[Análisis] No les matará el virus por «Anarquistas de Cosenza» [Cas/It]

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NO LES MATARÁ EL VIRUS

 

Este escrito desarrolla cuanto publico en el documento «Todo va extremadamente bien «. Se avala, también, de consideraciones formuladas en anteriores publicaciones nuestras.

El vacío de la técnica.

La continúa adaptación de las proyectualidades políticas de los estados modernos a la supuesta infalibilidad de la técnica, parece haber colocado en segundo plano, esos mismos gobiernos que delegan a ella las propias decisiones. El Estado continua a desarrollar un rol represivo y avala, a través de sus representantes, la activación de protocolos económicos, sanitarios, administrativos, ya definidos. En lo específico, si tales protocolos son eficaces o perniciosos es un dato secundario. Para los títeres de turno, la aplicación de los protocolos en cuestión debe resultar un factor para aumentar la propia popularidad y, al mismo tiempo, debe proporcionar una justificación científica de las decisiones efectuadas. Cómo hacer que todo esto sea propaganda del gobierno es tarea de los medios de comunicación y de aquello que gira en torno a la política. Si las cosas irían a mal, se atendrán a la frase siempre eficaz: «Han sido seguidos todos los procedimientos que requería el caso».

Está claro que tales procedimientos de cómodo, no reduce las responsabilidades de ningún patrón, de ningún politicante, de ningún guardián del orden, de ningún académico complaciente, de ningún periodista. Si bien haya mutado la apariencia del contenedor, son personas en carne y huesos a desarrollar los roles de opresores y torturadores.

Sin embargo, el intento de hacer eficiente la acción del gobierno a través de la ayuda de las técnicas y de las ciencias evaluativas y económicas, ha desviado la atención del protagonismo real de los gobernantes a un mero logro de objetivos; de tales objetivos, sin embargo, no se discuten los contenidos, así de dar la impresión de que los promotores y los ejecutores se encuentren al margen de las elecciones efectuadas.

Pero es solo el efecto espectral del intento de destrucción de la realidad. Del cual tienen necesidad los arquitectos del abuso.

Sin embargo, para las democracias, la idea de permitir al «pueblo», término que reconocemos exclusivamente como una entidad abstracta, de decidir sobre su propio destino debe permanecer en pie, incluso cuando las libertades concedidas deben ser canceladas por que se está trabajando. Reafirmando que no lamentamos nada de las libertades otorgadas por las democracias, creemos que indignarse ahora por el mayor endurecimiento represivo equivaldría a reconocer que en el reciente pasado haya habido situaciones favorables. El Estado hace su trabajo, depende de nosotrxs lxs anarquistas revolucionarixs hacerlo parar, agotarlo, lisiarlo de cualquier forma que este se presente. Por lo tanto, consideramos que es fundamental, resaltar los defectos y los puntos descubiertos, atacarlos de manera concreta. Y tener la seguridad, nos lo enseña la historia y el sentido común, nunca habrá ningún Decreto o «vuelta a la normalidad» que nos consentirán de hacerlo sin consecuencias.

La democracia no es el legado de una libertad concreta, sino un binomio constituido por una libertad abstracta que coexiste con varias formas de esclavitud, dependencia, opresión. ¿Cómo aprovechar al máximo este binomio si no es a través de la unión entre poder técnico y soberanía política? Un proceso que podríamos considerar un «laboratorio» tendiente a autoinmunizarse procediendo por crisis internas. La intensificación de la respuesta autoinmunitaria del capitalismo tiene lugar, desde siempre, en sus áreas periféricas o en vía de marginalización respecto a los centros del sistema. En consecuencia, una transición desde un contenedor demócrata- autoritario a un contenedor tecno-autoritario no es más que un gradiente con el cual esta modificado el estatus del sistema en sentido más conservativo. EL capitalismo, tanto amante de la ciencia a toda costa, se ha creado su hermosa disciplina científica, es decir aquella económica, con la cual se inciensa continuamente y se dota una gloria inmediata, así como postula su dogmatismo que hoy justifica cómo «verdadera» cualquier afirmación que provenga de la sagrada boca de los modernos vates, o sea los así llamados científicos. Si bien, si tuviéramos la paciencia para entrar en el estudio de la economía podríamos ver cómo aquella responda, perfectamente, a la imagen de la sociedad que el capital, de hecho, desea forjar para obtener más beneficios, ganancias y control social. Sin embargo, no es el capitalismo a estar en crisis Pueden estar en crisis algunas de sus áreas territoriales, ya que emergen nuevas a los ojos de la presente historia. El capitalismo ha sobrevivió a epidemias más destructivas, a dos guerras mundiales, a varias revoluciones comunistas reconvertidas en capitalismo de estado. Está en crisis su contenedor estratégico actual, pero no lo matará el virus. La explotación es llevada a cabo por personas reales y estas están ya está en movimiento para reinventarse o conservar un rol al vértice de la pirámide.

No afidemos a los patrones y a los politicantes nuestra vida. Si quisiéramos recorrer cronológicamente las declaraciones de los ministros, las salidas propagandistas y los decretos ley del consejo de ministros, no podemos no evidenciar la contradicción y la aproximación. Y cuando el enemigo está confundido, debe ser atacado. Visto que el estado tiene la memoria larga, demostremos, también nosotrxs explotadxs, de tenerla bien firme y funcional.

Atención, sin embargo, en el afirmar que el enemigo está confundido, no queremos decir que es débil, más bien ha evidenciado, claramente, contradicciones específicas en todo aquello lo que se mueve a su alrededor. Ha mostrado su lado, justo en el momento en el cual nos ha llamado a ayudarlo para defender «nuestra economía», «nuestras empresas». Como un feudatario medieval, como un barón post-unitario, como un cualquier patrón el Estado quisiera compartir las pérdidas y, en perspectiva, apoderarse de las ganancias; lo confía al trabajo voluntario, mal pagado y oculta las huelgas. Las personas piden inútilmente ayuda a los servicios sanitarios que, si contactados, responden a veces de «quedarse en casa» ya que no hay los dispositivos adecuados para proporcionar socorro. Mientras patrones y gobernantes espectacularizan su enfermedad, la dan publicidad, la convierten en un hecho compartido, los ricos están bien cuidados y tienen más probabilidades de sobrevivir, los pobres mueren y van a terminar, a menudo, en fosas comunes. Para mitigar las posibles consecuencias de una revuelta social ante la falta de bienes de primera necesidad, al aumento de los precios, a la pérdida de salarios, el Estado delega a asociaciones voluntarias la representación del propio lado humano. Al mismo tiempo, como dicho anteriormente, continúa a desempeñar su trabajo de torturador.

Quien hace llamadas a la unidad y a la condivisión es quien nos mata cada día.

El vertedero de la información local, nacional y global.

Estamos acostumbrados a lo falso y hace tiempo que aprendimos a no temerlo. La vehiculación de lo falso ha marcado la historia de esta tierra que hoy exige en voz alta de hacerse llamar «patria». Se trata de una praxis institucional fortalecida y perfeccionada en el tiempo: con las masacres del estado, con el asesinato premeditado de lxs revolucionarixs en la calle o durante una detención, en el ecocidio cotidiano de los lugares que habitamos. Bien, con respecto a todo esto, la versión oficial de los hechos, por parte de la información «confiable», ¿cuál ha sido hasta ahora?. Con el tiempo, hacer realidad la «narración» con gran complacencia de muchos activistas de los medios.

Entre ellos, de hecho, hay quienes ven en la actual dimensión, la oportunidad para mover la así llamada «narración» de las ganancias de los patrones sobre los valores humanos. Nos parece un tanto ingenuo ver en los decretos ley el cambio de los principios capitalistas en un sentido aceptable, sin embargo hay quien intenta montar la onda del coronavirus, al igual que quien gobierna la economía y los estados, para volver a decir la suya en el habitual proceso democrático: diréis que facebook, skype marcan el nuevo terreno de batalla de las luchas de aquellos los cuales ya llevaron adelante un contenido exclusivamente simbólico. Tales partes políticas que han marcado la línea de intervención del nuevo capitalismo, ahora lo sostienen en la fase de reinicio de la máquina. Al mismo tiempo se confía al entretenimiento colectivo. No es importante aquello que es justo o confundido, y mucho menos quién lo decide, lo importante es decir algo, confesar un estado de ánimo, una sensación, una inquietud, hacerlo trazable, clasificable, englobarlo en la dramaturgia del poder.

Todo se juega sobre la cantidad de información que consienten predecir el progreso de las expectativas.

El gobierno está ansioso por proporcionar información, noticias útiles, comportamientos responsables. Los decretos primero se alimentan de la información y luego son ratificados como algo ya esperado, ya digerido. Sin embargo, la narrativa cotidiana de las cuarentenas, el diario de bordo de las propias vidas, espectacularizan y endulzan la crudeza de los eventos, escondiéndolos o marginalizándolos. Por un lado, la situación es grave, a causa de los que salen de casa, no por quien ha especulado y continúa especulando sobre nuestras vidas; por el otro lado, ira todo bien, lo lograremos, somos un gran país. En el primer caso se es empujado a identificarse con un comportamiento conformista, temeroso y aplanado sobre las leyes y el asistencialismo; en el segundo, se solicita un gesto de orgullo, de coraje, de optimismo. Aun comenzando desde puntos de vista contrarios, nos encontramos delante del mismo mecanismo de sugestión y llegamos a la misma conclusión: lo importante es obedecer sin protestar!

La reproducción del mecanismo capitalista de propaganda se connota a la dimensión cotidiana así como sentencian las marcas corporativas de publicidad: «¡sé inconformista en tus elecciones!»; «unifórmate a los otros para no estar aislado! » ¡Lo importante es comprar!. Pero quien vende, ya ha comprado los eslóganes «sostenibles» y apoyados «desde abajo». En resumen, las palabras de orden y los eslóganes que antes eran posibles leer sobre los muros de algún centro social Okupado, hoy los encontramos en boca de los economistas más populares! El empobrecimiento de las propuestas, de las ideas reconocidas en los últimos años en el área reformista y antagonista ha pasado de la ideología del hacer a aquella del deber ser olvidando definitivamente el actuar. Un buen progreso, no hay nada más que decir. Este capitalismo de abajo, compartido, será un capitalismo que identificará los procedimientos a seguir en cada momento de nuestra vida, que regulará nuestros sentimientos y no dejará nada al azar y a la espontaneidad pero al mismo tiempo nos dirá que somos libres. Este concepto de capitalismo autogestionado, probablemente nace también porque muchas prácticas, como la autogestión, en el curso del tiempo han dejado de ser conflictivas y se han quedado en una mera herramienta de supervivencia, por esto ahora es fácil recuperar al capital, a la economía algunos conceptos.

 

Contra el estado, sin excepciones.   

En este período resulta tristemente interesante observar los lenguajes y formas de comunicar los mensajes. En realidad de encontrar una aparente coherencia es difícil, en efecto basta compara las diferentes declaraciones de cada singular experto o político, para darse cuenta de que son, a distancia de pocos días, completamente contradictorias.

¿Cómo funciona el aparato estratégico del enemigo cuando percibe condiciones peligrosas y declara un estado de emergencia? ¿Demuestra eficacia, rapidez en las intervenciones? En la premisa que el estado de emergencia es casi permanente en la representación del poder y que los momentos de excepcionalidad y de crisis son constantemente mantenidos en auge, aquello a lo que asistimos hoy tiene un profundo aspecto de indeterminación y de imprevisibilidad y en todo esto es perceptible fuertemente una grande dificultad por parte de los gobiernos. Una disnea más que obvia. En el momento, el primer ministro Conte, expresión del único organismo estatal activo, el Consejo de Ministros, viene empujado frente a las cámaras para hacer declaraciones y leer decretos. La mayor parte de las veces se trata de resoluciones que ya han salido a la luz a través de diversos medios de información, ya masticadas de la información y de quién da crédito, en modo de obtener un efecto de impacto mínimo.         Hagamos algunos ejemplos: la confusión sobre los protocolos sanitarios, la contradictoriedad de las resoluciones a nivel territorial, las concesiones y prohibiciones intercambiables de día en día.                                                                                                                                                              Otro aspecto oscuro, el uso del ejército. La presencia de los militares en lugares considerados sensibles por el Estado es ya desde hace tiempo costumbre y verlos trabajar junto a la policía o carabinieri en las estaciones o otras áreas de las ciudades no es un hecho inusual. Entre otras cosas la historia reciente nos lleva a la memoria momentos en los cuales esto ha sucedido en algunos territorios considerados fuera del control estatal directo. Nos referimos a las operaciones «Vespri Sicilianos», «Riace» y «Fuerza Paris» desarrollados respectivamente en Sicilia, Calabria y Cerdeña entre finales de los años ’80 y principios de los ’90. A cuentas hechas, la ocupación militar de estas tierras llevo exclusivamente a un aumento del control cuantitativo del territorio, ya que las fuerzas empleadas añadidas a las que ya estaban presentes no obtuvieron una real mutación de las dinámicas ilegales. Si el estado ha logrado resultados en estos territorios, esto se ha verificado sobre todo gracias al (fenómeno) arrepentimiento, no a una acción investigativa o a un control capilar de ciudades, pueblos y montañas. El estado, sin embargo, pudo demostrar, a través de los criterios de la ciencia evaluativa al cual el capitalismo hace referencia que, su compromiso se multiplicó.                             Como ya se ha mencionado, también en esta ocasión, la única solución formulada por los gobernantes es la recopilación de datos: un cierto número de denuncias, de arrestos, de controles, de policías dislocados en las regiones; esto oculta, en parte, la solicitud de ventiladores, de asistencia sanitaria y de estructuras de acogida para lxs enfermxs.                           Pero si se dispone de grandes números para el control, ¿por qué se pide el auxilio de lxs voluntarixs para el socorro mínimo?                                                                                                     ¿Cuántos policías, soldados y carceleros que efectúan controles o golpean a lxs detenidxs están contagiados? ¿Cuántos de estos héroes están difundiendo el virus? ¿Cuánto cuesta la indemnidad de misión de los militares empleados? ¿A quién viene confiado el mando de las instalaciones hospitalarias de emergencia? ¿A esos mismos ángeles que junto con los políticos locales han reformulado las estructuras sanitarias en el territorio hasta hace poco, reduciendo la calidad y dislocando sus estructuras?                                                                                                                    La respuesta siempre está relacionada con la dimensión protocolar: se crean, entonces, grupos de trabajo que delegan a la tecnología otras adquisiciones de datos.

Se propaganda el seguimiento de los movimientos de frente a la solicitud de dispositivos médicos para intervenir, brindar asistencia a quienes deberían ir al hospital Pero es evidente que este es otro movimiento más para demostrar que se ha hecho todo lo posible.

No creemos que sea justo detenernos en la puerta de la actual hondada represiva, ni exaltar, más allá, detalles y minucias de las tecnologías militares en uso; y mucho menos destacar restricciones, limitaciones y deshumanidad de los decretos del gobierno. Ciertamente no tenemos la intención de pasar por ingenuos o superficiales, es más, consideramos oportuno y sensato documentarse y actualizarse sobre el funcionamiento de la máquina enemiga; sin embargo ninguna transformación o actualización del orden democrático nos hace lamentar aquello que eso deja a las espaldas.

Nosotrxs queremos destruir la sociedad, no mejorarla                                                                                Los gobiernos, como se ha anticipado, están en confusión. Confían en la tecnociencia que prueba a luchar frente a las mutaciones del virus. Confían en los cálculos logarítmicos de las previsiones de mercado y de investigación económica. En pocas palabras, demandan a la continua reformulación de los parámetros científicos, la inconsistencia de su acción.

El método científico contempla el error, dice que se puede equivocar, es más, de un error se puede deducir observaciones que serán útiles para otras investigaciones, entonces, haciendo así, aquí está la perfecta herramienta de lectura de lo real. Los partidarios de la tecnociencia

Afirman que nunca se deja de profundizar e investigar, y sostienen que no es cierto que lo que no puede medirse por el método científico viene simplemente ignorado, ellos afirman que nada viene ignorado, cada cosa viene investigada. ¿Por lo tanto investigando todo la ciencia tiene la capacidad de responder, antes o después, a todas las preguntas?                                                   Si es así, entonces es en potencia, omnisciente, propio como dios. Entonces quien sostiene que hoy la religión ha sido reemplazada por el dogma científico tiene perfectamente razón. ¿La ciencia no es interpretación del mundo? ¿No tiene su propio proyecto? La pregunta parece retórica a la luz de estas breves consideraciones, y estas son las características propias de cada ideología, por eso parece correcto, extremadamente correcto, hablar de ideología de la ciencia. Como anarquistas nosotrxs creemos que es posible indicar, o peor aún, creer, que existan reales herramientas de conocimiento de la realidad, cualquiera medio similar se configura como ideología, ideología es la ciencia, ideología puede ser también una forma de «credo político», ideología también puede ser el mismo anarquismo. Creemos que no existan algunas verdades y certezas, quienes las buscan produce en nosotrxs muchas dudas y, sobre todo, una fuerte sensación de repulsión.

Sin embargo, sabemos bien, que el aparato tecnocientífico y militar se está moviendo detrás de algunos pioneros que aún encarnan la cara primordial del capitalismo: los patrones. Ellos son desde siempre el verdadero motor de la explotación. Ciencias económicas, teorías de mercado, pronósticos de inversión constituye el fantasma detrás del cual correr para perder de vista la efectiva realidad de las cosas.                                                                                                                   Son los patrones, en carne y hueso, los arquitectos de las presentes y de las futuras formas de opresión. A ellos científicos y policías se meten a seguirlos.                                                                         En efecto, en la situación actual, quien no parece tener las ideas confusas es precisamente el patrón, el emprendedor que, cubriéndose con su manta de filantropía, reconvierte sus empresas, produce lo que el mercado demanda y aumenta sus ganancias. En realidad un gran número de fábricas nunca ha dejado de producir y muchas están presionando para reabrir lo más pronto posible. En ambos casos, procedimientos de seguridad ficticios justifican el hecho de que la vida de los trabajadores venga puesta en peligro. Las grandes corporaciones farmacéuticas de hoy buscan competir entre sí, en la carrera a las vacunas, algunas de ellas ya han comenzado la experimentación humana y mientras todo el mundo mira con la respiración contenida y busca frenéticamente noticias sobre los avances científicos que conducirán a la salvación de la humanidad, las corporaciones farmacéuticas dirigen su mirada hacia las ganancias.                                                                                                                                                       Mientras tanto, las empresas que trabajan desde siempre en la trazabilidad de los movimientos se dan de hacer para diseñar las nuevas aplicaciones que permitirán clasificar la humanidad en varias porciones: enfermos, sanos, inmunizados. ¿Una aplicación, por lo tanto, podría permitir la gestión de la circulación humana y todo esto por qué motivo?

Mientras tanto, los precios de los géneros de primera necesidad están aumentando y probablemente aumenten aún más.

La verdad se muestra bien clara, para aquellos que quieren leerla, hoy sobre todo en previsión de la fase dos, hay quienes ya se han preparado.

Además, sobre este desastre, que está costando una gran cantidad de vidas humanas, ya se ha pensado en reconstruir, reconstruir manteniendo firmes las mismas reglas: pocos deben poder especular sin ninguna restricción sobre el propio abuso, muchos deben sucumbir en condiciones de esclavitud. La herramienta de opresión que será utilizada está en construcción. Universidades, gobiernos, psicólogos ya están calibrando y midiendo los efectos bajo el peso de la derrota que les ha infligido el virus,

Rehaciéndose a modalidades operativas que ya están en curso. No hay, por lo tanto, alguna revolución tecnológica inminente, solo un fortalecimiento de aquello que ya existe y que, deberemos considerar con más atención en las facetas presentes, en lugar de con las que vendrán.

En el mundo des-realizado de la producción tecnológica, la mediación entre el individuo y la democracia, entre las sacas, aparentemente no pacificadas y la sociedad siempre está lista para llamar a la puerta, tal vez, esta ya dentro de nuestras dimensiones de lucha cuanto estamos tratando de escaparlas.

Bueno, liberémonos de los sedimentos y de las incrustaciones que querrían hacernos asumir comportamientos ejemplares y poner en esas prácticas virtuosas para insertar plenamente en la democracia en afano. Nosotrxs queremos destruir esta sociedad, no mejorarla. No sentimos, por lo tanto, redimensionada nuestra fuerza propulsora y destructiva en este actual temporal. De hecho, nos sentimos estimuladxs y curiosxs de descubrir nuevas formas de supervivencia al margen de la sociedad «enferma»; nunca hemos esperado momentos fáciles y somos conscientes de que los caminos a seguir están consteladas de luces y sombras, de mentiras de decir a las autoridades y verdades calladas, de ilegalismo y ataques impredecibles al enemigo. Así como están consteladas de largos silencios, espera, derrotas. Nuestra lucha no coincide con las luchas de quién ayuda al estado en su campaña de propaganda, sino que tiene bien presente cuál es el campo de acción en el cual encender la batalla.

 

 

20/04/2020

 

 

 

NON LI UCCIDERA’ IL VIRUS

Questo scritto approfondisce quanto pubblicato nel documento «Tutto va
estremamente bene».  Si avvale, inoltre, di considerazioni formulate in
precedenti nostre pubblicazioni.

Il vuoto della tecnica
Il continuo adattamento delle progettualità politiche degli stati
moderni alla presunta infallibilità della tecnica, pare aver posto in
secondo piano quegli stessi governi che delegano ad essa le proprie
scelte. Lo Stato continua, in realtà,  a svolgere un ruolo repressivo ed
avalla, attraverso i suoi rappresentanti, l’innesco di protocolli
economici, sanitari, amministrativi, già definiti. Nello specifico, se
tali protocolli sono efficaci o perniciosi è un dato di secondo piano.
Per i fantocci di turno, l’applicazione dei protocolli in questione deve
risultare un fattore di accrescimento della propria popolarità e, al
contempo, deve fornire una giustificazione scientifica delle scelte
effettuate . Come rendere tutto ciò propaganda di governo è compito dei
media e di ciò che ruota intorno alla politica. Se le cose dovessero
andare male, ci si atterrà alla dicitura sempre efficace: «Sono state
eseguite tutte le procedure che il caso richiedeva».
E’ chiaro, che tale procedura di comodo, non ridimensiona le
responsabilità di nessun padrone, di nessun politicante, di nessun
tutore dell’ordine, di nessun accademico compiacente, di nessun
giornalista. Sebbene sia mutato l’aspetto del contenitore, sono persone
in carne ed ossa a svolgere i ruoli di oppressori ed aguzzini.
Tuttavia, il tentativo di rendere efficiente l’azione di governo
attraverso l’ausilio delle tecnica e delle scienze valutative ed
economiche, ha spostato l’attenzione dal protagonismo reale dei
governanti ad un mero raggiungimento di obiettivi; di tali obiettivi,
però, non se ne discutono i contenuti, così da dare l’impressione che
promotori ed esecutori si trovino ai margini delle scelte effettuate.
Ma è solo l’effetto spettrale del tentativo di distruzione della realtà
di cui hanno bisogno gli artefici del sopruso.
Eppure, per le democrazie, l’idea di permettere al «popolo», termine che
riconosciamo esclusivamente come entità astratta, di decidere delle
proprie sorti deve restare in piedi, anche quando le libertà concesse
devono essere soppresse per lavori in corso. Ribadendo che non
rimpiangiamo nulla delle libertà elargite dalle democrazie, crediamo che
indignarsi ora per la stretta repressiva ulteriore equivarrebbe a
riconoscere che nel recente passato vi siano state situazioni
favorevoli. Lo Stato fa il suo lavoro, sta a noi anarchici rivoluzionari
farlo stancare, esaurire, azzopparlo in qualunque veste esso ci si
presenti. Riteniamo fondamentale quindi, evidenziatene le falle ed i
punti scoperti, attaccarli in modo concreto. E state pur certi, ce lo
insegnano la storia ed il buon senso, non vi sarà mai alcun Decreto o
«ritorno alla normalità» che ci consentiranno di farlo senza
conseguenze.
La democrazia non è l’eredità di una libertà concreta, ma un binomio
costituito da una libertà astratta coesistente con svariate forme di
servitù, dipendenza oppressione. Come far fruttare al meglio questo
binomio se non attraverso il connubbio tra potere tecnico e sovranità
politica? Un processo che potremmo considerare un «laboratorio» tendente
ad autoimmunizzarsi procedendo per crisi interne. L’intensificazione
della risposta autoimmunitaria del capitalismo ha luogo, da sempre,
nelle sue aree periferiche o in via di marginalizzazione rispetto ai
centri del sistema.  Di conseguenza, una transizione da un contenitore
democratico-autoritario ad un contenitore tecno-autoritario non è che un
gradiente con cui è modificato lo status di sistema in senso più
conservativo. Il capitalismo, tanto amante della scienza a tutti i
costi, si è creato la sua bella disciplina scientifica, ovvero quella
economica, con la quale si incensa continuamente e si dota di una gloria
immediata, nonché postula quel suo  dogmatismo che oggi giustifica come
«vera» ogni affermazione che proviene dalla sacra bocca dei moderni
vate, ovvero i cosiddetti scienziati. Ebbene, se noi avessimo la
pazienza di addentrarci nello studio dell’economia potremmo vedere come
questa risponda, perfettamente, all’immagine della società che il
capitale, appunto, desidera forgiare per ottenere maggiori profitti,
guadagni e controllo sociale. Tuttavia, non è il capitalismo ad essere
in crisi. Possono essere in crisi alcune sue aree territoriali, poiché
nuove emergono agli occhi della storia presente. Il capitalismo è
sopravvissuto ad epidemie più distruttive, a due guerre mondiali, a
svariate rivoluzioni comuniste riconvertitesi in capitalismo di stato.
E’ in crisi il suo contenitore strategico attuale, ma non lo ucciderà il
virus. Lo sfruttamento è messo in atto da persone reali e queste sono
già in moto per reinventarsi o conservare un ruolo al vertice della
piramide.

Non affidiamo ai padroni e ai politicanti la nostra vita
Se volessimo ripercorrere cronologicamente le dichiarazioni dei
ministri, le uscite propagandistiche e i decreti legge del consiglio dei
ministri, non potremmo non evidenziarne la contraddittorietà e
l’approssimazione. E quando il nemico è confuso, va attaccato. Visto che
lo Stato ha la memoria lunga, dimostriamo, anche noi sfruttati, di
averla ben salda e funzionante.
Attenzione, però, nell’affermare che il nemico è confuso, non intendiamo
dire che è debole, piuttosto ha evidenziato, palesemente, contraddizioni
specifiche in tutto ciò che gli si muove intorno. Ha mostrato il fianco
proprio nel momento in cui ci ha chiamati ad aiutarlo per difendere «la
nostra economia», le «nostre aziende». Come un feudatario medievale,
come un barone post-unitario, come un qualsiasi padrone lo Stato
vorrebbe condividere le perdite e in prospettiva accaparrarsi gli utili;
si affida al lavoro volontario, sottopagato e  oscura gli scioperi. Le
persone chiedono inutilmente aiuto ai servizi sanitari che, se
contattati, rispondono talvolta di «stare a casa» poiché non ci sono i
presidi adatti a prestare soccorso. Mentre padroni e governanti
spettacolarizzano la loro malattia, la pubblicizzano, la rendono un
fatto condiviso, i ricchi vengono ben curati e hanno maggiori
probabilità di  sopravvivere,  i poveri crepano e vanno a finire,
spesso, in fosse comuni. Per attenuare le possibili conseguenze di una
rivolta sociale davanti alla mancanza dei beni di prima necessità,
all’aumento dei prezzi, alla perdita di salari, lo Stato delega ad
associazioni di volontari la rappresentazione del proprio lato umano.
Nel contempo , come detto in precedenza , continua a svolgere il suo
mestiere di aguzzino.
Chi fa appelli all’unità ed alla condivisione è chi ci uccide ogni
giorno.

La discarica dell’informazione locale, nazionale, globale
Siamo abituati al falso ed abbiamo imparato da tempo a non temerlo. La
veicolazione del falso ha contraddistinto la storia di questa terra che
oggi esige a gran voce di farsi chiamare «patria». Si tratta di una
prassi istituzionale rafforzatasi e perfezionatasi nel tempo: con le
stragi di stato, con l’assassinio premeditato dei rivoluzionari in
strada o durante un arresto, nell’ecocidio quotidiano dei luoghi che
abitiamo. Ebbene, riguardo a tutto ciò, la versione ufficiale dei fatti,
da parte dell’informazione «attendibile» qual è stata fino ad ora?
Far diventare, col tempo, la realtà «narrazione» con grande
compiacimento di tanti mediattivisti.
Tra loro, infatti,  c’è chi vede nell’attuale dimensione, l’opportunità
per spostare la cosiddetta «narrazione» dal profitto dei padroni sui
valori umani.  Ci sembra alquanto ingenuo vedere nei decreti legge il
mutamento dei principi capitalistici in senso accettabile, eppure c’è
chi cerca di cavalcare l’onda coronavirus, proprio come chi governa
l’economia e gli stati, per rientrare a dire la propria nel consueto
processo democratico: dirette facebook, skype segnano il nuovo terreno
di battaglia delle lotte di coloro i quali già ne portavano avanti un
contenuto esclusivamente simbolico. Tali parti politiche che hanno
tratteggiato la linea di intervento del nuovo capitalismo, ora lo
sostengono nella fase di riavvio della macchina. Nel contempo ci si
affida all’intrattenimento collettivo. Non è importante ciò che è giusto
o sbagliato, tanto meno chi lo decide , l’importante è dire qualcosa,
confessare uno stato d’animo, una sensazione, un disagio, renderlo
tracciabile, classificabile, inglobarlo nella drammaturgia del potere.
Tutto si gioca sulla quantità di informazioni che consentono di
prevedere l’andamento delle attese.
Il governo si arrabatta a fornire informazioni, notizie utili,
comportamenti responsabili.  I Decreti sono prima alimentati
dall’informazione e poi ratificati come qualcosa di già atteso, di già
digerito. Tuttavia, la narrazione quotidiana delle quarantene, il diario
di bordo delle proprie vite spettacolarizzano ed edulcorano la crudezza
degli eventi, nascondendoli o marginalizzandoli. Da una parte, la
situazione è grave, a causa di chi esce di casa, non di chi ha speculato
e continua a speculare sulle nostre vite; dall’altra, andrà tutto bene,
ce la faremo, siamo un grande paese. Nel primo caso si è spinti ad
identificarsi con un  comportamento conformista, timoroso, appiattito
sulle leggi e sull’attendismo; nel secondo, si chiede uno scatto
d’orgoglio, di coraggio, di ottimismo. Pur partendo da punti vista
opposti, ci troviamo davanti allo stesso meccanismo di suggestione e
arriviamo alla stessa conclusione: l’importante è obbedire senza
protestare!
La riproduzione del meccanismo capitalistico di propaganda si connatura
alla dimensione quotidiana così come sentenziano i marchi aziendali
della pubblicità: «sii anticonformista nelle tue scelte!»; «uniformati
agli altri per non essere isolato!». L’importante è comprare!
Ma chi vende, ha già comprato gli slogan «sostenibili» e sostenuti «dal
basso». Insomma le parole d’ordine e gli slogan che prima si potevano
leggere sui muri di qualche centro sociale okkupato, oggi li troviamo
sulla bocca degli economisti più gettonati! L’impoverimento delle
proposte, delle idee ravvisatosi negli ultimi anni nell’area riformista
ed antagonista è passato dalla ideologia del fare a quella del dover
essere scordando definitivamente l’agire.  Un bel progresso, non c’è che
dire. Questo capitalismo dal basso, condiviso, sarà un capitalismo che
individuerà le procedure da seguire in ogni momento della nostra vita,
che normerà i nostri sentimenti e non lascerà nulla al caso e alla
spontaneità ma al contempo ci dirà che siamo liberi. Questo concetto di
capitalismo autogestito, probabilmente, nasce anche perché molte
pratiche, come l’autogestione, nel corso del tempo hanno smesso di
essere conflittuali e sono rimaste mero strumento di sopravvivenza, ecco
perché ormai è facile far recuperare al capitale, all’economia, alcuni
concetti.

Contro lo stato, senza eccezioni
In questo periodo risulta tristemente interessante osservare i linguaggi
e i modi di comunicare i messaggi. In realtà trovarvi una apparente
coerenza è difficoltoso, in effetti basta confrontare le varie
dichiarazioni di ogni singolo esperto o politico, per rendersi conto che
sono, a distanza di pochi giorni  del tutto contraddittorie.
Come funziona l’apparato strategico del nemico quando percepisce
condizioni pericolose e dichiara uno stato di emergenza? Dimostra
efficacia, prontezza di interventi? Premesso che lo stato di emergenza è
pressoché permanente nella rappresentazione del potere e che i momenti
di eccezionalità e di crisi sono costantemente mantenuti in auge, ciò a
cui assistiamo oggi riveste un profondo aspetto di indeterminatezza e di
imprevedibilità ed in tutto questo è percepibile fortemente una grande
difficoltà da parte dei governi.  Un affanno più che evidente. Al
momento,  il primo ministro Conte, espressione dell’unico organo statale
attivo, il Consiglio dei Ministri, viene spinto davanti alle telecamere
per fare dichiarazioni e leggere decreti . Il più delle volte si tratta
di risoluzioni già venute alla luce attraverso svariati mezzi stampa,
già masticate dall’informazione e da chi vi dà credito, in modo da
ottenere un effetto di impatto minimo.
Facciamo alcuni esempi: la confusione sui protocolli sanitari, la
contraddittorietà delle risoluzioni a livello territoriale, le
concessioni e i divieti intercambiabili di giorno in giorno.
Altro aspetto fumoso, l’utilizzo dell’esercito. La presenza dei militari
in luoghi considerati sensibili dallo Stato è ormai da tempo
consuetudine e vederli affiancare polizia o carabinieri nelle stazioni o
altre zone delle città non è un fatto inusuale. Tra l’altro la storia
recente ci rimanda alla memoria momenti in cui ciò è avvenuto in alcuni
territori considerati fuori dal controllo statale diretto. Ci riferiamo
alle operazioni Vespri siciliani, Riace e Forza Paris svoltesi
rispettivamente in Sicilia, Calabria e Sardegna tra la fine degli anni
’80 e l’inizio degli anni ’90.  A conti fatti, l’occupazione militare di
queste terre portò esclusivamente ad aumento del controllo quantitativo
del territorio, poiché le forze impiegate in aggiunta a quelle già
presenti non ottennero un reale mutamento delle dinamiche illegali. Se
lo Stato ha ottenuto risultati in questi territori, ciò si è verificato
soprattutto grazie al pentitismo, non ad un’azione investigativa o ad un
controllo capillare di città, paesi e montagne. Lo Stato, però, poté
dimostrare, attraverso i criteri della scienza valutativa a cui il
capitalismo fa riferimento, che il suo impegno si moltiplicò.
Come già detto, anche in questa occasione, l’unica soluzione formulata
dai governanti è la raccolta di dati: un tot numero di denunce, di
fermi, di posti di blocco, di sbirri dislocati nelle regioni; ciò
nasconde, in parte, la richiesta di ventilatori, di supporti sanitari e
strutture d’accoglienza per i malati.
Ma se si dispone di grandi numeri per il controllo, perché si chiede
l’ausilio dei volontari per il soccorso minimo?
Quanti sbirri, militari e secondini che effettuano controlli o pestano i
detenuti sono contagiati? Quanti di questi eroi diffondono il virus?
Quanto costa l’indennità di missione dei militari impiegati? A chi viene
affidato il comando dei presidi ospedalieri in emergenza? A quegli
stessi angeli che insieme ai politici locali hanno riformulato i presidi
sanitari sul territorio fino a poco tempo fa ridimensionandone la
qualità e dislocandone le strutture?
La risposta è sempre afferente alla dimensione protocollare: si creano,
quindi, task force che delegano alla tecnologia altre acquisizioni di
dati.
Si propaganda il tracciamento degli spostamenti a fronte della richiesta
di presidi sanitari per intervenire, fornire assistenza a chi dovrebbe
recarsi in ospedale. Ma è evidente che si tratta di un’ennesima mossa
per dimostrare che si è fatto il possibile.
Non riteniamo giusto soffermarci sulla portata dell’attuale ondata
repressiva, né esaltare, oltremodo, dettagli e minuzie delle tecnologie
militari in uso; tanto meno evidenziare restrizioni, limitazioni e
disumanità dei decreti governativi. Non intendiamo certo passare per
ingenui o superficiali, anzi riteniamo opportuno e sensato documentarsi
e aggiornarsi sul funzionamento della macchina nemica; tuttavia nessuna
trasformazione o aggiornamento dell’ordine democratico ci fa rimpiangere
ciò che esso si lascia alle spalle.

Noi vogliamo distruggere la società, non migliorarla
I governi, come anticipato, sono in  confusione. Si affidano alla
tecnoscienza che stenta a tenere testa ai mutamenti del virus. Si
affidano ai calcoli logaritmici delle previsioni di mercato e di
indagine economica. In poche parole demandano alla continua
riformulazione dei parametri scientifici l’inconsistenza della loro
azione.
Il metodo scientifico contempla l’errore, dice che si può sbagliare,
anzi da un errore si  possono dedurre delle osservazioni che saranno
utili per altre ricerche, ebbene cosi facendo, ecco dunque il  perfetto
strumento di lettura del reale. I sostenitori della tecnoscienza
affermano che mai si  smette di approfondire e ricercare, e sostengono
che non è vero che ciò che non può essere misurato dal metodo
scientifico viene semplicemente ignorato, essi sostengono che nulla
viene ignorato ogni cosa viene ricercata.  Ricercando ogni cosa dunque
la scienza ha la capacità di rispondere, prima o poi, ad ogni domanda?
Se così è allora è in potenza, onnisciente, proprio come dio. Allora chi
sostiene che oggi alla religione si è sostituito il dogma scientifico ha
perfettamente ragione.  La scienza non è interpretazione del mondo? Non
ha un suo progetto? La domanda appare retorica, alla luce di queste
brevi considerazioni, e  questi sono i caratteri propri di ogni
ideologia, ecco perché pare corretto, oltremodo corretto, parlare di
ideologia della scienza. Come anarchici non crediamo possibile indicare,
o peggio ancora credere, che esistano reali strumenti conoscitivi della
realtà, ogni mezzo simile si configura come ideologia, ideologia è la
scienza, ideologia può essere una forma di «credo politico» ideologia
può anche essere lo stesso anarchismo. Crediamo che non esistano alcuna
verità e certezze, chi le ricerca produce in noi molti dubbi e,
soprattutto, un forte senso di repulsione.
Sappiamo bene però, che l’apparato tecno scientifico e militare si muove
dietro alcuni pionieri che incarnano ancora il volto primordiale del
capitalismo: i padroni. Essi sono da sempre il vero motore dello
sfruttamento. Scienze economiche, teorie di mercato, previsioni di
investimento costituiscono il fantasma dietro cui correre per perdere di
vista l’effettiva realtà delle cose.
Sono i padroni, in carne ed ossa, gli artefici delle presenti e delle
future forme di oppressione. Ad essi scienziati e sbirraglia si
accodano.
In effetti, nella odierna situazione chi non pare avere le idee confuse
è proprio il padrone,  l’imprenditore che, ammantatosi col mantello
della filantropia, riconverte le sue aziende, produce quello che il
mercato richiede e aumenta i suoi profitti. In realtà un numero elevato
di fabbriche non ha mai smesso di produrre e molte spingono per riaprire
al più presto. In entrambi i casi procedure di sicurezza fittizie
giustificano il fatto che venga messa a repentaglio la vita dei
lavoratori.   Le grandi corporazioni farmaceutiche oggi cercano di
gareggiare le une contro le altre, nella corsa al vaccino, alcune di
esse hanno già avviato la sperimentazione umana e mentre tutto il mondo
guarda col fiato sospeso e cerca affannosamente notizie riguardanti i
progressi scientifici che porteranno alla salvezza dell’umanità, le
corporazioni farmaceutiche rivolgono il loro sguardo ai profitti.
Nel frattempo le aziende che lavorano da sempre alla tracciabilità dei
movimenti si danno da fare per  progettare le nuove app che
permetteranno di classificare l’umanità in varie porzioni: malati, sani,
immunizzati. Una app potrebbe quindi permettere la gestione della
circolazione umana e tutto questo per quale motivo?
Nel frattempo i prezzi dei generi di prima necessità aumentano e
probabilmente, sono destinati a lievitare ulteriormente.
La verità appare ben chiara, a chi vuole leggerla, oggi soprattutto in
previsione della fase due, c’è chi si è già preparato.
Ebbene su questo disastro, che sta costando un enorme numero di vite
umane, si è già pensato a ricostruire , ricostruire mantenendo ferme le
stesse regole: pochi devono poter speculare senza alcun vincolo al
proprio sopruso, molti devono soccombere in condizioni di schiavitù. Lo
strumento d’oppressione che sarà utilizzato è in via di costruzione.
Università, governi, psicologi ne stanno calibrando e dosando gli
effetti sotto il peso della sconfitta inflitta loro dal virus,
rifacendosi a modalità operative già in corso. Non vi è quindi alcuna
rivoluzione tecnologica imminente, solo un potenziamento di ciò che già
esiste e che, dovremmo considerare con più attenzione nelle
sfaccettature presenti, piuttosto che con  quelle di là da venire.
Nel mondo de-realizzato dalla produzione tecnologica, la mediazione tra
l’individuo e la democrazia, tra le sacche, apparentemente, non
pacificate e la società è sempre pronto a bussare alla porta, forse, è
già dentro le nostre dimensioni di lotta quando stiamo cercando di
sfuggirgli.
Ebbene, liberiamoci dai sedimenti e dalle incrostazioni che vorrebbero
farci assumere comportamenti esemplari e porre in essere pratiche
virtuose da immettere a pieno titolo nella democrazia in affanno. Noi
vogliamo distruggerla questa società, non migliorarla. Non sentiamo
ridimensionata quindi la nostra forza propulsiva e distruttiva, in
questa attuale temperie. Anzi, ci sentiamo stimolati e curiosi di
scoprire nuove forme di sopravvivenza ai margini della società «malata»;
non ci siamo mai aspettati momenti facili e siamo consapevoli che le
strade da percorrere sono costellate di luci ed ombre, di menzogne da
dire all’autorità e verità taciute, di illegalismo e attacchi
imprevedibili al nemico. Così come sono costellate da lunghi silenzi,
attese, sconfitte. La nostra lotta non coincide con le lotte di chi
aiuta lo Stato nella sua campagna propagandistica, ma tiene ben presente
qual è il campo d’azione su cui innescare la battaglia.

Anarchici a Cosenza
20/04/2020