[[Argentina] Se aplaza el juicio contra Higui + texto apoyo desde el estado español

Extraído de la Rebelión de las Palabras

COMUNICADO DESDE LA CAMPAÑA POR LA ABSOLUCIÓN DE HIGUI
SE POSPONE EL JUICIO A HIGUI

Desde la Gremial de Abogados y Abogadas nos informan que el juicio se acaba de posponer. La fecha tentativa es el mes de agosto, pero pronto tendremos más información confirmada.

Mientras tanto, seguimos organizándonos.

Seguimos en estas redes para estar al tanto de las novedades y compartir que exigimos:
¡ABSOLUCIÓN PARA HIGUI YA! ¡YO TAMBIÉN ME DEFENDERÍA COMO HIGUI!

«Estamos hartas de los procesos de responsabilización que empujan a le superviviente a revivir, una y otra vez, el trauma de la agresión, que fuerzan a le superviviente a colocar su reputación sobre la mesa como “prueba” de su sinceridad, que acaban siendo una ineficaz recreación del proceso judicial que deja al agresor libre de culpa, mientras que le superviviente tiene que vivir con el recuerdo de la agresión por el resto de su vida.

(…)

No estamos pidiendo derechos por las calles, estamos hablando de ellos; no estamos pidiendo anuncios que no nos conviertan en mujeres-objeto, estamos destruyendo los mecanismos comerciales que nos deshumanizan como mujeres; no estamos apelando al poder masculino para que termine con las violaciones, sino que le amenazamos: “Si me tocas, te aniquilaré”. Por una vez, los mecanismos que crean y mantienen las identidades de la feminidad fueron rechazados, y nuestros deseos fueron los nuestros propios, nuestros cuerpos fueron los nuestros propios, y nuestra violencia fue la nuestra propia.»

Ya veréis putas locas… («Espacios Peligrosos: Resistencia violenta, autodefensa y lucha insurreccionalista en contra del género»)

En los próximos días 18, 19, 20 y 21 de febrero tendrá lugar en los tribunales de San Martín (Malos Aires) el juicio contra Eva Analía de Jesús, más conocida por su apodo «Higui» (en referencia al futbolista colombiano René Higuita, dada la afición de Higui por el fútbol), mujer lesbiana racializada de género disidente que el 16 de octubre de 2016 sobrevivió a un ataque translesbófobo donde fue golpeada y sufrió una violación «correctiva» («te voy a hacer sentir mujer, zorra lesbiana» fueron las palabras que Higui escuchó escupir a uno de sus agresores), al que Higui respondió tomando una herramienta de jardinería (con la que ella trabajaba, era jardinera) y contraatacando, resultando muerto uno de los asaltantes.

Higui fue detenida inmediatamente, maltratada, se le negó acudir a un centro médico pese a las visibles lesiones que mostraba, y fue encarcelada preventivamente acusada de homicidio. Además. el caso no se encuadra en el marco de la ley de violencia de género vigente, ni tampoco se le aplica el protocolo de atención a víctimas. Por el contrario, es tratada de «hombre» (dada su expresión de género «masculina»), al llegar a dependencias policiales es obligada a desnudarse delante de policías varones, y cuando le quitan su ropa, le presta la suya otro preso varón. El hecho de no reconocer esto como un caso de violencia de género no es accidental, y responde a una intención deliberada de negar la violación como tal debido a que no quieren reconocer la posibilidad de que una mujer visiblemente «masculina», bollera, racializada y con un cuerpo y actitud no normativos pueda ser violada por otros hombres. Así, tiene un doble objetivo represivo. Por un lado, desamparar a nivel jurídico a Higui, reduciendo posibles atenuantes y/o el factor de la autodefensa, y por otro validar el relato de los agresores, que, como ya han indicado otros escritos anteriores (como este artículo de Luciana Sánchez) sobre este caso, se encuentra basado «en el prejuicio respecto a que las lesbianas masculinas quieren ser varones. La justicia responde: “Si querés ser un varón, te vamos a tratar como un varón”. Y, entre varones, no hay violación».

Higui es tratada como un hombre cis heterosexual tanto por la policía, como por les distintes representantes del poder judicial, en una humillación adicional constante que complementa el aspecto «corrector» de la agresión sufrida. Si no te conformas con el género asignado, si tu cuerpo o tu comportamiento se salen de lo establecido, entonces parece que para este sistema heteropatriarcal, cis-sexista, clasista, racista y asesino «no mereces» ser tratada dignamente, ni ser reconocida dentro de lo que leguleyos y maderos reconocen como «violencia de género», «violación» y «agresión machista» en sus sucias e hipócritas leyes.

En junio de 2017, tras 9 meses encarcelada, la Cámara de Apelaciones y Garantías de San Martín resolvió excarcelarla. No obstante, continuó con cargos pendiente del juicio, que tendrá lugar este mes.

Nos gustaría citar, de nuevo, el análisis de Luciana Sánchez, acerca de los pormenores del caso y las diferentes perspectivas en función de la lectura de sexualidad y género realizada por los aparatos judiciales en Argentina:

«El imaginario que construye a varones cis heterosexuales como víctimas de lesbianas negras masculinas, no tiene correlato con la realidad. Pero sí tiene un correlato judicial.

En los casos donde las personas atacadas son mujeres heterosexuales, amas de casa, madres, la CSJN y otros tribunales reconocen y consagran el derecho a la legítima defensa, incluso el uso de fuerza letal contra el agresor/es, ya sea durante un ataque o después; ya sea un ataque sexual o no.

En estos casos, los tribunales sostienen que una violación comienza en los insultos y agresiones, y no en la conducta sexual directa. Asimismo, que es legítimo defenderse de una violación desde su inicio, no es necesario esperar a estar toda golpeada y abusada (Guido, CCPF, 2014). Y que en estas situaciones, es legítimo matar al agresor (Leiva, CSJN, 2009).

Si Higui fuera una mujer heterosexual, ama de casa, madre, no hubiera pasado tiempo en prisión, o ya habría sido sobreseída. Paradójicamente, si Higui fuera un varón heterosexual cis y argumentara que otro un varón (gay) quiso violarlo y por eso lo mató, se consideraría justificado.

Pero es una lesbiana negra, masculina, que defiende su libertad sexual.»

Por nuestra parte no cabe duda, estamos al lado de Higui, reconocemos su autodefensa y saludamos y admiramos el valor mostrado en su respuesta. Sabemos que tanto en Argentina como en el estado español y en cualquier otro rincón de su mundo, este sistema misógino, LGTBIfóbico, se llena su asquerosa boca con discursos de igualdad, de integración, de protección a las víctimas, para luego aplicar unos mecanismos judiciales que siguen desamparándolas, y protegiendo los privilegios de sus agresores mientras a les que sufren les llaman a denunciar y esperar, a no «tomarse la justicia por su mano». Sabemos que también trata de «ordenar» toda conducta, cuerpo o expresión que atente contra la estructura rígida de su norma sexual, y machotes como los que atacaron a Higui son solo una prolongación de esa violencia. Cada año, cientos de nombres de mujeres (ya sean cis o trans) así como de otras personas trans, queer o con otras identidades disidentes, llenan las necrológicas de la vergüenza y de la supremacía blanca, cismasculina, hetero, normativa. Higui simplemente decidió que no iba a convertirse en otra esquela. No era la primera vez, ya había recibido malos tratos en la escuela y en su familia, y palizas en la calle, una de las cuales la envió al hospital en 2002 encontrándose su casa quemada cuando regresó tras varios días ingresada. No, no era la primera agresión y quizá no sea la última, pero si algo es seguro es que ese saco de mierda al que Higui ajustició no volverá a hacer daño a nadie.

También tenemos claro que estas violencias no son resolubles dentro de este mundo y se encuentran en el núcleo de un sistema como este. Por eso, tampoco tenemos nada que pedirle ni al Estado argentino, ni al español ni a ningún otro, en materia de leyes o de reformas. No queremos maderos con formación en diversidad de género, ni jueces que no yerren el tiro al definir el género de una persona según sus códigos. De este sistema no queremos nada salvo su destrucción. Pero tampoco dejaremos sola a Higui, ni a ninguna que se enfrente a su represión picadora de carne humana por intentar vivir sin miedo.

A Higui quieren encarcelarla 30 años. Desde la distancia nos sumamos a la solidaridad, enviando fuerzas, apoyo, y un abrazo lleno de comprensión, complicidad y rabia para ella y sus amigues y cercanes, y llamamos a permanecer pendientes de los resultados del juicio.

Porque «nosotres también nos habríamos defendido».

¡Absolución total para Higui! ¡Poda a tu violador local!