[Italia] Carta desde la prisión de Módena.
- Recibido por correo electrónico.
A principios de marzo 2020 mientras fuera de los muros de las cárceles se extendía el miedo por el virus Covid19 y el gobierno iba a imponer el distanciamiento social y la obligación de quedarse en casa, los detenidos de toda Italia han gritado con fuerza para alcanzar tutelas y garantías sobre la salud y para obtener amnistía e indulto. Las revueltas de marzo fueron unos de los momentos más calientes de protestas dentro las cárceles italianas desde hace 40 años, ya sea por los números de detenidos en revuelta o por los daños hechos a las estructuras carcelarias. Huelgas, incendios, intentos de fuga y daños han encarado al Estado para hacerle tener en cuenta que también en prisión el miedo por el virus y su extensión eran problemas que se sienten. Frente a eso, las medidas tomadas fueron palizas y denuncias para quienes se rebelaron y también hubo bloqueo de visitas. En aquellos meses se hizo evidente que, para el Estado, la población detenida era sacrificable en nombre de la seguridad y también que el derecho a la salud no existe dentro los muros de las prisiones.
Estas revueltas acabaron con 14 muertos que el Estado declaró muertos por sobredosis por fármacos. Esta versión para nosotros no es válida, porqué sabemos como el Estado organiza su represión dentro y fuera de las cárceles y también conocimos la violencia de los carceleros. Pero las declaraciones que tenemos son un paso adelante: nos dicen que, en la cárcel de Módena, cerrada temporalmente después de la revuelta y donde hubo 9 muertos, 4 de estos durante el transporte hacia otras cárceles, las fuerzas especiales dispararon sobre los detenidos para sedar la revuelta. Han disparado contra gente encerrada, que no podían escapar, y estos cuerpos fueron quemados con rapidez después de las autopsias.
14 muertos que todavía quieren venganza.
Declaración sobre los detenidos asesinados en la cárcel de Módena
Entré en la cárcel porque la policía, durante un control, me encontró sin documentos. Desde el inicio de mi detención empezaron los problemas, una vez hubo una pelea en que yo no tuve nada que ver. Después llegó la policía, nos pegaron y rompieron los huesos, estuvimos 3 días en aislamiento, sin llevarnos al hospital. Por fin llevaron a un chico al hospital y por los dolores se desmayó. Cuando lo vio el doctor se asustó y le dijo a la policía que el chico tenía que estar 3-4 días en el hospital, pero la policía no estaba de acuerdo. El doctor también pidió para el chico una persona que lo ayudara a moverse dentro la cárcel durante un mes, pero la policía no hizo nada de eso. Denunció a la policía en el hospital y cogió su expediente médico, al fin aquella noche lo cogieron y lo llevaron en la cárcel de Módena donde yo estaba también, en una celda donde estaban algunos amigos de mi ciudad, me quedé allí hasta que llegó el coronavirus y hubo un hombre que cogió el corona, pero no querían que saliera y prohibieron las visitas de parientes a todos. Después hubo una revuelta y quemaron la cárcel y entraron las fuerzas especiales y empezaron a disparar: hubo 12 muertos, 2 de estos eran mis amigos, les dispararon ante mis ojos y todavía estoy en shock. Yo huí hasta el techo, después nos cogieron a cada uno de nosotros y nos pusieron en una celda donde teníamos que estar desnudos y empezaron a pegarnos. Después nos dieron nuestra ropa y nos pusieron en fila y nos pegaron con la porra, en aquel momento he entendido que nos llevaban a otra cárcel. Nos pegaron también cuando llegamos a la nueva cárcel. En fin, he cumplido mi condena, yo estoy muy shockeado y no puedo dormir ni tampoco comer con tranquilidad. Todavía estoy mal, pero me gusta Italia, gracias a vosotros que me hiciste hablar.
De una carta llegada a Olga a mediados de octubre 2020
Estamos en plena segunda ola de la pandemia. En toda Italia los contagios y los muertos aumentan y, así como en la sanidad y la escuela, también en las cárceles, el gobierno no ha hecho nada para combatir el virus. Los datos hablan claro: hay más de 2000 contagios entre detenidos y carceleros. Tomando en cuenta el hacinamiento de las cárceles, está claro que hay una bomba de relojería. Además, hoy como antes, no hay medidas adecuadas dentro las cárceles: faltan mascarillas y otros dispositivos de protección individual, las pruebas no llegan y hay dificultad con las curas médicas. La responsabilidad de estos problemas no es solo de las administraciones carcelarias sino también de las ASL (la parte de la administración que se ocupa de la sanidad) tiene su responsabilidad. Pero los detenidos no son vencidos por la represión de la primavera y siguen las protestas: huelgas de hambre, rechazo a entrar en las celdas, battiture (cuando se usan cosas para hacer ruido golpeando las rejas). Estas son las herramientas que utilizan.
Las medidas tomadas por el DAP (la parte del Ministerio de Justicia que se ocupa de las cárceles) y por el ministro de la justicia, son iguales a las de marzo: bloqueo de las visitas para quien está detenido en zona roja y ridículas salidas para disminuir el hacinamiento. Mientras, los carceleros pueden entrar y salir sin problemas y los jueces siguen negando la libertad a los que la piden. Eso nos enseña cómo no quieren superar el problema de la seguridad a pesar del riesgo de masacres en las cárceles.
Para nosotros ahora más que nunca es importante romper el muro de silencio y del aislamiento que rodea las prisiones, dar voz a las protestas de quien está recluido y sostener su lucha para que quede claro que hoy como en marzo, la única seguridad es la libertad.