Confrontando al poder estemos donde estemos. Las huelgas de hambre como forma de lucha al interior de las prisiones.
Extraído y traducido de https:// contratodaautoridad.w ordpress.com/
“Respondimos dignamente ante los embates de nuestrxs enemigxs, de la forma que consideramos necesaria y coherente, aki entre tantos muros, alambradas y vigilancia de sus esbirros, reafirmamos nuestro desprecio a la cárcel, al castigo, al poder y toda forma de dominación, poniendo nuestro cuerpo, fuerza y voluntad como arma de lucha.”
(Palabras de lxs compañerxs Juan Flores, Nataly Casanova, y Guillermo Durán)
“En los periodos marcados por la represión, detenciones y cárcel, nuestras convicciones y su coherencia entran en juego, se tensionan de forma inevitable, pero no todo vale a la hora de evitar entrar en prisión e incluso salir de ella. Creemos que hay opciones que quiebran nuestra dignidad y en definitiva sepulta lo que somos y las ideas que defendemos.” (Carta “Frente a la represión, no todo vale”. Texto de lxs compañerxs Mónica Caballero y Francisco Solar)
La lucha desde adentro, gesto por gesto…
A lo largo de los años de encarcelamiento de revolucionarixs, la prisión no se observa como un punto final, sino como un escenario más de combate para confrontar al dominio, seguir agitando y también persistir en el enfrentamiento cotidiano con el poder y su cara carcelaria.
El conjunto de armas que lxs presxs en guerra han sabido construir a lo largo de la historia es variado a la hora de agitar y confrontar al poder desde la prisión: motines y fugas son quizás las más reconocidas y visibles, pero sin duda existen hasta hoy una serie de formas de indisciplina y movilizaciones sucediéndose en distinto nivel de intensidad. Así, las huelgas de patio, el entorpecimiento del funcionamiento de la cárcel, además de la constante hostilidad hacia los/as carceleros/as y su orden son parte del arsenal variado de formas de movilización y combate a la asfixiante realidad carcelaria.
Y dentro de todas las posibilidades que encuentra el camino insurrecto aun en prisión, la huelga de hambre se sitúa como una herramienta recurrente e histórica de combate desde el interior de las prisiones.
La Huelga de Hambre: Una herramienta más en medio de la ofensiva.
“En el encierro tienes muy pocas armas para continuar el camino, pero esas pocas deben ser bien utilizadas, motines, huelgas de hambre, comunicados, escritos, la negación a colaborar, cualquier aporte siempre será una demostración de insumisión, de coraje, de ganas de no caer en la normalidad enajenante de la sociedad. En momentos tan complicados, cuando estamos atrapados al igual que cualquier otro animal capturado por el hombre civilizado, solo queda elegir entre el ser unx infame o unx anarquista, la convicción es un respiro de aire puro, la derrota es el sometimiento (…)”
(Palabras del compañero Henry Zerragundo, Bolivia.)
Dentro de los muros carcelarios, compañerxs en prisión han desarrollado diversas huelgas de hambre y ayunos. Algunas de estas huelgas han tenido un carácter simbólico y de agitación, sin la existencia de algún petitorio, sino que buscando propagar la revuelta o apoyar a otrxs compañerxs desde la acción intracarcelaria, como un guiño de guerra entre prisionerxs, o un saludo/gesto desde las celdas hasta las calles. Algunos ejemplos de estas movilizaciones han sido las desarrolladas por lxs prisionerxs en guerra secuestrados actualmente en la Cárcel de Alta Seguridad llamando a jornadas de agitación y solidaridad con lxs compañerxs Mónica y Francisco o con huelgas de hambre de otrxs compañerxs.
Otras huelgas de hambre se han desarrollado de forma indefinida y con exigencias concretas durante las últimas décadas en el territorio dominando por el Estado chileno. En este texto haremos referencia a algunas de ellas.
Coyunturas, momentos represivos y/o agudizaciones del combate hacen que lxs rehenes del Estado decidan utilizar su cuerpo como campo de batalla buscando mediante un lento y firme proceso de rechazo a la alimentación, exponer su salud y amenazar con su vida buscando conquistar algunos puntos específicos.
Pero antes de hacer un breve repaso, es importante mencionar que para nosotrxs y otrxs compañerxs afines las huelgas de hambre parten con una contradicción inherente en quienes luchamos y anhelamos la destrucción del Estado y la Dominación. Al realizar dicha movilización con exigencias y petitorios concretos se reconoce en la práctica al Estado como interlocutor al cual “exigir” el cumplimiento de ciertos “derechos”, o dar ciertas “soluciones”. No creemos que sea esta contradicción intrínseca a la lucha desde la prisión la que pueda invalidar esta herramienta de lucha, pero sí nos parece necesario ser conscientes de esta situación. Desde quienes levantamos posiciones antiautoritarias entendemos que el escenario de la prisión es una realidad impuesta por el Estado, por el Poder. Y es en esa contradicción donde, finalmente, la guerra social debe saber avanzar manteniendo siempre como norte la destrucción de la autoridad.
Usualmente, la intención de la huelga es provocar una situación límite, una crisis al Estado, su administración y pasillos carcelarios. Básicamente, una situación de crisis a los/as secuestradores/as. No somos ingenuxs, no se trata de ser incautxs ni de pretender que se pondrá en un completo jaque al Estado, sino de crear un problema mediante la inanición prolongada, estableciendo como una única solución y salida el cumplimiento de las exigencias, con la moneda de cambio de la vida e integridad de lxs secuestradxs, además de poner en crisis el discurso humanitario con que la democracia pretende sostenerse.
La inherente contradicción se hace evidente, se le exige al Estado, a las autoridades el cumplimiento de ciertos puntos: La liberación de un/x compañerx, el fin del aislamiento, el fin a los castigos, la derogación de determinada ley, el traslado a otro centro de exterminio, la anulación de algún juicio/sentencia, la realización de un tratamiento médico, conseguir algún “permiso”, etc. Aun así, generalmente se incluyen aspectos de contexto/denuncia sobre la situación particular que se está viviendo, pues no es una lucha aislada o una exigencia individual, sin contexto de guerra o desprendida del enfrentamiento con el Estado.
Gran parte de las veces estas huelgas de hambre, gracias a su continuidad, mantención y exposición se topan con un “dialogo” o “negociación” en el terreno de los poderosos, tanto sea para satisfacer las exigencias o “negociar” los puntos a tratar. Ministros, representantes del Estado o la propia administración carcelaria se ve obligados a sentarse para buscar una solución al conflicto puntual para resguardar la normalidad del orden existente.
Otra contradicción siempre presente en lxs huelguistas y su entorno más directo, se ciñe en las débiles condiciones de salud que van presentado lxs compañerxs en huelga, dificultando alguna respuesta ante las agresiones carcelarias o haciendo más difícil también algún intento de fuga o motín.
Breves repasos de huelgas de hambre en las últimas décadas.
Si bien cotidianamente distintas huelgas de hambre se inician y se detienen a lo largo de todos los centros de exterminio del territorio dominado por el Estado Chileno, nos parece importante enfocarnos y hacer referencia a las huelgas llevadas con connotaciones políticas y en abierto rechazo/combate al orden Estatal.
Huelga en la Cárcel de Alta Seguridad 2004.
Durante los 90 y principios del 2000 una serie de huelgas de hambre se sucedieron buscando sacar de la prisión a lxs compañerxs que permanecían encarceladxs por acciones armadas durante la “transición democrática”. La forma en que consiguieron salir a la calle fueron diversas: Rebajas de condenas, salidas dominicales, libertad condicional, beneficios intracarcelarios, etc.
Pero el 12 de Abril del 2004 los prisioneros secuestrados en la Cárcel de Alta Seguridad Jorge Espinola, Esteban Burgos, Hardy Peña y Jorge Mateluna, cuya situación no podía ser resuelta mediante beneficios intracarcelarios debido a las complejas condenas que estaban cursando, decidieron iniciar una huelga de hambre que duró 74 días.
Con la huelga de hambre, las acciones callejeras y la presión política consiguieron que el senado votara un proyecto especial de indulto y la rebaja de penas a los condenados, saliendo de esta forma a la calle, tras –en un principio- ser condenados a penas perpetuas de prisión. La lucha multiforme y articulación de distintas voluntades consiguió doblar y quebrar las condenas. Marchas, actividades informativas, intromisiones en actos públicos, sucesivos cortes de calle, enfrentamientos con la policía y acciones incendiarias y explosivas fueron un considerable aporte en esta movilización desplegado por diversas individualidades y grupos.
Huelgas de prisionerxs politicxs mapuche
Tras ser condenados por el caso Poluco Pidenco, cuatro comunerxs mapuche deciden iniciar una huelga de hambre el 10 de Octubre del 2007. De todxs ellxs, Patricia Troncoso se mantiene en huelga de hambre durante más de 100 días rechazando las sentencias y el proceso, además de exigir el cumplimiento de la condena en un CET (Centro de Estudios y Trabajos) junto con la posibilidad de acceder a salidas dominicales. Una negociación por parte del Poder y una segunda huelga de hambre -donde el Estado incluyó la “alimentación forzada” mediante tortura a la huelguista-, sumado a una serie de acciones callejeras y de impacto mediático permitió que tras una amplia repercusión política nacional e internacional Patricia, “la Chepa”, consiguiera lo exigido.
En otra experiencia, el 12 de Julio del 2010, distintos comuneros mapuches encarcelados en prisiones del sur de Chile, comienzan a sumarse paulatinamente a una huelga de hambre masiva cruzando distancias y diferencias existentes entre comunidades. Las demandas transversales y principales fueron el rechazo a la aplicación de la ley antiterrorista en causas mapuche, rechazar la utilización de la justicia militar para civiles, además de exigir la libertad de todxs lxs presxs politicxs mapuche y la desmilitarización de las comunidades mapuche. La extensa y masiva huelga se prolongó por más de 80 días consiguiendo la atención a nivel internacional y obteniendo que el gobierno desistiera de las querellas por ley antiterrorista en todos los juicios contra mapuches, la modificación de la ley antiterrorista y la eliminación completa de la justicia miliar para procesar a civiles.
Huelga de hambre de presxs del “Caso Bombas”
El 21 de febrero del 2011 lxs prisionerxs del llamado Caso Bombas, acusadxs de distintos ataques explosivos e incendiarios, “financiamiento del terrorismo” y asociación ilicitica terrorista, deciden iniciar una huelga de hambre rechazando la ley antiterrorista, exigiendo salir a la calle, el fin de los plazos investigativos y del régimen de aislamiento, además de rechazar en su conjunto el proceso judicial.
Tras más de 65 días en huelga de hambre, el apoyo callejero sumado a la puesta en duda de los discursos de la fiscalía consigue que se cerrase el plazo investigativo que amenazaba con extenderse indefinidamente, sacando a lxs compañerxs de los módulos de aislamiento y finalmente permitiendo que lxs compañerxs fueran saliendo a la calle, modificándose las prisiones preventivas por arrestos domiciliarios aun cuando el poder seguía solicitando cadenas perpetuas. La mediatización de la huelga, la lucha callejera y persistente presencia en las calles logró poner en duda el entramado jurídico planteado por la fiscalía, desmantelando las acusaciones de Asociaciones ilícitas terroristas.
Huelga de hambre de Juan, Nataly y Guillermo
El 14 de Abril del 2015 lxs compañerxs Juan Flores, Nataly Casanova y Guillermo Duran, este último en arresto domiciliario total, inician una huelga de hambre tras la detención y encarcelamiento del compañero Enrique Guzmán, detenido por ser amigo y visita de Juan y Nataly. Todxs lxs compañerxs son acusadxs bajo ley antiterrorista por ataques explosivos durante el 2014. Tras más de 50 días en huelga de hambre, exigiendo la liberación de Enrique, el rechazo de las pruebas científicas y el proceso en su conjunto, además del fin del aislamiento de Nataly, finalmente lxs compañerxs consiguen que Nataly sea trasladada del aislamiento y que Enrique salga al arresto domiciliario, medida que tras una mañosa y desesperada apelación por parte de la fiscalía es revertida, volviendo Enrique a la cárcel/empresa Santiago 1.
No hay comida… hay fuego, propaganda y agitación.
Un pilar fundamental de las huelgas de hambre llevadas durante el último tiempo y su directa posibilidad de conseguir lo exigido se centra en su repercusión en la calle. No olvidemos que la impunidad de los poderosos y carceleros se basa en el aislamiento y olvido en que permanecen lxs rehenes al interior de sus centros de exterminio.
El apoyo callejero, la agitación, el ataque y la propaganda informativa hacen que se rompa el muro carcelario y en condiciones de huelga de hambre hace que se rompa el cerco mediático en que pretenden estrangular la lucha de lxs presxs en guerra.
La importancia de las acciones, desde el ataque explosivo hasta el foro informativo en contextos de huelga de hambre, se centra en darle visibilidad y presencia a la lucha que se desarrolla desde adentro, lucha que los poderosos juegan y pronostican agotada gracias al silencio y el aislamiento y, por otra parte y más importante, es la posibilidad de potenciar la lucha contra el poder, no solo por el cumplimiento de un petitorio especifico sino que a través de la posibilidad de expandir las jornadas de agitación para el conflicto permanente contra el orden existente.
Es ese el verdadero potencial de la agitación anticarcelaria en jornadas de huelgas de hambre donde en base a la situación específica atacamos al dominio en su conjunto poniendo en juego nuestra solidaridad con quienes adentro están poniendo su vida e integridad como arma.
¿Victoria o Derrota?…divergencias en las huelgas de hambre.
Las huelgas de hambre son un momento de confrontación en la guerra social, y como todo momento en la permanente revuelta difícilmente se puede analizar solamente en los parámetros de “Victoria” o “Derrota”. El estado Policial y la sociedad carcelaria seguirán respirando y no se ven afectados en su totalidad con estas luchas, y aun cuando consigan o no sus objetivos para nosotrxs la victoria se encuentra en el ejercicio permanente de combate al Poder en todas sus formas y lugares, estemos donde estemos.
Las huelgas de hambre y todas las formas de obstaculizar el normal funcionamiento de la maquinaria carcelaria nos demuestran el valor de la lucha en todo lugar y, por sobre todo, las posibilidades reales de que con lucha se consigue ganar milímetro a milímetro nuestra dignidad, donde se le pone atajo a la feroz represión respondiendo con acción, en este caso poniendo los cuerpos como armas.
Puede que las “demandas” solicitadas no sean resueltas, que el enemigo evalúe las fuerzas y el momento histórico/político buscando agotar las energías de lxs prisionerxs con las distintas estrategias que tiene el entramado carcelario: Aislamiento, confrontación directa, golpizas, traslados, hostigamiento, etc. Es evidente que buscamos la “victoria” de las demandas, petitorios y exigencias de lxs compañerxs adentro, pero a la hora de realizar la autocrítica y el balance de nuestro recorrido de lucha, las “derrotas”, los petitorios no alcanzados se tienen que entender de otra forma, siempre para aprender, siempre para seguir ganando oxígeno y espacio ante la asfixiante garra estatal.
La lucha siempre es una victoria y eso no es consuelo. Luchar y combatir al interior de la cárcel, manifestarse y enfrentar la burocracia de castigos que lleva la huelga de hambre no solo es una victoria, sino que es un gesto de guerra en el presente, de combate actual aun en las peores circunstancias, una muestra más de nuestra propaganda por el hecho.
Contexto actual: Ilegalizar los vínculos.
Durante el último tiempo, hemos observado la repetición de una estrategia represiva por parte de los Estados a lo largo del mundo.: ilegalizar los vínculos de lxs compañerxs en prisión. Como ya hemos dicho anteriormente, la represión comparte sus contactos, estrategias policiales e información de forma internacional.
En España, las recientes operaciones Pandora y Piñata, se han centrado básicamente en la ilegalización de las relaciones de amistad, de solidaridad con lxs compañerxs Mónica Caballero y Francisco Solar, que permanecen secuestradxs en las cárceles Españolas. Tanto Pandora como Piñata arrojaron varios allanamientos, decenas de presxs por meses y un desgaste no menor en el movimiento anárquico ibérico.
En Grecia, tras el fallido intento de fuga de lxs prisionerxs de la Conspiración de Células del Fuego, el poder consigue capturar a la compañera prófuga Angelliki, vinculada con este caso, y en la misma arremetida, el poder decide detener a familiares y parejas de compañerxs de CCF. Finalmente, solo la madre y la pareja de compañerxs encarceladxs quedan en prisión preventiva consiguiendo una de ellas salir a la calle mediante una huelga de hambre planteada hasta la muerte llevada a cabopor la totalidad de lxs compañerxs de CCF.
Es una continuidad histórica, siempre el poder busca golpear al entorno con una doble intencionalidad: Por un lado sembrar el terror en los entornos políticos, buscando ocultar a el/la prisionerx y aislarlx ante el miedo de que “si lo apoyo, si solidarizo, si me comunico con su entorno directo, también puedan venir por mi”. En otro aspecto, nos encontramos con un nivel anímico y concreto que el poder también busca golpear: Mermar el ánimo del/la prisionerx quitándole un canal, un vínculo, un afecto, ilegalizando y separando los cariños y las confianzas.
Ante estos escenarios es que distintas huelgas de hambre se han desatado como respuesta inmediata a los golpes represivos contra los entornos de prisionerxs. En Grecia como en Chile, lxs compañerxs encarceladxs respondieron mediante la acción de lucha al interior de las prisiones como gesto de amor y cariño, como gesto de combate y de guerra.
Aun cuando todas las ganancias son parciales en la sociedad carcelaria, siempre se puede ganar, siempre se puede luchar!
Lejos de los consejos y aburridas arengas que llaman a pasar desapercibidx hasta que llegue algún escenario idílico e ideal de confrontación y lucha –tanto adentro de la cárcel como afuera-, el combate no solo siempre es necesario sino que también siempre es posible.
Las huelgas de hambre no son per se victoriosas, la historia está repleta de amargas experiencias de prisionerxs que se han muerto en extensas huelgas de hambre a lo largo del mundo; lxsprisionerxs del IRA en Irlanda, la muerte del compañero Barry Horne en las cárceles de Inglaterra, lxspresxs de la RAF en Alemania y lxspresxspoliticxs en Turquia, por solo mencionar algunos casos, incluyendo actualmente a los prisioneros en la prisión estadounidense de Guantánamo, quienes han realizado diversas huelgas de hambre en las condiciones más adversas de aislamiento y con continuas jornadas de tortura y sistemática alimentación forzada.
Cada huelga, como cada lucha, tiene su particularidad y su ritmo propio, donde todo se intensifica y los menores gestos pueden ir cambiando el rumbo de la movilización. El poder nos quiere muertxs, eso lo sabemos, para eso se arma, se entrena y dedica su vida. Pero una vez secuestradxs en los centros de Exterminio, la necesidad del Estado de mantener su apariencia humanitaria deja todo en un delgado equilibrio. No se trata de cálculos políticos, también se trata de entregar toda la vida al combate, y de que no vale la pena vivir sin combatir.
En el mundo del Dominio, todas sus “derrotas” luego son transformadas en ganancias, de esta forma, se valida y legitima parte del entramado jurídico/carcelario, se legitima determinada autoridad o se le da la potestad a los funcionarios de decidir.
No nos mareamos ni perdemos el norte: Nada que reformar, todo por destruir! Es por eso que entendemos las huelgas de hambre como momentos de confrontación, momentos de combate, más que como el desenlace completo de la guerra.
Es la destrucción de la sociedad carcelaria y las relaciones de poder, más allá que un petitorio, nuestra opción real, cotidiana y permanente. El resto son estrategias y es ganar espacio, es mostrar la dignidad rebelde y mantener a nuestro favor la correlación de fuerzas con nuestros/as secuestradores/as.
La lucha, hoy como ayer, es el único camino, y es en ella donde vamos ganando milímetro a milímetro al Dominio.
¡Las luchas de adentro, son las luchas de la calle! ¡Atacar la cárcel, atacar al Estado, atacar al Poder!