La enemistad necesaria
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La enemistad necesaria
“Allí donde crece el peligro, crece también la salvación”.
Friedrich Hölderlin
Nadie se queda indiferente hoy en día ante las siguientes fechas: 1789, 1871, 1917, 1936, 1977.
Evidentemente nadie se pudo quedar indiferente en aquellos momentos. Las lineas divisorias entre partidos eran tan profundas que no existió conciliación posible. En estas situaciones, las de la gran política una simple mirada clarifica el bando por el que has tomado parte. Se alcanza el máximo grado de intensidad entre las diferentes facciones, la enemistad es total, las fronteras abismales. En estos momentos momentos no hay posibilidad de duda, estos son los momentos que determinan la historia.
Volver a definir los márgenes en los cuales estamos combatiendo tendría que ser una de nuestras primeras tareas para poder entrever una mínima contingencia de victoria. Combatir en un estado de cosas como el de nuestro tiempo, donde la intencionada indefinición permanente del enemigo neutraliza cualquier conflicto abierto, nos posiciona en una frustración irremediable. La ofensiva imperial de des-intensificación de toda hostilidad entre amigo y enemigo comporta una hostilidad intrínseca más profunda, aquella que no se es capaz de percibir con claridad y por tanto, a la que no se es capaz de oponerse. Es una hostilidad que intenta convencer de que no existe, siendo así más agresiva que cualquier otra. Se oculta, se disuelve y poco a poco va inundando toda la existencia, canalizando toda disputa hacia escenarios inoperantes. Esta paz armada,impuesta por una hipotética sociedad homogénea, reconciliada ya de las viejas guerras, donde todo se puede resolver a partir de canales democráticos, elimina toda posibilidad de formación de grietas habitables en la nebulosa imperial. Entrar en su juego, disputar la política en su campo desactivado, intentar acabar con el capitalismo o el patriarcado como sujeto etéreo, utilizando todas las abstracciones e indefiniciones que nos han sido impuestas, nos hace profundamente débiles. No se puede combatir la locura.
Esta ofensiva se respira en la insistente guerra de uniformización por parte del Partido del Orden – no me refiero a ningún partido político concreto, sino a una facción organizada – de toda singularidad existente en el seno de cualquier comunidad política. Reduciendo toda forma de vida particular a un todo absoluto y abstracto, donde se impone continuamente la lógica de la eliminación de cualquier enemistad. Aplicando la conciliación democrática como solución única, hasta el punto de que la propia forma del conflicto ya es una victoria para el oponente, independientemente del resultado final. La incesante embestida que intenta desactivar toda posibilidad de vida común que no siga la lógica imperante.
Respecto a este intento continuado de indefinición constante de fronteras entre mundos amigos y enemigos, este repetida estrategia de convertir en indescriptible todo lo que se nos opone, creemos que es primordial hacer una inversión de la perspectiva. Ser totalmente capaces de diseccionar ininterrumpidamente este espectro indeterminado para confrontarlo paso a paso. Trazar claras líneas divisorias entre la manera en que se habitan nuestras formas de vida y las enemigas. La única posibilidad de comprender esta frontera reside en una participación, en tomar parte de una manera existencial, es decir, excavar en cada aspecto de la vida una trinchera que sea capaz de ir descubriendo progresivamente dónde estamos y contra qué nos enfrentamos. Hemos de ser capaces de señalar en cada momento dónde está el enemigo y eso sólo sucederá cuando nuestra vida común se afirme en todos los ámbitos.
Decía Carl Schmitt: «El sentido de la distinción amigo-enemigo es marcar el grado máximo de intensidad de una unión o separación, de una asociación o disociación». Es por este hecho que podemos sostener que toda exacerbación de una forma de vida colectiva que se afirma existencialmente provoca un aumento de intensidad en el seno de ella misma y entra en conflicto con otra, es decir, desvela un enemigo, en tanto que le llena también de intensidad. En todo combate verdadero, los partidos se enfrentan sin complejos, la claridad es acaparadora. En ningún momento estamos hablando de construir identidades, sino de habitar situaciones.
Por tanto, siempre será más hostil la indistinción, que se fundamenta en la des-politización de toda enemistad, que el propio enemigo que se llena de intensidad y se enfrenta materialmente. El órgano de expresión del Partido del Orden, El País, decía hace poco en una editorial: «En una sociedad abierta, el enemigo no es quien piensa de otra manera o nos quiere convencer con sus argumentos, sino quien quiere destruir el diálogo y la mera posibilidad de discrepancia legítima». En un momento en que por razones obvias el conflicto se agudiza, donde la intervención política adquiere la densidad suficiente para trascender las palabras y organizarse como adversario, vemos cómo de forma desesperada se intenta neutralizar todo argumento de hostilidad, toda posibilidad de existencia consistente.
Una circunstancia interesante a observar es la okupación de la Benaventurada – en el barrio de Les Corts de Barcelona – y el posterior conflicto con los vecinos. La cuestión que lo hace interesante no es precisamente que haya una nueva okupación en Barcelona, sino cómo se han organizado los vecinos para detenerla. Podemos achacarlo a muchas razones, probablemente la fundamental sea que el barrio donde se ha producido la okupación tiene una renta per capita bastante superior a la media de la ciudad. Aun así no deja de ser sorprendente que ciudadanos demócratas que confían en el Estado, la democracia y la ley hayan roto la atomización, pasando de la indignación a la acción, organizándose para detener la okupación. Los compañeros allí presentes explicaban que la regidora del partido del IBEX 35 estaba detrás de todo; esta situación puede llevar un poco de luz al asunto.
El hecho es que el fenómeno de la okupación se extiende de tal manera en esta ciudad, que la legalidad estatal no da la respuesta deseada a los amigos de la propiedad, y éstos se organizan para-estatalmente para frenar un problema que se está desbordando. No sólo se observa en estos casos, donde vecinos se organizan para evitar, como ellos decían, un “Can Vies II”, sino también con los matones que había en la puerta. Este acontecimiento, existente desde hace ya años, pero invisible en la mayoría de los casos y tratado como un asunto privado, está trascendiendo esta esfera oculta y se desvela públicamente.
Han aparecido ya las primeras campañas contra estas fuerzas de choque – concretamente contra Desokupa1 -, incluso algunos enfrentamientos. Las compañeras nos estamos de alguna manera preparando para eliminar estos obstáculos. Paralelamente, siempre atentos para meter la cuchara en todo lo que adquiera cierta relevancia, el think thank del ayuntamiento – el Observatorio DESC – ya ha preparado su querella en defensa de la democracia. La cuestión que nos habríamos de plantear es: ¿qué incrementará la inteligencia colectiva de nuestro bando, la superación de este problema rápidamente a partir de una resolución judicial por parte de gente externa al conflicto o la lenta y tortuosa resolución del problema a partir de numerosos conflictos ascendentes por nuestra parte? La respuesta para todo aquel que forme parte de nuestro bando parece obvia.
Podemos extraer entonces una conclusión clara, la legitimidad estatal para la resolución de conflictos desde una posición de neutralidad se está desbordando por un aumento de la intensidad entre dos bandos que se oponen. La esterilización ciudadana está desapareciendo poco a poco y como consecuencia una política en los márgenes está tomando cuerpo.
La hostilidad aumenta, los enemigos se definen, el combate se clarifica. Que no haya únicamente policía en los desalojos, sino también matones y vecinos, significa que para el Partido del Orden utilizar únicamente a la policía ya no es efectivo. Por lo tanto nos estamos desplazando hacia un campo de disputa donde el Estado ya no es el juez omnipresente sino que formas de vida divergentes se instituyen como adversarios buscando legitimidades propias, un nuevo escenario, con muchas más posibilidades se abre en el horizonte.
En un primer momento tropezaremos ante esta nueva composición de la coyuntura, donde el enemigo también se organiza. No sabremos cómo combatir ni a unos vecinos que nos atacarán discursivamente ni a unos matones que nos atacarán físicamente. De todas maneras no será más que un obstáculo en nuestro camino. Un fenómeno tan extendido como el de la okupación en esta ciudad, que probablemente aumentará en los próximos años a consecuencia del imparable aumento de los alquileres – un 25% solamente durante este año en Barcelona – y que ha trascendido el perfol de los siempre-okupas, difícilmente será parado si tenemos la audacia necesaria en estos momentos. Es imprescindible profundizar en la herida que se ha abierto en el drama de la vivienda. No rehuir esta hostilidad y recuperar la violencia – física y discursiva – de la que nos han desposeído será clave en este enfrentamiento. En el momento en que seamos capaces de superar esta coyuntura, el Partido de la Insurrección avanzará vertiginosamente.
Para ver una situación similar, pero donde los dos bandos se sitúan en un escenario de enfrentamiento más intenso no está de más, mirar un poco hacia el norte, cruzar los Pirineos y situarnos en Francia, donde la coyuntura es muy interesante. Por un lado podemos ver cómo se crea y desarrolla el movimiento contra la ley Trabaja, tras cuatro meses de huelgas en la mayoría de los sectores profesionales, bloqueos de refinerías de petróleo, enfrentamientos feroces de la base sindical de la CGT2 con su cúpula, black block de miles de personas en París, expropiaciones de supermercados generalizadas, ataques de adolescentes a comisarías al ritmo de MHD; cómo evoluciona, dentro del conflicto social, la ZAD3 – Zona A Defender – de Nôtre-Dame-Des-Landes en peligro de desalojo con sus partisanos atrincherados, preparando la resistencia hasta las últimas consecuencias.
Por otro lado, un Estado de emergencia contra el “terrorismo” que hace el ambiente irrespirable, prohibición de acceder a algunas regiones a diferentes personas, un Frente Nacional envalentonado, manifestaciones de algunas miles de personas contra estas situaciones, policías armados y encapuchados, un racismo estructural totalmente arraigado en todos los estratos de la sociedad, un país dislocado hasta lo más profundo de las entrañas. Entre todo esto, una brecha que se profundiza y que clarifica la situación. Cada vez es más fácil ver con quién podemos desertar.
El incremento de la enemistad es inevitable en un mundo que se hunde a pasos agigantados. La continua huida hacia adelante muestra los primeros síntomas de agotamiento. Mientras tanto mundos amigos y enemigos inundan nuestras vidas. Al mismo tiempo el Partido del Orden intentará neutralizar democráticamente toda expresión disidente, haciendo tender todo campo intensivo a cero. Su estrategia sólo cambiará en el momento en que nuestro mundo sea habitable. En este instante este bando también se llenará de intensidad y nos atacará ferozmente. Tomar la iniciativa en este momento es imprescindible, no ir siempre a remolque de las situaciones. Sin esta intuición seremos aplastados por un poder monstruoso. Estar juntos, no rehuir el conflicto, tejer vínculos indisolubles entre nuestros comunes, confiar en los momentos de duda, querernos profundamente. Sólo así el Partido de la Insurrección será capaz de estar a la altura de las circunstancias.
1Empresa privada conformada por guardias de seguridad y porteros de discoteca que, por un precio módico y atendiendo sólo a propietarios privados y nunca a bancos, se dedican a intimidar y en algunos casos desalojar por la fuerza a los habitantes de inmuebles okupados a petición de la propiedad.
2Principal sindicato mayoritario de la República de Francia, equivalente a CCOO en el Reino de España. NdT
3Okupación de un terreno en el norte de la república Francesa para evitar la realización de las obras de construcción de un nuevo aeropuerto. Dicha okupación se lleva sosteniendo ya varios años, llevando una encarnizada resistencia contra el desarrollismo y el capitalismo. NdT