de cambio están regresando a las prisiones de Estados Unidos. Este mes de septiembre esperamos coordinar y generalizar esas protestar, para unir en un sólo golpe las mareas que el sistema penitenciario estadounidense no puede ignorar o resistir».
Desde el viernes, los detalles sobre el éxito de la huelga se han filtrado con dificultad desde las cárceles, pero los organizadores y apoyos no tienen duda de que la dimensión de la acción no ha tenido precedentes, a pesar de lo difícil de su evaluación y de que algunas instituciones penitenciarias se niegan a informar sobre actividades relacionadas con la huelga que hayan tenido lugar en sus estados.
Los presos de veinticuatro estados y de entre cuarenta y cincuenta cárceles se comprometieron a unirse a la huelga, y a partir del martes los presos de al menos once estados y veinte prisiones continuaron la protestas, según los grupos de apoyo del exterior en Alabama. Las tácticas y peticiones han variado de un lugar a otro, con algunos presos que comunican su huelga de hambre y con reclusos de Florida que protestaron y destruyeron posesiones de la prisión antes de la huelga.
«Probablemente hay como mínimo 20.000 presos en huelga en este momento, la mayor huelga de prisiones de la historia, pero la información es muy superficial e irregular», según Ben Turk, enlace con las prisiones para el Comité para la Organización de los Trabajadores Encarcelados – Incarcerated Workers Organizing Committee, una sección del sindicato Trabajadores Industriales del Mundo – Industrial Workers of the World que ayuda a coordinar las iniciativas de los internos con el exterior.
Tuvieron lugar pequeñas concentraciones y manifestaciones de apoyo a los huelguistas en ciudades de Estados Unidos y en unas dos docenas de otros países, pero hasta ahora esta huelga coordinada permanece ignorada en gran parte por el exterior. «La huelga ha salido hacia afuera, pero no lo bastante para romper la barrera de los medios de comunicación dominantes», nos comenta Turk, señalando que ha sido ampliamente cubierta por los medios de comunicación independientes. «Hablo con la gente que no es de este entorno y que no oyen hablar de ella en los medios, y les parece que como no oyen hablar de ella no está teniendo lugar».
Esas son malas noticias para los huelguistas, que confían en el apoyo exterior para impulsar reformas más radicales, pero que también dependen de lograr visibilidad fuera para moderar las represalias de los empleados de la prisiones. Una semana después de la convocatoria de huelga, dos grupos están proporcionando actualizaciones sobre la acción, que según sus organizadores va a continuar indefinidamente, así como sobre las manifestaciones externas de solidaridad. El bloqueo de información se debe principalmente a la arbitrariedad con que los encargados de las prisiones aceptan revelar información. En cuanto comenzó la huelga, surgieron informes de varias instalaciones que se encontraban en régimen de aislamiento, algunas de manera anticipada, de forma que la única forma restante de obtener información son las llamadas desde el exterior a las instalaciones preguntando por las razones del bloqueo, que normalmente quedarán sin respuesta. También han aparecido informes que afirman que líderes de los presos en Virginia, Ohio, California y Carolina del Sur se encuentran en celdas de aislamiento como resultado de la huelga.
El departamento de Instituciones Penitenciarias de Alabama no ha respondido a las peticiones de información, mientras que los de Virginia, Ohio y California -tres de los estados en los que se hace seguimiento de las movilizaciones desde el exterior- negaron que los internos participasen en la huelga. Un portavoz de las instituciones penitenciarias de Florida declaró que las cárceles han vuelto a la normalidad después de que cientos de internos llevasen a cabo protestas y paros en cuatro centro. El portavoz añadió que varios internos identificados durante los disturbios han sido trasladados a otras instituciones de la región y que serán sancionados «según el procedimiento». Desde el penal de Kinross, en Michigan, ciento cincuenta presos identificados como «cabecillas» de las protestas fueron trasladados a otras instalaciones después de que presos destinados a las cocinas no se presentasen en sus puestos y de que cuatrocientos presos llevasen a cabo una protesta pacífica. La situación se hizo más tensa un día más tarde cuando, según ha informado el Wall Street Journal, empleados de la prisión recorrieron las instalaciones para llevarse a sospechosos de liderar las movilizaciones, y la prisión se mantiene en régimen de aislamiento.
También es difícil hacer un seguimiento de las represalias contra los huelguistas, pero abogados del exterior afirman que a varios líderes se les ha sometido a régimen de aislamiento y se les han retirado sus permisos de comunicación, lo que hace más difícil que la información salga a la luz.
En el penal estatal de Ohio, Siddique Hasan, un conocido activista condenado a muerte por su papel durante un levantamiento en 1993, ha sido acusado de conspirar para «volar edificios» el 9 de septiembre. Hasan, organizador del Free Ohio Movement, fue trasladado a una celda de aislamiento y se le negó el acceso al teléfono durante un mes antes de la huelga -un intento deliberado de evitar que tratase sobre ella con el exterior, han dicho sus apoyos.
«La gente tiene que darse cuenta de que estos hombres y mujeres del interior de las cárceles esperan ser castigados, pero se han sacrificado», ha declarado el pastor Kenneth Glasgow, un antiguo recluso y apoyo del Free Alabama Movement, primer grupo de presos en hacer el llamamiento nacional a la huelga. «La gente de fuera tiene que reconocer su estado de embaucamiento», ha añadido expresando su disgusto por la poca atención que está mereciendo la huelga. «Son muchos los que no perciben el valor de lo que está pasando, que no se dan cuenta de que hay esclavitud, de que la esclavitud todavía existe».
Aunque sea la más ambiciosa hasta la fecha, la huelga del 9 de septiembre no es el primer intento de los presos. Las protestas en prisión han ido en aumento en los últimos años, a raíz de un huelga en Georgia en 2010, donde miles de presos se negaron a trabajar, siendo imitados por otros en Illinois, Virginia, Carolina del Norte y Washington. En 2013, los presos de California coordinaron una huelga de hambre contra el uso de celdas de aislamiento que, en su momento álgido, llegó a involucrar a treinta mil presos. Y este año los presos se han amotinado en la cárcel de Holman, en Alabama – una de las instalaciones más activamente involucradas en la huelga actual- y se han declarado en huelga en Texas.
En todo el país, los presos están protestando por un abanico de motivos: desde los rígidos sistemas de libertad condicional y las leyes de reincidencia hasta la falta de servicios de educación y de servicios médicos, y contra el hacinamiento. Pero el tema que ha aglutinado las protestas es el trabajo penitenciario: una industria de dos mil millones de dólares anuales que emplea a novecientos mil presos con pagas míseras en algunos estados y sin ninguna paga en otros. Además de trabajar para compañías privadas, los presos trabajan en la cocina, en la limpieza, en el mantenimiento y la construcción de las propias prisiones. «Estas instalaciones no existirían sin nosotros», declararon los organizadores antes de la huelga; «no sólo vamos a exigir el fin de la esclavitud en prisión, nosotros mismos vamos a dejar de ser esclavos».
Los presos piden la derogación de la Decimotercera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, que prohíbe la servidumbre involuntaria y la esclavitud excepto como castigo por delitos de los que el responsable haya sido sentenciado como culpable. Muchos estadounidenses desconocen que el trabajo forzoso sigue siendo legal en la cárcel, y los huelguistas esperan invertir la situación con esta acción. Pero esa ignorancia es sólo una parte del desconocimiento del público en general sobre el sistema penal de su país: «Una nación que encarcela al uno por ciento de sus habitantes tiene la obligación de saber que le sucede a esos dos millones y medio de personas», escribió Ethan Zuckerman, director del Centro de Medios Cívicos del MIT, valorando la tibia respuesta a la huelga; «en este momento, no lo sabemos».
Aunque la información sobre las cárceles es muy difícil de obtener, un problema potencialmente mayor para los presos en huelga es el aparentemente escaso interés que su situación despierta, restringido a unos pocos activistas, familiares y antiguos presos, incluso en un momento en que los temas de justicia penal y reforma de las prisiones son una prioridad en la agenda de políticos y reformadores sociales.
Los presos mismos han sido excluidos en los últimos años del debate sobre el encarcelamiento masivo, pero el hecho de que sean capaces de coordinar una protesta colectiva de la presente escala, con todas sus limitaciones, es prueba de su empeño en que el sistema carcelario ha de cambiar radicalmente, según los organizadores.
Glasgow ha declarado que «cuando encuentras a personas al otro lado del muro, encerradas, que han superado tantos obstáculos y barreras para organizarse en veinticuatro estados, en cuarenta o cincuenta prisiones, eso nos dice a todos los de fuera que hemos de ir dando un paso adelante».
Informe de la huelga en Texas, segunda semana:
La Cruz Negra Anarquista de Austin confirma que las siguientes unidades están cerradas e incomunicadas, total o parcialmente, o en «exclusión»: Barry Telford, Beto, Clements, Conally, Ferguson, Gib Lewis, Jordan, Smith, Torres, William Hobby.
Pide que se llame a las unidades para saber su estado y que se comparta toda la información que se pudiera tener. Recoge el siguiente testimonio que les ha llegado:
«Hoy, 17 de septiembre fuí a la Unidad Hughes Alfred en Gatesville (Tejas) a visitar a una amistad. Mientras estaba esperando para que nos llevaran a la cabina de visita, una mujer sentada a mi lado mencionó que reclusos/as de esta unidad estaban siendo represaliados/as. Ella estaba visitando a una mujer de Hobby que, debido a la sobrepoblación, había sido trasladada al edificio médico en Hughes. Le pedí si podía unirme a la conversación y hacer algunas preguntas. La mujer encarcelada explicó que había escuchado en la radio de los guardias que los internos en el edificio 8 estaban en huelga. Más tarde supo que para la huelga nacional estos internos habían manipulado sus puertas para que se abrieran en el mismo momento. Que se presentaron guardias con equipación antimotines y les lanzaron gas lacrimógeno e inmovilizaron y agredieron a varios/as reclusos/as.
El visitante señaló a una familia latina a la que también había odído hablar de la huelga. Me acerqué a ellos y con su permiso, me pasaron al teléfono a su ser querido, que sólo quiso hablar brevemente y no tienen muchos datos que compartir, pero sí confirmó que en el edificio 8 se habían puesto en huelga y que por ello habían sufrido una agresión brutal por parte de los guardias. Por fin, mi amistad apareció para la visita. También confirmó esta información, a lo que añadió el uso de pistolas de perdigones. También dijo que por casualidad oyó en una radio que 13 unidades estaban cerradas e incomunicadas. Dijo que habían notificado a todos/as los/as internos/as que estaba prohibido dar cualquier información sobre la huelga y que los hechos serían negados».
Fuente: It’s Going Down
Resultados de la presión telefónica sobre las cárceles
«El Movimiento Alabama Libre fue puesto en marcha desde dentro de las cárceles estatales de Alabama para denunciar sus deplorables condiciones de vida inhumanas y el trabajo esclavo impagado al que somete a los internos tras los muros de cemento del sistema carcelario del departamento de Instituciones Penitenciarias del estado de Alabama. – El Movimiento Alabama Libre ha puesto en Youtube ochenta vídeos de historias personales con los que comparte la realidad de vivir aun en 2016 bajo la Decimotercera Enmienda de la Constitución USA (que permite la esclavitud para los presos) y su encarcelación masiva. – Libertad o muerte: no hay nada más».
Desde las redes sociales del Comité para la Organización de los Trabajadores Encarcelados – IWOC se anuncia que Michael Kimble y otros miembros del Free Alabama Movement ya no sé encuentran en celdas de aislamiento y vuelven a compartir las zonas comunes con los demás presos; los ahora liberados creen que este cambio se debe a la presión desde la calle, mediante llamadas telefónicas y mensajes a la dirección de la cárcel, y dan las gracias a todas las personas que han secundado esta táctica de presión.
‘It’s Going Down’ hace un llamamiento a seguir una táctica similar para la institución penal «Deer Ridge», en Madras (Oregon); allí, varios presos fueron puestos en aislamiento preventivo para evitar acciones por su parte a favor de la huelga; junto a ellos, se puso en aislamiento a todos los presos empleados en las cocinas de la institución. Los presos han denunciado que de manera cotidiana se les sirve comida en mal estado.
PD. – Una selección de escritos de Michael Kimble, aquí: https://anarchylive.noblogs.org/publications/
Prisión de Holman. El dormitorio C se alza de nuevo (Enviado a It’s Going Down)
Un preso anónimo mandó esta información:
Hace 10 minutos miembros del equipo antimotines y el alcaide entraron en el dormitorio C e intentaron confiscar el teléfono de un preso y el dormitorio C al completo se alzó y les expulsó. La resistencia en la prisión de Holland en Alabama es fuerte. Fuck the police! 21/9/16 /2:48
Fuimos capaces de expulsarles mostrando un frente colectivo de unidad. Recordad, un pasma fue acuchillado y murió debido a las heridas por negar una ración extra de comida a un preso. Eso pasó el 1 de septiembre.
Sobre la solidaridad desde fuera:
Podemos sentirlo, sabemos que hay gente respaldándonos.
Sobre la situación en Holman, con guardias dejando el trabajo y negándose a trabajar:
Los pasmas siguen dejando el trabajo y eso abre un espacio para mayores acciones.