Suiza. Carta del compañero recientemente detenido desde la prisión de Zurich
1 de marzo de 2019, prisión de Zurich.
Queridxs compañerxs, queridxs amigxs.
Ha pasado un mes desde que, el 29 de enero, estaba en mi bicicleta para ir a trabajar y acababa de salir de Langstrasse en Josefstrasse, cuando un automóvil sin identificación me obligó a detenerme y otros dos policías encubiertos en bicicletas cayeron sobre mí desde atrás. Había una mujer entre ellos que recuerdo que me habían seguido a mi casa no hace mucho. Luego nos fuimos con otrxs 15 invitadxs no invitadxs para una visita final a mi apartamento, mi automóvil y la biblioteca anarquista, donde, entre otras cosas, se incautaron datos electrónicos y documentos.
Ahora, he aterrizado en esta otra dimensión, que consiste en habitaciones estrechas, muebles básicos, pasillos largos, barreras, rejas y puertas metálicas, cuya apertura y cierre dictan el ritmo diariamente. Estoy separado de lugares y personas familiares a pocos cientos de metros de distancia por la violencia de toda una sociedad que prefiere un régimen de muros y leyes a un reino de la libertad y la conciencia. Afuera, nos encanta soñar, experimentar, rebelarnos. Nuestra dignidad está herida por las ignominias sobre las que descansa este mundo. Poco a poco, nuestras experiencias y nuestros descubrimientos se entretejen hasta formar una visión global y tomamos en cuenta, en el pensamiento y de hecho, las condiciones de dominación para liberarnos de ella, rechazando constantemente la categorización de modelos preestablecidos, incluyendo Lxs de lxs anarquistas. Así es como desarrollamos un proyecto revolucionario en el que la teoría y la acción siguen desafiando y se van entremezclando. Podemos sentirnos que estamos creciendo y casi pensamos que podemos abrazar el mundo. Luego, en un instante todo puede reducirse a unos pocos metros cuadrados. Todo anarquista lo sabe y siempre lo tiene más o menos presente en un rincón de su cabeza. La existencia de esta posibilidad, particularmente emblemática del núcleo esencial de este orden social, es precisamente una razón para no hacer de nuestra vida fuera una prisión: convenciones y prejuicios, compromisos progresivos y satisfacciones volátiles, que nos permiten llegar al próximo día y nos limitamos, y el miedo que busca disminuirnos ante nuestros propios ojos.
Este proyecto revolucionario que cada anarquista desarrolla en sí mismo continúa desarrollándose incluso cuando uno está en prisión. Contribuir a ello y no sacrificar nuestra propia iniciativa a los dictados por la represión es una solidaridad revolucionaria, que también siento por quienes languidecen en las cárceles del estado. Es posible que tengamos que prestar demasiada atención a la batuta y la prisión de la policía. Pero principalmente, la represión es también la propagación de rituales y contenidos simbólicos que nos encierran en un gueto cultural y nos alejan de la realidad de la lucha social, la oferta de soluciones participativas a cambio de pequeñas concesiones, el hostigamiento por todos lados por estímulos e información, un lenguaje cada vez más sin sentido, sin sentido que nos permite hacer que nuestras ideas sean comprensibles para nosotrxs mismxs y para lxs demás. Todo esto puede ser mucho más importante para reprimir cualquier levantamiento contra las relaciones existentes. Creo que estos problemas deberían al menos considerarse en el mismo contexto.
En lo que respecta a mi situación personal, estoy haciendo lo mejor que puedo en estas circunstancias. Me entristece verme arrancado de repente de mis seres queridxs y mis sueños. Pero me las arreglo bastante bien para buscar aberturas, al menos en mi corazón. Aprovecho mi tiempo para leer y escribir, para aprender y para estudiar. Hay algunas personas con las que puedo hablar. Espero recibir noticias y análisis sobre lo que está sucediendo en el mundo, publicaciones anarquistas (que se enviarán en sobres), así como cartas de amigxs y conocidxs.
Entiendo alemán, francés, italiano, inglés y algo de español y turco. Por supuesto, el fiscal también participa en la lectura. Finalmente, me gustaría agradecer calurosamente a quienes me apoyan con cualquier medio posible.
Les deseo coraje y fuerza allí afuera, donde es aún más necesario que aquí, dentro. Al menos pueden salir más. Les doy un abrazo con todo mi corazón!
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