[Análisis] La naturaleza idealizada
Nota de ContraMadriz: recibido por correo electrónico el 9/02/2018 desde el blog Propagación Anárquica.
Hay una tendencia idealista, romántica y superflua que se difunde cada
vez más sobre la supuesta existencia de una naturaleza prístina, virgen
y paradisíaca que nunca ha sido tocada por el ser humano y que debe ser
preservada sin que tenga contacto alguno con nuestra especie. Hay
muchos, pero muchos problemas y reflexiones muy poco profundas respecto
a esa postura de una naturaleza virgen y prístina.
Primero que nada, hay que darnos cuenta del contexto en el que vivimos
actualmente: en el Antropoceno, era donde EL SER HUMANO INDUSTRIAL ha
provocado los mayores cambios geológicos desde hace 300 siglos a la
fecha, <<el cambio climático ha trastocado la totalidad de los
ecosistemas en el mundo>>. Es decir, el ser humano industrial, vía
contaminación del agua, tierra y aire, ha trastocado de forma negativa a
todos los biomas del planeta, es decir, ya no queda naturaleza prístina
–sin tocar– en todo el mundo, todos los ecosistemas han sido manoseados
por el cambio climático.
Ahora bien, otra cuestión derivada de esa idealización cristiana y
romantización miope de la naturaleza virgen, es creer que el ser humano
en general, nuestra especie en sí, es ecocida y destructora de la
naturaleza por antonomasia, lo cual es totalmente falso y erróneo.
El mundo con toda su bella biodiversidad está siendo destruida NO por el
ser humano EN SÍ, sino por una bien definida y situada forma de
manifestación enferma de humanidad, es decir, la destrucción de la vida
y los ecosistemas es a causa de un tipo de ser humano industrializado y
moderno que tiene algo así como 300 años de existencia, desde la
aparición histórica del capitalismo y la globalización
moderno/industrial.
De lo antes dicho se desprende otra conclusión: en la sociedad global
tecno industrial no todos los seres humanos industrializados participan
con igual importancia e impacto en la devastación de eso que occidente
llama naturaleza. Por ejemplo: un militar moderno no hace el mismo daño
a la biosfera que un albañil indígena que migro a la gran ciudad, ni
hace el mismo daño un biotecnólogo de Monsanto que un panadero de una
colonia de clase media.
Son los grandes corporativos industriales y militares -con sus
ejecutivos, políticos, científicos y generales- (sean capitalistas o no)
los que van asesinando ecosistemas y personas por todo el amplio planeta
…y NO el ser humano en sí, los responsables son aquellos humanos
enfermos por dominar la otredad, aquellos que renuevan, crean, ejecutan
y organizan proyectos carcelarios de sociedad.
La humanidad no es buena ni mala: ¡es vital! …y como tal fue el
resultado de la evolución misma, pero pasa que hace unos 5000 años creo
la civilización -eligió vivir en ciudades- y fue cuando todo empezó a
marchar de mal en peor, pero nada de lo que han hecho las civilizaciones
anteriores es comparable con la magnitud, velocidad e intensidad
destructiva que la civilización industrial ha realizado sobre el
planeta. La humanidad como tal -homo sapiens- tiene algo así como 2
millones de años, es decir, lleva aproximadamente 0.1% de su existencia
perturbando de manera negativa a los ecosistemas.
Ese 0.1% de existencia humana enferma, sólo puede ser atribuible a los
industrializadores del planeta, más no a las tribus, pueblos indígenas y
sociedades pastoras y campesinas que siguen llevando sus vidas
vernáculas conforme a las estaciones del año y los ciclos de bio
regulación del planeta. La humanidad -se reitera- no es enemiga de eso
que llamamos naturaleza, sino cierto proyecto -gestado por ciertos
humanos en una etapa específica de su desarrollo- es quien devasta el
planeta. Aquellas ideas fatalistas derivadas de la misantropía y el
idealismo sobre la naturaleza y el medio ambiente, son meros enunciados
superficiales que ignoran la historia “primitiva de la humanidad” y la
historia reciente de ésta. Ideas vagas, sin profundidad sobre los
procesos evolutivos, geopolíticos y económicos, deducen que la humanidad
misma es antagónica a los ecosistemas, <<en vez de señalar con precisión
a los reales responsables de la devastación personal, ambiental y social
que se expande cada vez más por el planeta>>
¿Cómo luchar contra el desarrollo industrial si no se conoce a
profundidad al enemigo? ¿Cómo vencer al proyecto ecocida y carcelario de
sociedad con posturas derrotistas y victimistas, posturas sin vitalidad
como lo es el nihilismo y el pesimismo? Posturas como estas reflejan la
resignación e irresponsabilidad por el mundo que les rodea, posturas
como la misantropía reproducen los valores del sistema que supuestamente
quieren destruir: odio, rencor, egoísmo y competencia, son valores que
curiosamente sostienen al proyecto de sociedad capitalista. La
misantropía le hace juego a los que dominan a la sociedad, torturan
animales y destruyen a los ecosistemas.
Ahora bien, aparte de haber un error fatal en dichas posturas
anteriormente mencionadas, hay que señalar ahora otro problema que
corresponde al concepto mismo de Naturaleza, es decir, la naturaleza
como palabra es un término/concepto de origen civilizado. Es un
término/concepto que ENCUBRE UNA SEPARACIÓN FALSA ENTRE EL SER HUMANO Y
EL RESTO DE LAS ESPECIES VIVIENTES. El concepto de naturaleza para
empezar no existe en muchas de las culturas humanas alrededor de todo el
mundo. Algo así como el 99.99% de las pueblos y tribus humanas que
occidente llama indígenas originalmente no usaban o usan ese término
para referirse por ejemplo a los ríos o bosques. Por eso es preferible
describir a los ecosistemas (con sus ríos, bosques, animales, hongos,
etc.) que conceptualizarlos con la simple y llana palabra de Naturaleza.
La naturaleza como concepto y como oposición a la cultura, es decir,
como una esfera de la vida separada del hombre, surge hace unos 3000
años con la cultura griega. Como vemos, el concepto de naturaleza es una
invención bien definida y situada históricamente, DE UN TIPO DE SER
HUMANO QUE SE ALIENÓ DE LOS ECOSISTEMAS PARA VIVIR EN CIUDADES, es
decir, para vivir en la civilización. <<Las tribus y pueblos indígenas
no participan de igual manera en los impactos sobre la biosfera: muchos
pueblos vernáculos antes de la conquista Colonial Europea, lejos de
disminuir la biodiversidad, la incrementaron…y en la actualidad ello
continúa>> Por ejemplo con la diversificación de plantas domesticadas.
Con lo antes dicho, podemos concluir al menos dos cosas: que la especie
humana en sí no es una destructora inmanente de eso que llamamos
naturaleza y que no todos los seres humanos (civilizados o no)
participan en la destrucción de la biosfera, y de quienes si participan
directamente -un porcentaje reducido y señalable a precisión- del
ecocidio, no todos lo hacen de la misma forma y magnitud. Es absurdo
culpar a toda la humanidad como enemiga de la naturaleza.
Otra conclusión derivada de ello es que el término de Naturaleza es un
concepto falso, y que propicia el biocidio contra nosotros mismos como
para el resto de la biosfera…y aún más esa idea de una naturaleza que no
ha sido tocada, que sigue siendo prístina es aún más nociva.
Esa idea de una naturaleza virgen es el resultado una visión idealista y
cristiana que surge -curiosamente- DEL DESPRECIO A LA VIDA MISMA, puesto
que la búsqueda de un paraíso -terrestre o metafísico- más allá del
plano del cual se parte, es el efecto de un cuerpo enfermo y resignado
que busca soluciones más allá de su realidad, es decir, creando mundos
idealizados y románticos hasta la médula, donde supuestamente están
todas las soluciones a sus problemas.
Ese supuesto amor de ciertos defensores de la naturaleza prístina
encubre nada menos y nada más que un auto desprecio tanto a sí mismos
como al mundo que les rodea: lo prístino, lo puro, lo absoluto, son
síntomas de un cuerpo consumido por la tristeza.
El paraíso ya sea silvestre o celestial es prácticamente idéntico a la
idea del paraíso socialista de los comunistas o del estado de pureza
racial de la humanidad de los nazis. El romanticismo idealista confunde
las causas con los efectos creando regímenes de verdadera confusión y
auto engaño que conducen a nada más que a seguir reproduciendo los
mismos errores con los cuales se justifica cometer mil y una
atrocidades.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que en el contexto mesoamericano (de
México a Panamá) casi todos los ecosistemas han sido intervenidos -de
manera responsable y sabia- desde hace milenios por parte de los pueblos
autóctonos de América. La larga tradición de manejo diversificado de
plantas y paisajes en Mesoamérica comprueban que la agricultura no es el
origen del mal. Las evidencias bio arqueológicas como las actuales
investigaciones etnobotánicas en territorios indígenas dan cuenta de
ello. La agricultura reitero no es el origen del mal: LA PROPIEDAD
PRIVADA sobre la tierra sí.
Lo que hoy pudiera parecer una montaña o valle “virgen”, hace tal vez
100 o 50 años era todo un AGROECOSISTEMA, donde las personas manejaban y
cultivaban diversas especies vegetales, pero con el paso del tiempo, ese
vegetación de carácter humano fue diluida entre la vegetación silvestre
y ahora esa vegetación antropogénica sólo aparece en medio del paisaje
como algo que supuestamente sería prístino, cuando en realidad el ser
humano coadyuvo a la conformación de dicho paisaje “natural” de
apariencia virgen
Otro ejemplo de ello son los agroecosistemas forestales, como los
cafetales, que a simple vista pudieran parecer un ecosistema prístino,
sin la intervención directa del hombre, pero que en realidad son
creación mutua y simbiótica CON EL RESTO de la naturaleza y ejemplos de
ello hay muchos. Se recomienda leer críticamente el libro de La
importancia de la memoria biocultural: la importancia ecológica de las
sabidurías ancestrales, de los autores Víctor M. Toledo y Narciso B.
Bassols, para conocer más al respecto sobre la relación humana con la
biosfera y los agroecosistemas (Naturaleza antropogénica).
Ya sea desde la historia, la filosofía, la antropología, la ecología, O
LA EXPERIENCIA PROPIA CON SOCIEDADES NO INDUSTRIALIZADAS, la idea de la
naturaleza en sí es bastante dudosa …y la idea de una naturaleza virgen,
prístina, que jamás ha sido tocada por nuestra especie, resulta ya
totalmente ridícula, que aparte de reflejar una estreches de mente,
oculta ideas que justifican la dominación, explotación y destrucción de
eso que llamamos naturaleza, dando paso a ideas, CREENCIAS y acciones de
carácter eco TOTALIARIAS Y FUNDAMENTALISTAS que los eco burgueses no
dudan en adoptar como doctrina única… se creen los únicos y especiales
al “defender” un paraíso que no es más que el resultado INACABADO de su
deseo por dominar.
¡NO SOMOS DEFENSORES DE LA NATURALEZA! ¡SOMOS LA NATURALEZA
DEFENDIENDOSE!
Desde algún hermoso bosque
Por: Textos anónimos
México, principios de febrero del 2018.