[Prisiones italianas] Contribución del compañero anarquista Alfredo Cospito para el ciclo de presentaciones «Guerrilla y Revolución»
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Turín, 18 de mayo y 1 de junio de 2021
Quizás será por el hecho de que pasaré una gran parte de mi vida que me queda en una prisión, que últimamente me siento llevado a la «necrofilia», a «historizar» aquello que acaba de suceder. Después de todo, la última acción reivindicada por la Federación Anarquista Informal – Frente Revolucionario Internacional en Italia se remonta a «apenas» un año. Habitualmente se hace historia de las cosas «muertas», pasadas, pero en mí el miedo a que todo aquello que ha sido venga cancelado o peor aún, se distorsione, toma la ventaja. Y esto lo digo con el convencimiento (quizás me equivoco) que la FAI-FRI haya agotado su carga vital y haya pasado el «testigo» a algo más esencial, las campañas revolucionarias. Campañas que de un continente a otro relanzan la solidaridad revolucionaria viniendo lanzadas no por una organización sino por núcleos y singulares compañerxs que nunca tendrán la necesidad de conocerse personalmente. Dinámica viva, proceso lineal cuanto eficaz que en el mundo va bajo el nombre de «internacional negra» y que de hecho ni siquiera necesita del coordinamiento, no hay necesidad de encontrarse, de conocerse personalmente. Lxs anarquistas de acción normalmente ignoran la introspección histórica; lxs anarquistas que remandan la acción violenta en vez tienden a resucitar experiencias lejanas que mas difícilmente podrán dar lugar a represalias y a «imitaciones» en la actualidad.
«Eran otros tiempos…», esta frase aún retumba en mi cabeza repetida cuando ero un niño infinitas veces por anarquistas más concienzudxs, anarquistas de otros tiempos precisamente…
Si nuestra historia no la escribimos nosotrxs lxs anarquistas lo harán los otros. Si la «historiografía» anarquista ignora la actualidad del anarquismo de acción con el tiempo será aquella oficial a ocuparse de ella distorsionándola, transformándola. Luego hay algunos casos afortunados, cuanto raros, en los cuales a ocuparse son lxs revolucionarixs de otras «escuelas», como es el caso del libro El trabajo del topo que viene presentado en estas iniciativas. Un libro que es fruto del trabajo de comunistas revolucionarios que en sus últimas páginas hablan de anarquistas y en particular de la FAI y luego de la FAI-FRI. Lo hacen de forma honesta, pero lo hacen con una llave de lectura que conduce a distorsiones, a inexactitudes. Es más que natural que viniendo de «otro universo» (digamos así) algo se escape, esto no quita que uno quede sorprendido favorablemente de su trabajo. Metamos de lado ciertas afirmaciones que son el pesado bagaje de un pensamiento leninista que ve en la organización para conquistar y dirigir el Estado proletario su punto de no retorno, indiscutible. Afirmaciones que apoyan la tesis de que «la impostación anarquista es a menudo por definición (sic) desprovista de profundidad estratégica» o que la «contradicción» de fondo del anarquismo sería el «rechazo de la estructuración organizativa y programática [que impediría] el desarrollo de una unidad y de capacidad/posibilidad elevadas de choque». Afirmaciones que cuando no distorsionan la realidad de las cosas sosteniendo nuestra falta de «profundidad estratégica», transforman nuestros puntos fuertes, «el rechazo de la estructuración organizativa», en «contradicciones» en puntos débiles. No comprendiendo que está propio ahí nuestra fuerza innovadora y potencialmente disruptiva, nuestro punto fuerte.
La tesis que ve a FAI como «hija» de la experiencia de Acción Revolucionaria es seguramente forzada. La cosa que acomuna las dos experiencias además del uso constante en el tiempo de un acrónimo es la confusión que ambas crearon dentro del movimiento anarquista. Por cuanto reguarda a la FAI, las reacciones del movimiento fueron mucho más virulentas respecto a aquella tenidas en el confronto de AR, las acusaciones de ser infiltrados, provocadores llueven. La cosa encuentra una suya explicación en el acrónimo utilizado, y en la burla de algunas reivindicaciones en el confronto de los así dichos anarquistas oficiales.
Que quede claro que estos son solo mis pensamientos en libertad, ciertamente no tengo la verdad absoluta sobre la evolución de este fenómeno, que por extensión geográfica no tiene iguales en el panorama anarquista. La influencia de AR sobre lxs compañerxs que se han acercado a la anarquía en los años ’80 es casi inexistente. Es mucho más fuerte, por ejemplo, la influencia de la Angry Brigade y de los GARI, basta notar la ironía que caracteriza las reivindicaciones de la FAI para darse cuenta.
Me atrevería a sostener que lxs anarquistas de los años ’90 y 2000 son hijos del insurreccionalismo y de las teorías de Bonanno sobre la organización informal y sobre los grupos de afinidad, que a su vez son hijas del anarquismo antiorganizador, que una vez es hijo de los «grupos en orden disperso» de Cafiero, que a su vez es hijo de la estrategia » Risorgimental «de Pisacane… La única compañera de AR que en esos años conocí fue Marilù, fue una excepción, por cuanto importantísima, sobre el plano humano y afectivo y por tanto «político», digámoslo así… La FAI no fue (como AR) un «retorno «a una mayor «estructuración»sino al contrario una ulterior reestructuración de la práctica insurreccionalista. Insurreccionalismo social que veía de hecho (aunque sin teorizarlo claramente) operativamente central el rol de la asamblea como órgano de decisión, por cuanto intrínsecamente informal pudiera ser.
La metodología de la FAI y de todo aquel movimiento rico de siglas mete en discusión la asamblea, saltándola y dando la palabra a los núcleos y a lxs singulares compañerxs de acción. Compañeros y compañeras que ya no necesitan «someterse» a una asamblea para reconocerse y coordinarse, bastan a sí mismas las acciones y las palabras que las siguen.
Así que me siento de sostener que el nacimiento de esta «nueva» anarquía (al menos en Italia) ha cobrado vida de la fuerte crítica al insurreccionalismo social y a sus dinámicas asamblearias. Asamblea donde quien tenía más carisma o era más conocido y respetado, conscientemente o no, «imponía» su pensamiento. No culpo a nadie, son las mismas dinámicas asamblearias (que todxs conocemos) que nos llevan de la mano hacia determinados errores.
De esta manera el ambiente se estancaba, siempre las mismas ideas que con el tiempo se transformaban en dogmas, producidos siempre por lxs mismxs compañerxs que, por cuanto «iluminadxs» nos hacían que fuéramos predecibles e ineficaces.
Estas dinámicas en el libro El trabajo del topo no vienen afrontadas sino que son «análisis» difíciles de hacer para nosotrxs que de alguna manera las hemos tocado, figurémonos para compañerxs pertenecientes a otras corrientes revolucionarias. Desde mi punto de vista son dos los momentos que han llevado a una diferente toma de conciencia a una parte del así llamado movimiento insurreccionalista: el juicio Marini y todavía más las trágicas muertes de Baleno y Sole. Pienso yo que fueron aquellas dos muertes a hacer de verdadero parte aguas entre un antes y un después y propio las reacciones a aquellos eventos abrieron los ojos a una parte de lxs compañerxs.
Si vamos a releer las crónicas de la época, como represalia por esas muertes, por primera vez, saltaron fuera en Italia los paquetes-bomba, causando una increíble sorpresa en los medios de comunicación.
No sabemos quiénes los hayan enviado, si anarquistas o no, no hubo reivindicaciones, pero de los objetivos golpeados se entendió que eran un intento de dar venganza por aquella terrible tragedia (no sabría de qué otra manera definirla). Pero lo que realmente hizo la diferencia fue la consiguiente disociación de casi todo el movimiento anarquista. Por dar un ejemplo, aquí en Turín, entre los sitios ocupados solo El Paso se abstuvo de comunicados de disociaciones y de acusaciones de provocaciones policiales.
Por cuanto discutible sea la práctica de los paquetes-bomba (pero en el fondo que práctica no lo es), el pasaje del ataque a las estructuras, a las cosas, al ataque a las personas, dejó claro (a quien tenía un mínimo de sentido crítico) que muchos se llenaban la boca de insurrección y de palabras «guerreras», pero en realidad no se quería arriesgar demasiado ni siquiera cuando lxs propixs compañerxs morían. Ya que nos encontramos en Turín, que ha sido mi ciudad por muchos años, me toca decir que en el movimiento de Turín de forma instrumental y un poco mezquina fue contrapuesta la así llamada «bella vida» (distorsionando el sentido original vital y revolucionario) al hipotético «sacrificio y «martirio» de aquellos que querían ir más allá, metiendo en juego por pasión la propia vida y la propia libertad.
Solo unos meses antes, los mismos que acusaban de martirio la «lucha armada» habían sostenido que «había que morir por la propia arte», eran solo bellas palabras.
Yo pienso (quizás me equivoco también aquí) que de ahí, de aquella atmósfera plomiza de disociación y de distanciamiento (que atravesó toda Italia), nacieron como reacción las varias siglas, que luego, con el tiempo, serán la FAI. Las perspectivas (al menos leyendo las reivindicaciones) de la FAI eran sin duda «sociales». Despues la contribución de lxs compañerxs griegxs de las CCF, con su aporte de nihilismo «anti-social», actuó como motor de este fenómeno que se difundió en medio mundo hasta tocar Indonesia (todavía hoy algunos de los grupos en aquel país reivindican con el acrónimo FAI – FRI).
Hoy es otra historia… nada ha terminado, todo continua…
Un abrazo a todxs lxs compañerxs revolucionarixs presentes, comunistas o anarquistas que sean.
Siempre por la anarquía.
Alfredo Cospito
Prisión de ferrara
14/05/2021