Hola, soy Boris. Llevo 9 meses encarcelado en la prisión de Nancy Maxéville por la quema de dos torres de telefonía en el Jura en abril de 2020.
Si me decido ahora a escribir unas palabras públicas sobre mi caso, es sobre todo porque el Estado acaba de juzgarme y me parece vital poner por escrito mis impresiones y mi rabia contra este tecno-totalitarismo que no se ha desvanecido en absoluto desde que estoy encerrado. Al contrario.
Mientras los Estados se ponían de acuerdo para amordazar a la población llamándola a quedarse tranquilamente en casa con el pretexto de frenar la pandemia del covid-19, en Francia y en Europa (Países Bajos, Inglaterra, Italia,..) estallaban oleadas de sabotaje contra las infraestructuras de la dominación tecnológica (antenas de relevo, redes subterráneas de fibra óptica, centrales eléctricas). De este a oeste, de sur a norte de Francia, las torres de alta tensión han sido derribadas, sus cables cortados y, en su mayoría, quemados por docenas, interrumpiendo las telecomunicaciones, la geolocalización de los teléfonos móviles y el espionaje de quienes están en el punto de mira de los órganos de represión.
En el momento de escribir este artículo, estos sabotajes contra las redes de telecomunicaciones siguen aumentando, aunque la dominación tenga todo el interés en ocultarlos o minimizarlos. A veces, la magnitud de los destrozos es tal que les resulta imposible silenciarlos, como la quema de un relevo de la TDF en las Bouches-du-Rhône a principios de diciembre de 2020, o el sabotaje incendiario reivindicado cerca de Limoges para empezar el año 2021 con buenos propósitos.
El entramado tecnológico, que abarca todos los territorios, se extiende a toda velocidad y perfecciona su funcionamiento con la nueva red 5G, está permitiendo aceptar todo un ramillete de nuevas normas sociales impuestas por el Estado, bajo las recomendaciones y la bendición de médicos y científicos. Al igual que un montón de productos y fármacos que mantienen a la población sabia y dócil, las pantallas desempeñan un papel destacado para que el mayor número de personas acepte el confinamiento: teletrabajo, teleaprobación, teleescuela, tele… ¿Cómo podría la dominación haber «respetado» este arresto domiciliario a gran escala sin toda esta tecnoestructura?
Ha llegado la hora de la aceleración de los flujos y los datos, de la conectividad de los objetos cotidianos para controlar, escuchar, rastrear y espiar a cada vez más personas, para hacerlas cada vez más esclavas de la máquina. Esto es lo que la dominación llama «progreso», «civilización». En realidad, este proyecto de sociedad es distópico.
Frente a este entramado digital, no hay 36.000 soluciones. Me parece necesario superar la etapa de la crítica y actuar aquí y ahora, vinculando las ideas a las acciones, tomando las precauciones necesarias para no caer en las grietas de la represión. Y desgraciadamente sé de lo que hablo.
Todo el asunto comienza con una gorra azul de aspecto nuevo cubierta con una sustancia plástica aceitosa al pie de uno de los dos relevos del Monte Poupet, de donde se tomó mi ADN. Como estoy fichado, me encuentro en el punto de mira de jueces y policías que pondrán grandes medios humanos y económicos para espiar mi vida cotidiana (mis hábitos, mis frecuentaciones) durante el verano de 2020 (imsi catcher, cámaras delante de las casas, gps bajo los coches de mis familiares, escucha y geolocalización, civiles del GIGN (Versalles) en espera y vigilancia…)
En cuanto al GAV, debo decir que «metí la pata» cuando hablé (aunque sólo fuera de mí). Puede que haya estado en muchos GAVS antes sin decir nunca nada, pero ese día cometí ese error fatal que, una vez cometido, es imposible de reparar, de borrar. Queda el riesgo de hundirse aún más, de enfrascarse en explicaciones que sólo pueden ser perjudiciales para el acusado.
Me enfadé conmigo mismo y sigo enfadado hoy en día por haber dado canicas a la represión respondiendo al interrogatorio de estxs inquisidores del poder, verdaderxs pervertidxs que saben perfectamente cómo meterse en las grietas psicológicas del individuo, y hacer que se resquebraje. Esto no volverá a ocurrir.
El 22 de septiembre, en Besançon, lxs gendarmes de la sección regional de Besançon (y otros de la célula Oracle), acompañadxs por la policía judicial de Dijon, irrumpieron hacia las 6:30 de la mañana en mi domicilio, así como en otros dos. En comisión rogatoria de la jueza de instrucción Lydia Pflug (jefa de la JIRS de Nancy) por destrucción por incendio de antenas de relevo en banda organizada, participación en una asociación delictiva y destrucción por incendio en banda organizada, en Besançon en el período del 9 de enero al 9 de abril de 2020.
Mientras que las otras dos personas registradas fueron puestas en libertad al final del día, al final de mis 48 horas de detención en el despacho del juez, fui remitido al tribunal, acusado del incendio de dos antenas de relevo en el Mont Poupet el 10 de abril de 2020 en la región del Jura y puesto bajo la condición de testigo por otro incendio, el de una sala técnica de SFR del relevo de TDF en el Mont de Bregille, en las alturas de Besancon. Esto fue calificado como un intento.
Al final de la investigación, en marzo de 2021, la fiscalía solicitó el sobreseimiento de la causa por la conspiración criminal y el intento de incendio a finales de marzo. Pero reitera la remisión al tribunal penal para el incendio del 10 de abril de 2020.
Durante este incendio nocturno bajo contención, las telecomunicaciones de todos los operadores de telecomunicaciones (Bouygues SFR Orange y Free) así como los órganos represivos del Estado (policía y gendarmería) y la compañía eléctrica Enedis quedaron momentáneamente fuera de servicio. Los daños se estiman entre 750.000 y un millón de euros. Por lo tanto, es precisamente por estos hechos que me presenté el 19 de mayo en el tribunal de Nancy. A pesar de la solicitud de aplazamiento de mi abogado, que no pudo estar presente, el tribunal, tras más de una hora de espera, decidió celebrar la vista.
La mascarada podía entonces continuar, sin público pero con un periodista de la prensa local, dispuesto a sacar su brío como lacayo del poder para afirmar un poco más de dominio, para ayudar al Estado a llevar a cabo su cobarde y fría venganza, al abrigo de los ojos y oídos que habían acudido en su apoyo.
La presidenta, que desde el principio se quejó de la falta de consideración de su ministro hacia lxs magistradxs* (¿el refunfuño de lxs policías daría ideas a la judicatura?), acude al estribillo del pobre ciudadano enfermo que ya no puede llamar al hospital, desde lo más profundo de su campo, para ser atendido.
Simplemente replico que es hora de aprender a convivir, lo que la sociedad nos ha arrebatado aislándonos detrás de máquinas, con pantallas que nos ciegan, anteojeras que nos hacen sordxs a la atrocidad de este mundo, que explota, envenena y mata a lxs seres vivos, humanos y no humanos. Luego pongo un ejemplo personal, sobre el hecho de que yo mismo crecí sin teléfono móvil y que ciertamente había más ayuda y apoyo mutuo entre las personas, una época en la que no necesitábamos una aplicación para hablar entre nosotrxs, para conocernos, para besarnos…
Voy directamente al veredicto anunciado por el presidente, que apenas he oído. 4 años de cárcel, 2 de ellos suspendidos, más varias decenas de miles de euros en multas (no recuerdo la cantidad exacta)
A la salida del juzgado, tuve el placer de ver a un buen grupo de amigxs y compas en apoyo que por un momento perdieron el CRS para saludarme con gritos de «¡Libertad! ¡Libertad!». Me envió mucho calor y fuerza.
Mis ojos se llenaron de tristeza, alegría y mucha rabia al mismo tiempo.
Pocos minutos después de que se dictara la sentencia, ya sabía que iba a apelar, lo que hice tres días después mientras estaba en aislamiento.
Me gustaría aclarar algunas cosas sobre lo que salió en la prensa. No sólo he actuado contra la tecnología 5G. Es el conjunto de las ondas (2g, 3g, 4g) contra las que lucho. El tecno-totalitarismo está imponiendo sus macabros planes a toda velocidad, reforzando y mejorando sus infraestructuras ya existentes. Por supuesto, el 5G requerirá la instalación de una multitud de mini antenas por todas partes para acelerar el flujo de datos de información y, por lo tanto por ejemplo, para conectar todos los objetos de nuestra vida cotidiana. Quitar toda autonomía a lxs individuxs, convertirlxs en esclavxs de las máquinas al tiempo que se les espía con fines comerciales o de otro tipo (autoaislamiento, explotación en casa con el teletrabajo, abandono del contacto táctil entre nosotrxs, omnipresencia de pequeñas y grandes pantallas en nuestras vidas), este es el futuro cercano que se está gestando, la distopía en marcha.
Por cierto, para lxs que siguen creyendo en las llamadas energías «verdes», en la pseudo transición energética que en realidad es sólo una acumulación de recursos, en la extracción de todo un montón de metales en los cuatro rincones del mundo cuyas cantidades necesarias para producir sus coches eléctricos, sus kilómetros de cables (subterráneos o en altura) están en constante aumento y que siembran cánceres, devastación y muerte: el problema no es sólo la emisión de gases de efecto invernadero. Eso es sólo una pequeña parte. El «todo eléctrico» es igual de devastador y mortal. La extracción de todos estos metales sólo puede hacerse mediante el uso de ácidos ultra nocivos y contaminantes, que pudren y envenenan los suelos y los cursos de agua, provocando enfermedades incurables, cuando no una muerte rápida y segura. Esta es la realidad del mundo totalmente digital que intentan hacer pasar por ecológico, como alternativa a la contaminación atmosférica.
Tantas razones por las que soy parte de lxs que, al primer ruido del orden estatal y sanitario, se negaron a encerrarse en casa y salieron a atacar directamente uno de los pilares de la dominación.
¡Cabezas en alto, corazones ardiendo!
¡Viva la anarquía!
Boris
*Según ella, lxs presxs son lxs privilegiadxs de la ministra, porque son lxs primeros en ser vacunadxs (antes que lxs jueces), lo que por supuesto es totalmente falso.
Para obtener su número de prisión y escribirle: besakattak at riseup.net