Promesas de guerra. Fuego y cristales rotos en Madrid.

Extraído de barcelona indymedia

Durante las últimas semanas del mes de diciembre fueron decorados, rotas las lunas, pinchadas las ruedas y/o arrancados los retrovisores de alrededor de 50 motos y 40 coches de alquiler, del burger king, de inmoibliarias, de seguridad, de bancos… También fueron reventadas las pantallas de una docena de cajeros.

Un cajero de la Caixa y otro de Santander fueron presa de las llamas. Cuatro coches de alquiler, dos del banco Santander, dos de inmobiliarias, uno de prosegur y uno de securitas ardieron durante la noche.

Quizá quedan muy grandes las llamadas a la guerra, no queremos hacer una analogía con otros lugares del globo en el que el conflicto ha alcanzado cotas de destrucción y muerte que no contemplamos por aquí. No son estas palabras un ejercicio de alarde, un selfie ególatra. Son simplemente un muestrario de cosas que suceden, de instantes de pasión en un mundo monótono y sin sentido. Un intento de potenciar y multiplicar la acción antagónica.

Evitar que un banco abra durante unos días, interrumpir el tránsito de mercancías o dañar directamente instrumentos de represión es importante y muestra al poder instantáneamente vulnerable. Asumiendo, claro está, que estos ritmos de destrucción son absolutamente asimilables por el capital y que se repone de ellos muy rápido.

En cualquier caso, no queremos permanecer pasivxs ante la perpetuación de esta realidad: continentes enteros convertidos en campos de concentración, ciudades de zombis consumistas que generan la devastación de la vida en todos sus sentidos, la autoridad y el beneficio subyugando cualquier tipo de relación…

No queremos caer en la virtualización de la vida y también de la lucha, en la que solo se representa el espectáculo de la revuelta para que después especialistas de la política de todos los espectros consideren la legitimidad o no de la acción. No vamos a separar el discurso de la praxis. Actuamos y hablamos.

Aunque algunas hayamos abandonado la esperanza de futuros idílicos no nos negamos el placer y la convicción de querer experimentar o imaginar la ausencia de dominación. Apostamos por la destrucción, pero esta no puede ser únicamente física. El ataque a la autoridad responde a una responsabilidad individual que nos lleva a querer eliminar elementos que la sustentan, como nosotrxs mismxs. Llámese deconstrucción, revolución interior o asesinato del policía que llevamos dentro la conciencia de los privilegios y de la actividad perpetuadora del orden existente es necesaria. Y ésta no puede mantenernos nunca a la espera, sino que debería funcionar como un impulso en la convicción de una destrucción necesaria, desde dentro y hacia fuera.

Queremos una lucha multiforme, lo que no implica unas prácticas reformistas sino la búsqueda de diferentes caminos de confrontación, que no den margen a la recuperación y que no entablen diálogo con el poder.

No vamos a esperar el momento adecuado ni al “despertar” de las masas. A la eterna promesa e inevitable demora del cuantitativo oponemos la espontaneidad y pasión de lo cualitativo. Asumiendo que la lucha por la liberación viene, se sustenta y va siempre hacia el individuo.

Por todxs lxs compañerxs represaliadxs.
Por la liberación total.
Desde y hacia la anarquía.
PROMESAS DE GUERRA