[Madrid] Guerra a las eléctricas: atacadas sedes de varias compañías eléctricas y fuego a dos vehículos de Iberdrola
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Estos últimos días no nos hemos quedado en casa. Al igual que muchos y muchas otras no nos resignamos a contemplar pasivos la gestión de la catástrofe por parte del Estado. No aceptamos complacientes como se refuerza una realidad plagada de militares, policías, cámaras de videovigilancia, drones, aplicaciones de rastreo… mientras la pobreza y la explotación aumentan; mientra la represión golpea a las que luchan y a los entornos políticos que no aceptan la pacificación democrática y se siguen posicionando contra el Poder.
Estas noches salimos a hacer una pequeña visita a algunas oficinas de las principales empresas eléctricas, importantes representantes de este capitalismo patrio, vinculadas, cómo no, a las altas esferas políticas del poder ejecutivo. Pintadas y cristaleras rotas como forma de ataque contra aquellos que obtienen beneficio en base al robo y explotación de las necesidades básicas. Fuego a sus vehículos como metáfora antagónica al frío que literalmente hacen pasar a muchas personas.
Que estas empresas, destructoras de la tierra, con sus fórmulas extractivistas y perpetuadoras del colonialismo español, sientan la guerra. Especial mención para Naturgy e Iberdrola, corresponsables junto con el gobierno español (si, ese cogobierno progresista y de izquierdas) de cortar la luz a los y las habitantes de la Cañada Real, al igual que a otras miles de personas alrededor de la península, a la vez que impulsan una subida en los precios muy poco asimilable para gran parte de la población.
Hemos elegido un poco de vandalismo para demostrales que no nos resignamos. Aún sabiendo que dañar unas cristaleras no es nada comparado con los millonarios beneficios que estos vampiros obtienen a costa de la miseria de otros. Es solo una fórmula, hay muchas otras. Huelga de pago, boicots, pinchar la luz… son otras iniciativas igualmente interesantes. Estas y otras formas, como la okupación, por ejemplo, de poner en duda la propiedad privada son un impulso necesario para cuestionar la sociedad en la que vivimos. Se alzarán voces que proclamen la necesidad de controlar la energía por el monstruo estatal, como si este no sirviera a otros intereses que no sean mantener el orden establecido que nos somete, como si un cambio en la titularidad y en la administración de esta industria supusiera algo más que un intercambio entre “amigotes” por el control de unas necesidades que corresponden a la realidad impuesta del trabajo-consumo. Todo lo que podamos arrancar al capital y sus estructuras será a través de la lucha y la acción directa. Toda ejercicio ofensivo contra los responsables de nuestra miseria y los pilares que la sustentan es legítimo.
Por más pandemias y temporales que nos vengan encima no pasaremos por alto que el capitalismo, y su mayor valedor, el Estado, tienen responsabilidad directa de en la explotación y la destrucción de la vida en muchas y variadas formas: en las muertes en los puestos de trabajo a cambio de la migaja del salario para enriquecer a los empresarios; las muertes de personas migrantes en el estrecho y en cualquier otro lugar como consecuencia directa de la maquinaria de expulsión de los estados, en flujos humanos directamente ocasionados por los intereses de la clase dirigente local e internacional; las muertes de la industria de la guerra; las muertes en comisarías, centros de menores, cárceles y CIES, esos malditos sitios que el Estado utiliza para gestionar la pobreza y golpear y amededrentar a quien no se arrodilla; la destrucción de la tierra, la artificialización de la existencia, la tiranía de las pantallas…
Puede, por ejemplo, que las cosas se vuelvan a poner jodidas y falten respiradores. La élite gobernante y económica recibirá atención. Tú quizás no. El capitalismo, por más que pretendan ponerle un rostro humano, digital, democrático, liberal, moderno, científico, smart, inclusivo… es esto, y se construye sobre hambre, pobreza, represión, dogmatismo y pilas de cadáveres a lo largo y ancho del planeta y de la historia.
En cada revuelta, en cada lucha que albergue la posibilidad de desbordarlo buscaremos complicidad y solidaridad. Expresando esta última mediante el ataque. Nos vemos en las calles.
Algunas anarquistas