Algunas palabras más respecto los últimos casos represivos.
Extraído y traducido de Indymedia Barcelona
Partiendo de la base de que como anarquistas apostamos por la destrucción del Estado y del sistema capitalista-patriarcal, no nos podemos sorprender que las estructuras del poder no nos traten con guantes de terciopelo. Situamos la represión, muy a pesar nuestro, como parte de la lucha.
Una lucha que siempre ha tenido en su bagaje político diferentes herramientas. Los anarquistas nunca han dejado de afirmar que el ataque, la acción directa y más en general la violencia revolucionaria, sean unas herramientas más de las que disponemos en nuestro maletín.
También sabemos perfectamente que hay diferentes posturas dentro del anarquismo y más aún al movimiento libertario. Como sabemos también que hay diferentes posiciones sobre cuál es el momento de utilizar una herramienta en lugar de otra. Probablemente la coexistencia de diferentes tipologías de acciones y de expresiones de hostilidad en contra del poder es una de las formas más oportunas para hacer difícil el trabajo al que nos quiere reprimir estigmatizando hacernos con etiquetas «facilonas».
Está claro que nadie tiene una varita mágica y que nadie se puede definir como portador de la verdad absoluta. Justo por eso no vemos correcto ni oportuno monopolizar el discurso según una sola visión de lo que se entiende por lucha y trabajo político.
Como personas activas políticamente nunca nos definiremos como víctimas, porque somos conscientes de la existencia de varios y diferentes ataques al sistema.
Acción y reacción, ataque y respuesta son binomios que valen por ambos bandos; así que no tiene mucho sentido llamar a la injusticia cuando uno se ha posicionado en el campo de batalla con un claro enemigo delante, que históricamente siempre ha jugado sucio.
No nos sentimos víctimas porque aunque aturdidos por el golpe represivo nos arremangamos y aprendemos de lo que ha pasado para salir adelante y para hacerselo más difícil otra vez; recibimos el tortazo intentando aprender de la experiencia para fortalecernos.
La expresión «golpear a una para educar a cien», seguramente es tomada en consideración por parte del Estado a la hora de emprender un golpe represivo.
Pero, respecto a los últimos acontecimientos, vemos un claro ataque directo al movimiento anarquista. Más específicamente, a toda una serie de compañeras y compañeros activas en la lucha, con un discurso menos difícil de poder ser reabsorbido por parte del Estado.
Un ataque al que, ante la avalancha represiva, sigue sin agachar la cabeza, a quien no dudó en dar solidaridad a Mónica y Francisco, a quien en sus discursos no marca la diferencia entre buenos y malos, inocentes y culpables, ni directa ni indirectamente. A quien sigue apostando por la agitación social y la extensión del conflicto.
Sin duda el ataque a las compañeras y compañeros afecta más allá de los círculos anarquistas; sin duda crea precedentes para atacar a cualquiera e intenta crear un ambiente de miedo y tensión en todos los movimientos libertarios y otras áreas políticas. Como también es cierto que los anarquistas no son los únicos en ser reprimidos.
Pero sí es cierto que, en la mayoría de casos, se atacó claramente a quién estaba y está trabajando por la difusión de ideas y discursos de claro carácter conflictivo y de total oposición al Estado. Un discurso que mina en su base este sistema vigente, sin ninguna ambigüedad de poder salvar una parte de él. Un discurso con una voluntad clara de subvertir el estado actual de las cosas.
Algunas anarquistas