[Prisiones italianas] Intervención de Alfredo Cospito en el debate sobre la lucha contra la energía nuclear.
– Extraído de Inferno urbano.
Intervención de Alfredo Cospito en el debate sobre la lucha contra la energía nuclear por la iniciativa «Vosotros le dais veinte años, nosotros le damos la palabra».
El siguiente texto es la intervención del anarquista encarcelado Alfredo Cospito en el debate sobre la lucha contra la energía nuclear celebrado durante la iniciativa «Vsotros le dais veinte años, nosotros le damos la palabra», en el Circolaccio Anarchico de Spoleto el 20 de marzo de 2021.
«Después de ver esta película sobre la tragedia de Chernóbil me pidieron que hiciera un discurso. ¿Qué decir?
Los últimos nueve años de mi vida los pasé encerrado en una celda porque junto con uno de mis compañeros disparé a uno de los mayores responsables de la energía nuclear en Italia en aquel momento. Lo hicimos porque no queríamos que ocurriera aquí lo que han visto en esta película. Una motivación muy simplista, pero eso es lo que ocurrió.
¿Mereció la pena?
Me gustaría pensar que nuestra acción, aunque sea aislada, tuvo peso. Lo único cierto es que acciones como ésta nunca serán recuperables de ninguna manera por el sistema. Se pueden demonizar pero nunca se recuperan y menos se anulan porque ponen a un autócrata en el poder, y desde mi punto de vista eso es más que suficiente para jugarse todo, la libertad y hasta la vida.
¡Sí! Al final del día valió la pena.
No queríamos matar, sino sólo herir, levantar un muro infranqueable frente al cinismo tecnológico y asesino de científicos y políticos sin escrúpulos: «No iremos más allá, no traeréis la energía nuclear a Italia, de lo contrario nos opondremos con todos los medios».
Hace nueve años, cuando dimos el golpe, la posibilidad de un retorno de la energía nuclear en Italia parecía resurgir con fuerza. Acababa de ocurrir lo de Fukushima, en «nuestro» país años y años de lucha contra la energía nuclear parecían correr el riesgo de ser cancelados, y esto se hacía en total silencio. En su momento, y todavía hoy, Italia, a través de Ansaldo Nucleare, contribuye a la construcción de centrales nucleares en países como Rumanía y Albania. Poco antes de nuestra acción, un accidente durante la construcción en una de estas obras había matado a dos trabajadores. En Italia nadie hablaba de ello, salvo los pocos ecologistas utópicos y anarquistas que temían un retorno de las plantas en «nuestro» territorio, muchos partidos apoyaban esta perspectiva de pesadilla. Por supuesto, no me hago ilusiones de que nuestro gesto haya bloqueado el regreso de la energía nuclear en Italia, pero hemos metido un poco de «miedo». Nuestra contribución, aunque limitada, ha dado y ha tenido su peso, y no creo que haya sido tan insignificante como nos han querido hacer creer.
En la actualidad, el Estado italiano debe «eliminar» los residuos nucleares de las antiguas centrales desmanteladas escondiendo bajo la alfombra 78.000 metros cúbicos de residuos radiactivos en Piamonte, Cerdeña, Toscana, Lacio, Apulia, Basilicata y Sicilia. Haciendo pasar la cosa por «eliminación» de residuos radiactivos de baja actividad, producto de placas y otros materiales de desecho médico, pero en realidad intentando pasar por debajo de la mesa principalmente la «eliminación» de radiactividad mucho más peligrosa, los residuos de las antiguas centrales eléctricas.
Quiero ser claro, la solución no puede ser sacar nuestros residuos fuera de Italia, tal vez como ya se ha hecho en el pasado en África, utilizando los países más pobres como basurero de nuestra mierda nuclear. Un movimiento «ecologista» que impulsa realmente esto es el «ecologismo» burgués e infame. Los que se oponen a los depósitos porque el valor de sus propiedades está bajando nunca tendrán mi confianza. Son el tipo de personas que han introducido la política más descarada en el movimiento contra el TAV. Siempre dispuestos a vender las luchas, a desvincularse de las acciones. No podemos apelar a ciertos instintos burgueses, ni podremos hacer la vista gorda cuando los alcaldes, las instituciones locales de estos países, exijan indemnizaciones o se quejen de sus propiedades, de sus negocios, de sus pérdidas económicas. Volver a tratar con esos personajes sería desastroso. Un antiguo dicho hebreo decía: «El ser humano es el único animal que puede tropezar dos veces con la misma piedra». Intentemos no repetir los mismos errores, veinte años de lucha contra el TAV deben haber enseñado algo.
Sería estúpido y contraproducente buscar «soluciones», paliativos para hacer la tecnología más aceptable, «ecológica». Estamos tan en contra de los depósitos nucleares como de los aerogeneradores, no hay medias tintas en este campo. La única solución real y definitiva a los residuos nucleares es luchar por todos los medios para que las centrales nucleares cierren en todas partes. No podemos dar un rodeo, es una cuestión de vida o muerte. El planeta se está muriendo, sólo hay una cosa que hacer: destruir desde dentro la sociedad tecnológica y capitalista en la que estamos obligados a vivir. Es inútil huir, es hipócrita labrarse un pequeño paraíso en la tierra, aunque no lo queráis os convertís en cómplices, es criminal buscar paliativos, engañarse pensando que la tecnología puede llegar a ser «ecológica». No es el número de participantes en una manifestación lo que nos dará resultados, sino la fuerza y la radicalidad de nuestras acciones. Esta es una de nuestras peculiaridades, como anarquistas apuntamos a lo cualitativo, no tanto a la cantidad de gente detrás de una pancarta sino a la calidad de las acciones, de nuestras vidas. La gente vendrá, pero dependerá de nuestra coherencia y honestidad de propósito y también de nuestra planificación revolucionaria. El primer obstáculo que encontramos en este ámbito es siempre el mismo, el ecologismo cualunquista burgués.
Con esto no quiero argumentar que tenemos que aislarnos, por supuesto que luchamos junto a las personas que están directamente afectadas por estos depósitos, participamos en los desfiles, en las protestas, pero no sacrificamos nuestro punto de vista a la «realidad», al compromiso. Siempre intentamos ser críticos con los que tenemos a nuestro lado y, sobre todo, no limitamos nuestras acciones en nombre de una presunta incomprensión de la gente.
Participemos en las asambleas populares (si es que las hay), pero no desconcertemos nuestro verdadero objetivo, la destrucción de la sociedad tecnológica, la construcción de una sociedad libre de Estado.
Recordemos también que al actuar al margen de las decisiones de las asambleas no hacemos ningún mal a la comunidad en lucha, simplemente expresamos nuestro ser anarquista.
No nos desvinculemos en nombre de una lucha común de las acciones violentas que se producirán, si es que se producen, aunque no las compartamos. Renunciemos a los falsos beneficios (comodidades) que nos «da» esta sociedad podrida, seamos consecuentes.
Creo que estas son las pocas lecciones que las luchas «sociales» ecologistas nos han dado en las últimas décadas.
Tal vez haya otra oportunidad en el horizonte, una oportunidad que no hay que desaprovechar, estoy firmemente convencido de que bastaría con no repetir los errores de siempre para encontrarse con resultados inesperados.
Se podría condensar todo este soliloquio mío en un concepto muy sencillo: «multiplicidad de acciones sin prejuicios ni apuestas».
Acabemos con la paranoia de la vanguardia, con la espectacularización de las acciones, dejemos que cada uno actúe como quiera, todo armonizará en un «unicum», y sobre todo desvinculémonos de las disociaciones.
Seguramente me habré salido del «off-topic», creo que en todo caso habrá anarquistas y anarquistas entre vosotros. El mío es un discurso de un anarquista dirigido más bien a los anarquistas, pero espero que haya sido recogido por todos, aunque represente un punto de vista «particular».
Lo que sí es cierto es que los problemas a los que nos enfrentamos hoy afectan a todos, a la vida de todos.
Me gustaría mucho participar en el debate allí con vosotros, pero por fuerza mayor me es imposible.
Un saludo anarquista y revolucionario,
Alfredo Cospito
Prisión de Ferrara